miércoles, febrero 21, 2007

VIENTO EN LOS SAUCES de Michel Plessix / Kenneth Grahame

Estaba pensando en el viaje que hice a la Bretaña francesa para sacar ideas que utilizar en un nuevo post, cuando me acordé de que hacía tiempo que quería hablar sobre El Viento en los Sauces y aún no había encontrado el momento oportuno. De hecho, mientras escogía las ilustraciones para el post de Beatrix Potter, busqué premeditadamente una, la de Tomi Tejón, que me recordaba al personaje de Kenneth Grahame que vi en “El vent en el salzes”, la serie de dibujos animados que emitió TV3 a finales de la década de los 80.

A veces pienso que el paso del tiempo (o una forma de olvido involuntario) hace que nuestros recuerdos no coincidan fielmente con lo ocurrido realmente. Son esas bromas de la memoria que entremezclan historias hasta convertirlas en recuerdos preciosos que merece la pena no olvidar. O a lo mejor no, a lo mejor es verdad que ocurrieron así las cosas, tal y como creemos que ocurrieron. Yo relaciono la serie con plácidas tardes de domingo con la familia reunida frente a la tele, disfrutando tanto de ésta como de otras series que nos marcarían para siempre. Y aunque hablar no era nuestro fuerte, era increíble cómo puntualmente nos aposentábamos frente a la pequeña pantalla (en blanco y negro hasta el año 1984) para ver El virginiano, Furia, Kung Fu, La casa de la pradera, Curro Jiménez, El hombre y la tierra, Yo, Claudio, Arriba y abajo, o Con las manos en la masa. Paradójicamente, siempre me viene a la memoria el recuerdo de mi padre llorando mientras veía conmigo la triste historia de Candy Candy, que sería manga-anime, pero era una serie de dibujos que le gustaba mucho.

Supongo que habré dicho tantas veces que The Wind in the willows estaba considerado como uno de los mejores libros de literatura infantil de todos los tiempos que, al final, alguien cayó en la cuenta y me regaló “El vent en el salzes”, versión en cómic (en catalán) que Michel Plessix había hecho del cuento de Kenneth Grahame, publicada por la editorial The Comics & Games Art Studio (DCom), de Barcelona.

A veces me pregunto qué lleva a un escritor a escribir algo tan absolutamente distinto a lo que ha vivido. Un escritor escribe, diréis, y sus trabajos no tienen por qué tener visos autobiográficos. Sin embargo, siempre me pregunto cómo pudo Grahame escribir algo tan hermoso y lleno de vida cuando su propia existencia había sido tan desgraciada (si tenemos en cuenta que no tuvo una infancia demasiado feliz, con su esposa no se llevaba precisamente bien y su único hijo acabaría suicidándose).

Kenneth Grahame (1859-1932) había nacido en Edimburgo; su madre había muerto siendo él un niño, y su padre, que no se veía capacitado para cuidarlo, lo acabó enviando con una abuela autoritaria que, sin embargo (siempre hay que ver en todo una parte positiva, ya que este hecho le permitió conocer aquellos aspectos de la naturaleza que después reflejaría en sus cuentos), vivía en una casa en el campo próxima al río Támesis, en Berkshire. Al serle negada la posibilidad de estudiar en Oxford acabó trabajando en el Banco de Inglaterra, si bien su interés por la literatura le llevó a las tertulia de la Sociedad Shakesperiana de manos de su presidente, James Furnivall. El éxito en su carrera literatura le sobrevino gracias a la promesa que le hizo a su único hijo, Alastair, de contarle cada noche todos los cuentos que quisiera. El hijo eligió los protagonistas y el padre inventó las historias. Así nacieron Topo, Rata, Sapo, Tejón, Nutria, una serie de animales “humanizados” que son amigos a pesar de las diferencias que existen entre ellos y su peculiar idiosincrasia para representar la “sociedad victoriana” en la que viven, con sus normas y sus formalismos, pero también para manifestar sus transgresiones y sus rebeldías.

Si la novela es genial, la adaptación que de ella hace Michel Plessix en el cómic publicado por Dcom te deja sin palabras. Esta versión, publicada el año 2003, dirigida en principio a un público infantil pero que acabaría cautivando tanto a niños como a mayores (las buenas historias gustan por igual a grandes y pequeños, y los buenos dibujos también, ¿o no?) está basada en el original de la Editorial Delcourt, de Paris, Le vent dans les saules, que Plessix tardó ocho años en terminar. Pero el esfuerzo valió la pena; mirad si no la increíble lista de premios que ha obtenido con esta obra: Éléphant d’or al mejor dibujante, Chambéry 1997, Parent’s choice Gold Award, USA 1998, Mejor colección del año, Allemagne 1999, Premio a la mejor colección, Solliès 1999, Alph-Art del publico, Angoulême 2000, Premio del público, Perros-Guirrec 2000, Premio al mejor álbum extranjero, Amadora 2003, Seleccionado para el Eisner Award Children's comic book, San Diego 2003.

