jueves, mayo 24, 2007

OMAC de Jack Kirby

Tomo en blanco y negro en formato Clásicos DC, publicado por la Editorial PlanetaDeAgostini.



Para mí es un orgullo hablar sobre cualquier obra de Jack Kirby. Como buen seguidor de cualquier cosa que haya hecho, todo lo que se publica de este autor suele acabar siempre en mis estanterías irremediablemente. Y es que Kirby, sobretodo en su faceta de dibujante, ocupa un lugar muy, pero que muy alto, en mi lista de dibujantes favoritos de todos los tiempos, algo que no puedo decir de su otra vertiente, como es la de guionista.

El merecido e indiscutible rey del comic-book

Descubiertas todas las cartas, supongo que habrá muchos aficionados al cómic que se preguntarán que es lo que hace tan atrayente su extensa obra. Sus primeros coletazos los dio en los estudios de animación de Max Fleischer, donde empezó a descubrir los fundamentos de la narrativa, para luego pasarse a las tiras de prensa, bastantes populares en aquella época, pero con las que nunca se acabó de sentirse cómodo, como más tarde sí demostró con su paso al comic-book, consiguiendo elevarlo a cotas muy altas junto a Stan Lee.



Nadie duda que es uno de los artistas más influyentes de todos los tiempos. Era sobretodo un creador de conceptos, capaz de crear entornos imposibles de imaginarse, ambientes realmente bien conseguidos, encuadres perfectamente construidos, o personajes reconocibles y llenos de vida, siempre haciendo gala de un dibujo extremadamente dinámico, incluso diría que exagerado. Aunque por otra parte, convendría no olvidar ciertas limitaciones, sobretodo si tenemos en cuenta que Kirby era autodidacta, con lo que su evolución siempre fue lenta y con ciertas carencias sobretodo en el dominio de la anatomía naturalista. Aunque por otra parte, quizás fue más debido a cierta falta de interés por su parte, que por falta de conocimientos y de habilidad para ello.

Como si del Tezuka americano se tratara, con el que por cierto comparte esa falta de naturalidad anatómica y de estilo marcadamente realista –y ni falta que les hizo- fue capaz de tocar multitud de géneros. No olvidemos que en sus principios trabajó para muy distintas cabeceras, desde cómics románticos y westerns, hasta de género policiaco o de temática bélica, por supuesto sin olvidar su Capitán América, su primer contacto con el mundo superheroico, o los distintos títulos que llegó a producir dentro del género de la ciencia ficción, el cual marcó mucho gran cantidad de sus obras durante toda su larga carrera.


Después de crear su única obra remarcable dentro de las tiras de prensa, como fue Sky Master, llegó su edad dorada, coincidiendo con el nacimiento de la era Marvel. Era una época en la que se construyeron los cimientos de una nueva forma de hacer cómic, de entenderlos y sobretodo de disfrutarlos. En estos tiempos, Kirby conseguía convertir en oro todo lo que tocaba, pero con el paso de los años, se empezó a intuir un cierto cansancio en su trabajo en Marvel, perdiendo poco a poco esa calidad, que le había estado acompañando durante muchos años. Kirby decide abandonar Marvel, y buscar nuevos retos, sobretodo buscando libertad creativa, donde poder volcar su gran cantidad de ideas, sin tener que verse lastrado por el guionista de turno. DC lo recibirá con los brazos abiertos, y acabará por crear una serie de títulos donde poder desarrollar ese torrente de ideas, pero sin conseguir el éxito esperado para un autor de su extraordinaria calidad. Finalmente acabó por volver a Marvel Comics, más concretamente al Capitán América, y sobretodo, creó una serie como Los Eternos, su última gran obra, junto con la adaptación de 2001: La odisea del espacio. Todo lo que hizo después, que ya fue poco, es bastante olvidable.

Cuando Jack Kirby murió, murió indiscutiblemente el rey del cómic, pues con él se terminó una forma única de hacer cómics aunque, eso sí, dejó indirectamente un legado, que ha sido tomado por multitud de autores hasta el día de hoy. Claro ejemplo de una influencia exagerada son autores como Ladrón o Steven Rude, pero sería difícil no encontrar algún rastro en la mayoría de los dibujantes que están metidos en el mundillo superheroico. Kirby demostró que era único contando historias, con una narrativa que hacía fácil su lectura, sin grandes alardes revolucionarios en la composición de página, pero mostrándose siempre como un gran diseñador, un gran creador de personajes, y un gran comunicador.

Omac, el ejército de un solo hombre

Lo primero que hay que tener en cuenta de esta obra, es que se creó en un momento en la carrera de Kirby en la que había salido bastante mal parado a nivel de ventas, con su gran creación conceptual como fue el universo del Cuarto mundo. Eran mediados de los setenta, un momento en el que sólo estaba haciendo Kamandi, quizás su obra de más éxito en DC, y OMAC consiguió llenar ese hueco que tenía el rey, acostumbrado a volcarse en multitud de proyectos a la vez.


