martes, enero 23, 2007

CONCIERTO DE RIDERS ON THE STORM en Valencia (14/01/07)

Aunque lo nuestro son los cómics por encima de todas las cosas, el equipo de Trazos está conformado por tipos inquietos, incapaces de dar la espalda a otras manifestaciones culturales, sobre todo si son de la magnitud del concierto de Riders On The Storm celebrado en Valencia el pasado 14 de enero. Y es que bajo un nombre que puede inducir al despiste encontramos a dos miembros originales de los míticos Doors, Ray Manzarek (teclados) y Robby Krieger (guitarra) con el vocalista de The Cult, Ian Astbury, en el difícil papel de llenar las botas de cowboy de Jim Morrison. ¿Quedaría algo de la magia de antaño? Para comprobarlo un nutrido grupo de bloggers nos desplazamos a la capital del Turia, y esto es lo que nos encontramos.

Recuperando el espíritu de los Doors

No es la primera vez que el trío citado pasa por España en estos últimos años. En 2003 actuaron en Benidorm bajo la denominación The Doors Of The 21st Century. Problemas legales con el batería original de los Doors, John Densmore, propiciaron el cambio de nombre por el a mi parecer más apropiado Riders On The Storm. Bajo este nuevo apelativo ya estuvieron por aquí el pasado año ofreciendo conciertos en Madrid y Barcelona. Fallar tres de tres era demasiado para unos genuinos fans de la banda de L.A. como nosotros, o sea que la idea de perdernos la que iba a ser la última noche de una mini-gira de diez fechas por toda Europa con dos paradas en España (San Sebastián y Valencia) no cabía ni remotamente en nuestras cabezotas.
Es verdad que cuando de música se trata la voz es el verdadero espejo del alma, y más si hablamos de una personalidad de la talla del gran Jimbo, pero también es cierto que aun no habiendo podido librarse nunca de la sombra del mítico cantante Ray y Robby tienen todo el derecho del mundo a beneficiarse de un legado que se debe en gran medida a ellos. No en vano es conocido que pese a firmar sus primeras composiciones como “The Doors” –tan democrática costumbre desaparecería con el tiempo- algunos de los temas más conocidos de la banda como la propia Light My Fire se deben a los citados.
Dicho esto, supongo que la capacidad de disfrutar más o menos de un acontecimiento de tan particular naturaleza depende sobre todo de lo que el evento se termine ajustando a tus expectativas iniciales. Lo comento porque algún que otro amiguete descartó la idea de asistir al concierto por temor a encontrarse con lo que podía ser una imposible y patética resurrección. Craso error. Aunque no dudo de lo lucrativo del invento para los implicados, no cabe poner en tela de juicio la honestidad de una propuesta que incluso se presenta a sí misma como un tributo a The Doors en los carteles promocionales. Es eso precisamente lo que yo esperaba y es lo que resultaron ser ROTS: un inteligente y reconocido tributo a las Puertas. El mejor posible hoy en día.

