Un prolegómeno tan largo bien podría aplicarse a todos nuestros autores favoritos, aquéllos de los que nos hemos convertido en algo más que fieles seguidores, pero en este caso, la introducción es necesaria para hablar de una de las que en poco tiempo ha pasado a hacerse poco menos que imprescindible en mi biblioteca. Me refiero a Nancy Peña, la dibujante francesa que me cautivó con La Cofradía del Mar (pinchad aquí para leer la reseña que escribí en su momento), continuó haciéndolo con El gabinete chino y, sobre todo, con El gato del kimono, una historia que acaba de ver publicada, una vez más de manos de la Editorial Dibbuks, la que podría considerarse su segunda parte: Tea Party.
Todo empezó con un gato negro que escapó del kimono suave y ronroneante que el mejor artesano de la gran hilandería de seda de Kyushu había tejido para la hermosa joven de la que estaba enamorado. Ante el desdén de la amada, el artesano tejió nuevos kimonos cuyos motivos -gatos, ratones, grullas, carpas japonesas- comenzaron a rivalizar entre sí, provocando que aquel gato, el favorito de la joven, abandonara el kimono persiguiendo a un pájaro. Para cuando el gato se decidió a regresar al lugar del que había salido, el kimono había cambiado de propietario y ya no se encontraba en Japón, sino en algún lugar de Inglaterra, de manera que decidió marchar en su busca. El gato negro que traía buena y mala suerte se hizo a la mar como polizón en un barco de la Compañía de las Indias que lo llevaría hasta Londres, emprendiendo un largo viaje tras la estela de aquel mágico kimono de seda con motivos de gatos y encontrando en su camino a los más variopintos personajes que podía haber imaginado y que, como él, parecían sacados de historias que otros escribieron antes.
Así, el gato negro, con sus bigotes afrodisíacos, llevó al marinero Matthew hasta la mujer de la que se había enamorado sin remedio aun antes de conocerla, cuando la veía en sus sueños, tan reales como un espectáculo de La linterna mágica, ataviada con aquel kimono mágico; provocó las pesadillas al Gran Detective puesto hasta las cejas de cocaína o de quinina, de sugestivo efecto placebo, mientras perseguía junto a su inseparable Watson a un jugador de cartas profesional; hizo posible que la pequeña Alicia viviera las más extraordinarias y alucinantes experiencias tras fumar juntos en un narguile o comer unas setas misteriosas que hicieron que sus cuellos comenzaran a alargarse considerablemente. Un gato negro con nueve vidas, en lugar de las siete que se le hubiesen concedido por estos lares, y una encantadora sonrisa que nada tenía que envidiar a la del gato de Cheshire.
Aunque pueden leerse independientemente -ambas son historias autoconclusivas-, las que gustamos de leer relatos largos y con enredos preferimos pensar que Tea Party es la continuación de El gato del kimono y que ambas forman parte de una narración mucho más extensa cuyo final queda aún lejano.
De hecho, la acción transcurre igualmente en Londres, si bien algunos años más tarde, y, aunque se introducen nuevos personajes, reaparecen los que ya participaron entonces. Comienza con una apuesta entre excéntricos "lords" al más puro estilo "Reform Club": Clifford Barnes, marido de Enid y padre de Alicia, es ahora un nuevo rico que ha ido ascendiendo en la escala social y pretende ser tratado como un igual por los nobles ingleses que tienen su título por nacimiento. Para reafirmarse en el puesto que le corresponde dentro de este elitista sector de la sociedad, reta a Lord Mac Dale a un concurso de té que ganará quien sea capaz de ofrecer la mejor infusión a los miembros del Travellers Club, que actuarán como testigos.
Ni que decir tiene que para ambos el reto se convierte en una cuestión personal, llegando Mac Dale a contratar a un joven y experimentado "cookery counselor", Víctor Neville, quien se verá obligado a hacer lo imposible para ganar la apuesta, llegando incluso a espiar a Barnes -en connivencia con su hija- y a frecuentar barrios y tugurios poco recomendables con la inestimable compañía de Holmes y Watson, al tiempo que lucha contra la extraña enfermedad que padece -narcolepsia-, cuyos episodios se agravan con frecuentes alucinaciones en las que aparecen unos pájaros-médico muy especiales.
Alicia ha crecido mientras los demás, haciendo lo propio, han ido envejeciendo. Aunque la apuesta de su padre y la entrada en escena de un nuevo personaje, Neville, es un revulsivo que lo hace todo más divertido, su interés sigue centrado en conocer los entresijos de la historia del extraordinario kimono que usa habitualmente desde que lo recibió como regalo en su 20º cumpleaños, entresijos que la llevan hasta una provincia japonesa cuyo nombre sabe a mandarina, Satsuma.
Nancy Peña trenza una narración única a partir de retazos literarios e influencias culturales bien distintas. Si al principio mezcla cuentos y leyendas japonesas con referencias a protagonistas de relatos de la literatura inglesa tan emblemáticos como los escritos por Conan Doyle o Lewis Carroll, y juega con las tramas que siguen el esquema de las estampas y grabados japoneses, las sombras chinescas o los tejidos -sedas y brocados- de motivos orientales, en Tea Party se introducen cambios considerables, apreciados sobre todo en las ilustraciones, que ganan en detalles (los interiores de las casas, el quehacer cotidiano de la sociedad victoriana, los sórdidos callejones londinenses, la producción del té en las plantaciones de la India…), y en el color, ya que el blanco y negro riguroso se deja acompañar por los imprescindibles toques de un rojo sangrante que la colorista, Drac, ha sabido plasmar de manera proverbial en el kimono, en el que el tinte se desparrama mientras del tejido emergen unos vívidos gatos negros, o en las convulsas pesadillas y los sueños premonitorios del joven Neville.
Casi sirve para resumir la experiencia lo que dice la pequeña Alicia al salir del cine: "Ha sido como … ¡como pasar al otro lado del espejo!", una magnífica oportunidad de disfrutar del particular mundo creado por Nancy Peña, en el que la realidad, la ficción, los sueños y las quimeras se mezclan para convertirse en una historia deliciosa, que bien podría haber sido elegida por el mejor “cookery counselor” para uno de sus insólitos menús.
3 comentarios:
Ya le tengo ganitas yo a esta Tea Party de Nancy Peña, que vene muy bien recomendada ;-)
Besitos
No te la puedes perder. Te encantará, seguro. Estaría bien encontrarla en "Granà" y traértela a casa; no estaría mal hacer un Tea Party con un té "moruno" ;-)
Más b7s.
me parece una sugerencia deliciosa ;-D
Le sigo la pista a Miss Peña desde su Gabinete Chino y veo que no hay que perdérsela...
Muchas gracias y más besitos
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