La serie está ambientada en un mundo alternativo con tintes futuristas, pasando de una temática que marcó sus últimas obras, como fue el aspecto cósmico y divino, con toques tecnológicos, a una obra donde la tecnología tiene todo el peso. Tenemos a nuestro personaje formando parte de un proyecto llamado OMAC, proyecto que acabará por convertirle en un ser con superpoderes, conseguidos después de un experimento altamente tecnológico, todo ello dirigido por la llamada Agencia por la Paz Mundial. A partir de aquí, nuestro personaje convertido en protector de un mundo un tanto desolador, formará equipo junto al misterioso Hermano Ojo, una especie de satélite encargado de apoyarle en todo momento en cada una de sus misiones, comunicándole la información necesaria para cada situación, además de ser capaz de aportarle la energía necesaria para ello, como si de una batería potenciadora se tratase.


En OMAC, Kirby hace gala de todo su buen hacer, aunque notándose que ya estaba en pleno declive de su carrera. Aun con todo, siguen habiendo personajes de pose forzada, siempre en tensión, siempre de apariencia robusta, como sobrehumanos, pero también sabiendo transmitir sensaciones de una forma soberbia. También demuestra que no ha perdido su excelente dominio de los volúmenes, y de las expresiones, siempre tirando de un dibujo de estilo anguloso, rozando los planos imposibles en algunos casos, y siempre con ese dominio de la cinética que tanto le caracterizaba. En cuanto al guión, éste no pasa de ser ese gran concepto, que si se hubiese desarrollado de una forma más inteligente, habría acabado en algo más que unas simples y olvidables historias, aunque todo hay que decirlo, por lo menos entretenidas.


La serie esta formada por historias autoconclusivas, y debido al poco éxito que tuvo, solo duro ocho números. Desde su cierre, la serie ha sido revisionada un par de veces. Primero en una destacable miniserie, de la mano de un John Byrne, más o menos inspirado, para lo complicado de un proyecto como ese. Y hace poco, y aprovechando la llegada de la nueva crisis a DC, ha sido tomado el concepto por un guionista como es Greg Rucka, el cual se ha encargado de llevarse dicho concepto hacia un terreno que domina a la perfección, como son las agencias gubernamentales.

En definitiva, un tomo obligatorio para los seguidores de este autor, aunque con un gran pero –y van no sé cuantos estirones de oreja a esta editorial, por parte de los aficionados-, la edición reducida de Planeta le hace sin duda un flaco favor al dibujo de Kirby. Y es que sigo sin entender la elección de formatos por parte de Planeta DeAgostini, pues aparte de ser un formato que está ya muy agotado y exprimido, no creo que sea un personaje que atraiga a lectores jóvenes y de poco presupuesto, y los lectores más veteranos, pagarían sin duda por una edición en condiciones, como parece que va a editar Panini, el material de Kirby en Marvel.


Los que hemos picado por última vez –como siempre nos intentamos autoconvencer- sólo nos cabe esperar a que la propietaria de los derechos recapacite, y edite en condiciones la obra de Kirby en DC -supongo que después de agotar dicho formato, por supuesto- y no nos engañemos, buscando nuevas formulas de sacar partido de dicho material. Y espero que eligan una nueva portada para la ocasión, que ésta señores, es de juzgado de guardia.

2 comentarios:

Luis dijo...

Hola Joaqui, buena entrada!

Para mí Kirby es lo más, y sin embargo soy de los que no han picado con OMAC y Kamandi a causa del formato. Lo intenté con El Cuarto Mundo y me bajé del carro con el segundo número por la misma razón.
Es imposible conocer a fondo los entresijos editoriales, pero realmente pienso que siendo obras de una extensión relativamente corta no hubiera sido tan descabellado publicarlas a tamaño original aún a costa de incrementar el precio. Lo del color (o su ausencia) hasta me hubiera dado igual.

EduXavi dijo...

Pienso igual que vosotros. Este formato de Clásicos DC no favorece para nada dibujos como el de Jack Kirby. Yo, sin ir más lejos, tuve ese problema cuando me compré el nº1 de los Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez, una serie que en su momento ya me la compré cuando Zinco la sacó en grapa, y que ahora quería tenerla en tomo y completarla. Pero cuando vi la calidad de reproducción y el tamaño que no favorecía para nada el dibujo de George Pérez, ya no continué comprándomela. Y por esa misma razón, no me compro otras obras que seguro que hubieran caído al saco.
Hay autores, maestros, y obras en concreto, que se merecerían otro formato más digno por ser quienes son.