El concierto

Un afortunado retraso de más de cincuenta minutos sobre la hora prevista –y digo afortunado porque es lo que nos costó entrar en el recinto, dada la larga cola de entrada- dejó paso a la voz del house announcer presentando a la banda. A continuación los primeros compases de Roadhouse Blues pusieron patas arriba la sala-nave/almacén, que estaba llena hasta la bandera. El delirio fue total con las inmediatamente posteriores Break On Thru´(To The Other Side) y Love Me Two Times, pudiendo afirmar que a esas alturas del concierto las dudas de los más escépticos ya se habían disipado.
Bajo el efecto del austero pero eficaz juego de luces que los bañaba el teclista y el guitarrista parecían disfrutar realmente con lo que estaban haciendo ¿acaso menos tensos que en los viejos tiempos, siempre a la espera de por dónde les iba a salir el bueno de Morrison?
La presencia de un bajista sobre el escenario y los nuevos matices introducidos por Ray y Robby en la interpretación de sus clásicos hicieron que la actuación brillara con un toque de modernidad, casi imperceptible, pero que ayudó a sacar adelante la complicada empresa. Y es que estoy convencido de que si se hubieran empeñado en intentar recrear el glorioso pasado al dedillo el resultado no hubiera sido tan bueno.
Por lo que se refiere al vocalista, quedó claro que la elección de Ian como voz/showman para acometer tamaña tarea no podía ser más acertada, pero es que no hay que olvidar que el citado es un reconocido artista que ya forjó su propia leyenda con unos The Cult a los que los fans siguen profesando gran cariño. Realmente por momentos su voz y su imagen traían al Rey Lagarto a nuestros oídos y corazones, y lo que es mejor, una vez más daba la impresión de que pese lo inevitable de tener que ponerse un poco en situación no intentaba convertirse en una fotocopia del gran Jim. En un plano más discreto, el bajista Phil Chen (Jeff Beck y Rod Stewart), y el batería Ty Dennis.
Bueno, volviendo al show, siguió un tema que es una debilidad personal, When The Music´s Over, con su escalofriante grito inicial. ROTS mostraron una vez más su astucia al optar por esta canción de larga duración frente a un The End, excesivamente ligado ya no solo a la persona de Morrison sino también a su mito.
A continuación la festera Alamaba Song (Whisky Bar), Back Door Man y una Five To One cuyo solo de guitarra consiguió ponerme los pelillos de punta. En los old times los Doors hacían un medley con estos tres temas, sin embargo en esta ocasión pudimos disfrutar de las canciones en su integridad. La presentación de Five To one, corrió a cargo de Ray Manzarek, auténtico maestro de ceremonias que aprovechó para reivindicar “los años del amor” en que fue escrita la canción frente al belicoso momento actual, y no dudó en referirse con resignación a su Presidente, al que tildó de “madman”. No seré yo quien se lo discuta.
El momento más lisérgico de la noche llegó con Not To Touch The Earht, fragmento de la más psicodélica todavía The Celebration Of The Lizard.
Un solo de guitarra española a cargo de Robby abriría paso a Spanish Caravan. Siendo generosos diremos que no es precisamente la mejor canción de los Doors, aunque no se les puede dejar de agradecer la buena intención.
Unas palabras de Ray en recuerdo del recientemente fallecido James Brown y comenzó a sonar Touch Me. Es curioso porque pese a no hallarse entre mis temas favoritos la interpretación de esta canción me resultó más emocionante que la de otras que a priori me gustan más.
Tras un pequeño descanso, el sonido de la lluvia y los truenos anunció el tema homónimo, una estupenda Riders On The Storm. Después vendría la marchosa L.A. Woman, que causó auténtico furor. Sé que en los 70´ llegaron a tocar Riders en directo con Morrison, pero no estoy seguro de que sucediera lo mismo con L.A. Woman.
Y para cerrar, por su puesto, Light My Fire. Aunque en algún momento del extenso solo llegó a parecer que cada uno iba un poco por su lado, Robby demostró su inquietud como guitarrista transportándonos a terrenos que iban más allá del habitual blues/jazz marca de la casa.
Como detalle freaky añadir que además del repertorio ya mencionado, la actuación se vio salpicada por pequeños guiños a otros artistas. Así, estuvo presente el ya citado James Brown (Sex Machine), oimos el Purple Haze de Hendrix al inicio de Five To One, el riff de bajo de Another One Bites The Dust de Queen durante la presentación de la banda, la melodía del Eleanor Rigby de los Beatles a cargo de la guitarra de Robbie, algunas frases del Do It de los propios Doors (ese please, please, listen to me children… you are the ones who will rule the world…) y seguro que me dejo algún otro.
En definitiva, y pese a que me consta que en otras ocasiones han hecho sets más largos añadiendo temas menos “greatest hits”, una noche para atesorar en el recuerdo cuyo único punto negativo fue el lugar de celebración.
Tanto el nombre de la banda como la calidad de la actuación justificaban los 35 € del ala (más gastos) que costaba la entrada, ahora bien, que por ese precio nos metan en un almacén ridículamente estrecho y con el suelo desnivelado de forma que cuanto más atrás estás más bajo, me parece de Juzgado de guardia. Al menos el sonido fue bueno, pero puedo aventurar que, salvando las primerísimas filas, cualquiera de los miles de asistentes que no midiera más de 1,80 tuvo serior problemas para ver a dignamente a los Riders. Sin duda la ocasión merecía algo mucho mejor.
Nota: Las fotos de la banda en directo no corresponden al concierto objeto de la crónica.

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