Cuando se compra el “Murena” nº 5 y se recibe de forma gratuita e inseparable otro cómic, se puede entender de diversas maneras: como un detalle de la Editorial Planeta a sus lectores; como una operación de marketing para publicitar una serie que han comprado cuatro a ver si enganchan a algún lector más, o, por último, como un flaco favor a esos cuatro que pagaron los 9,95 euros que costaba el álbum.
¿Y que nos encontramos en dicho obsequio?, a Doble Mascara 1: Torpedo de Dufaux y Jamar.
Jean Dufaux es un guionista que lleva bastantes años apareciendo en muchas de las series de la BD, publicadas en nuestro país:
Beatifica Blues y Giacomo C. con dibujo de Griffo
Murena, Moriganes y La estrella polar, con Delaby
La balada de las landas perdidas con lápices de Rosinski
Jessica Blandy con Renaud
Rapaces con Marini
Djinn con Miralles
Dixie Road con Labiano.
No se le podrá negar que trabaja mucho, pero a mi gusto estamos ante un caso claro de que calidad y cantidad no van de la mano. Encontramos un guionista irregular, bastante aceptable en las historias de la Roma Imperial en “Murena” o el mundo fantástico que comparten “Las Landas Perdidas” y “Moriganes”, pero no tanto en los casos de “Beatifica Blues” o “La Estrella Polar”.
Tampoco se le puede negar que lea mucho el Sr. Dufaux: a Umberto Eco, Peter Tremayne o Ellis Peters (novelas del tipo Misterio en la Abadía) para el álbum “En medio del cielo” (La estrella Polar nº 1), novelas de mundos post-apocalípticos en “Beatifica Blues” o a Charles Dickens (Historia de dos ciudades y Oliver Twist) para este “Doble Máscara”.
En principio esto no tiene porqué ser negativo: uno puede inspirarse tanto en hechos históricos como en estereotipos creados por otros autores y obtener un buen resultado. Pero lo que nos ofrece Dufaux, al menos en estos tres ejemplos, son un refrito de ideas que no terminan de cuajar y misterios que no te enganchan o que resuelves en cuanto el culpable de la trama aparece en la primera viñeta y es entonces cuando te dices que algo tan evidente seguro es un farol, y te pasas el resto del cómic esperando una sorpresa que no va a llegar.
En “Doble Máscara” el Cónsul de la República Francesa Napoleón Bonaparte recurre a “El Torpedo”, un delincuente parisino para recuperar un preciado objeto. Una misteriosa mujer, Ópalo, parece ser la clave de la intriga, y su continua búsqueda nos lleva a través de los bajos fondos de la capital francesa, pero con una ambientación que no nos traslada al París pre-Imperio por más que se bombardee al lector con datos, nombres de ministros o fechas relativas al período.
Creo que hay infinidad de cosas más interesantes en la BD para que Planeta escoja publicar “Doble Máscara”, encima en un formato en tapa dura y a casi 10 euros, cuando hemos tenido que soportar el reducido tamaño de la colección BD de otros cómics de mejor nivel como “Lapinot”, “Arq” o “La Estrella del desierto”.
¿Y que nos encontramos en dicho obsequio?, a Doble Mascara 1: Torpedo de Dufaux y Jamar.
Jean Dufaux es un guionista que lleva bastantes años apareciendo en muchas de las series de la BD, publicadas en nuestro país:
Beatifica Blues y Giacomo C. con dibujo de Griffo
Murena, Moriganes y La estrella polar, con Delaby
La balada de las landas perdidas con lápices de Rosinski
Jessica Blandy con Renaud
Rapaces con Marini
Djinn con Miralles
Dixie Road con Labiano.
No se le podrá negar que trabaja mucho, pero a mi gusto estamos ante un caso claro de que calidad y cantidad no van de la mano. Encontramos un guionista irregular, bastante aceptable en las historias de la Roma Imperial en “Murena” o el mundo fantástico que comparten “Las Landas Perdidas” y “Moriganes”, pero no tanto en los casos de “Beatifica Blues” o “La Estrella Polar”.
Tampoco se le puede negar que lea mucho el Sr. Dufaux: a Umberto Eco, Peter Tremayne o Ellis Peters (novelas del tipo Misterio en la Abadía) para el álbum “En medio del cielo” (La estrella Polar nº 1), novelas de mundos post-apocalípticos en “Beatifica Blues” o a Charles Dickens (Historia de dos ciudades y Oliver Twist) para este “Doble Máscara”.
En principio esto no tiene porqué ser negativo: uno puede inspirarse tanto en hechos históricos como en estereotipos creados por otros autores y obtener un buen resultado. Pero lo que nos ofrece Dufaux, al menos en estos tres ejemplos, son un refrito de ideas que no terminan de cuajar y misterios que no te enganchan o que resuelves en cuanto el culpable de la trama aparece en la primera viñeta y es entonces cuando te dices que algo tan evidente seguro es un farol, y te pasas el resto del cómic esperando una sorpresa que no va a llegar.
En “Doble Máscara” el Cónsul de la República Francesa Napoleón Bonaparte recurre a “El Torpedo”, un delincuente parisino para recuperar un preciado objeto. Una misteriosa mujer, Ópalo, parece ser la clave de la intriga, y su continua búsqueda nos lleva a través de los bajos fondos de la capital francesa, pero con una ambientación que no nos traslada al París pre-Imperio por más que se bombardee al lector con datos, nombres de ministros o fechas relativas al período.
Por si faltara algo, Dufaux nos mete en el tinglado a un clon de Napoleón nacido el mismo día que el auténtico y a una supuesta hechicera que debe ser el alma mater del misterio, pero que para que nadie pueda siquiera relacionarla con la bruja de Las 7 vidas del Gavilán, le cambia la edad y el color de la piel.
Resulta complicado tener un estilo de dibujo libre de influencias de otros autores, pero es arriesgado seguir literalmente la estela de alguno de los súper-consagrados, si el resultado es como el obtenido, por ejemplo, por E. P. Jacobs (discípulo de Hergè) con su “Blake and Mortimer”, sería para quitarse el sombrero. Pero en mi opinión no es éste el caso de Martin Jamar (del que desconozco el resto de su obra) que nos recuerda a André Juillard, pero con un resultado que no llega ni al nivel de Griffo (otro que, tras empezar con un estilo mezcla entre Moebius y Bilal, derivó luego a Juillard).
Nos dibuja Jamar, algunos bulevares y edificios de la época, y con tan gran detalle el escritorio donde el Cónsul de la República Francesa Bonaparte trabaja en su estudio, que estoy convencido de que está sacado del original y que se podrá encontrar en algún palacio de París. El problema es que trata de la misma manera al personaje de Napoleón, está como posando para algún cuadro, más interesado en transmitir la “grandeur” del futuro emperador que hacer un personaje real y convincente.
Napoleón en su despacho de Jacques-Louis David
El tratamiento de personajes es de lo que menos me gusta: combinación de semi-caricatura para muchos de los secundarios y del populacho y un esfuerzo por un mayor detalle y realismo para los principales.
En resumen, lectura de poco interés, que no invita a continuar con el nº 2 para conocer el final de tan gran misterio. Si os entusiasma la época napoleónica, como es mi caso, con un poco de suerte podéis conseguir el integral de “Arno” de Juillard y Martin (el autor de Alix) de Ed. Glènat, quedaréis, seguro, mucho más satisfechos.
En resumen, lectura de poco interés, que no invita a continuar con el nº 2 para conocer el final de tan gran misterio. Si os entusiasma la época napoleónica, como es mi caso, con un poco de suerte podéis conseguir el integral de “Arno” de Juillard y Martin (el autor de Alix) de Ed. Glènat, quedaréis, seguro, mucho más satisfechos.
Creo que hay infinidad de cosas más interesantes en la BD para que Planeta escoja publicar “Doble Máscara”, encima en un formato en tapa dura y a casi 10 euros, cuando hemos tenido que soportar el reducido tamaño de la colección BD de otros cómics de mejor nivel como “Lapinot”, “Arq” o “La Estrella del desierto”.