Este ilustrador y guionista bretón, nacido en Saint-Malo en 1959 (por cierto, qué gracia me hizo saber que era bretón; yo que había intentado escapar de la Bretaña francesa por un tiempo), que ha trabajado también para prestigiosas editoriales francesas y belgas, como Dargaud o Milan, ha sabido plasmar perfectamente y con un gran sentido del humor la personalidad de los animales protagonistas (Topo, tímido, curioso y un poco torpe quizás, pero sensible y melancólico; Rata es un artista (canta, hace poesía, dibuja), es irónica, dinámica, tiene las cosas claras y una gran experiencia e iniciativa para llevarlas a cabo; Tejón, en apariencia huraño y esquivo e incluso, en ocasiones, insociable, es un gran amigo (que no cuestiona a la gente ni a las cosas) y un gran conocedor de la naturaleza “humana”; Nutria, con los problemas que le ocasiona tener una familia, aparece siempre cuando menos se le espera (sobre todo si hay comida de por medio), pero también cuando se le necesita, mientras que Sapo, cegado por su pasión por la velocidad y los medios de transporte y artilugios modernos, es inconsciente, egoísta y cobarde).

Los colores de las acuarelas de Plessix consiguen, igualmente, recrear la naturaleza en los ambientes en los que se desarrolla la acción, llenos de magia y poesía: el paso del tiempo a través de las estaciones; las inquietudes del bosque salvaje; el río, cuya orilla se abandona, dejando de lado la seguridad de lo conocido, para adentrarse en el ancho mundo, que representa lo desconocido, el peligro, pero también la libertad, la necesidad de abandonar la tranquilidad del hogar y vivir aventuras; la ciudad, con sus calles repletas de gente, su estación de ferrocarril, y, sobre todo las casas en las que viven cada uno de los personajes.

Hay también un cambio de ritmo que se va viendo claramente a lo largo de los capítulos: Del ritmo lento y pausado de la tranquila vida en el campo, en donde es notable la influencia de los pintores impresionistas en el uso del color (se ve claramente en las referencias pictóricas de obras conocidas, como el Déjeuner sur l’herbe, de Manet o Tren en el campo, de Monet), se pasa al ritmo frenético y trepidante de la ciudad (en donde triunfan la velocidad y el bullicio) y al caos que provocan las comadrejas en la casa de Sapo y al jaleo que éste y sus amigos provocan para recuperarla. El bucólico paisaje campestre del principio deja paso a una desconcertante maraña de personajes al final.

A mí, que me encantan las ilustraciones con muchos detalles, me ha parecido extraordinario el trabajo de este ilustrador. Cada viñeta es como un mundo lleno de pormenores; ofrecen tanta información sobre las pequeñas cosas de la vida cotidiana que parecen tener vida propia. Se ve en los paisajes, pero también en los lugares en donde habitan los protagonistas. Si os fijáis, veréis que cada hogar es distinto y que refleja claramente la peculiaridad de sus moradores.

Lo que más me gusta de recrearme en esas viñetas es imaginar que vuelvo a estar en casa.

10 comentarios:

  1. Hola!

    He llegado a este blog desde tebelogs llamado por el tìtulo de el viento en los sauces. Lo cierto es que el libro de marras es uno de mis preferidos, no sòlo de literatura infantil, y no conocìa la existencia de esta adaptaciòn en còmic. De hecho, en cuanto se vaya acercando el verano y se escuche ya al flautista en el umbral del alba tengo pensado tirarme una semanita hablando de la obra de Graham en mi blog www.mundocabalgata.blogspot.com, citando sus adaptaciones, al tipo de obras que ha influenciado, los sitios en los que se la cita etc. etc. etc. Por eso me ha venido muy bien descubrir cosas de la vida del susodicho que desconocìa. Muy buen trabajo.

    Una ùltima cosa: En tu texto hablas de una serie de dibujos animados sobre el libro, pero yo la que conozco no era de dibujos sino de stop-motion, o sea, muñequitos. Es que existe otra o estamos hablando de lo mismo? La que yo digo, por si te da la nostalgia, està a un golpe de clic en el youtube, solo poniendo "Wind in the Willows".

    Y bueno, me callo ya, que hay temas que me atrapan.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Muy bonita reseña y que buena pinta tiene este comic, dan ganas de ir corriendo a comprarlo. Por cierto Susana, me tienes alucinado, ¿Como narices puedes acordarte hasta del año en que empezaste a ver la tele en color? Yo que soy incapaz de acordarme con mi memoria pez, de lo que hice la semana pasada.

    ResponderEliminar
  3. Pues sí, pues vas a tener razón Leinad. Lo he comprobado en el youtube.com y sí, la verdad es que los recuerdos, a veces, nos juegan una mala pasada,porque yo he acabado confundiendo la serie de "muñequitos" con la película de dibujos de Suevia films.
    De todas formas, gracias por la idea. Ni se me había ocurrido la posibilidad de que los videos de la serie pudieran estar colgados en Internet. Ahora tengo otra herramienta disponible.
    Por cierto, tomo nota de tu blog.

    La verdad Ximo es que tengo una memoria horrible. Si lees el comentario de Leinad lo comprobarás. Yo creía recordar que eran dibujos cuando se ve que no, que era una "stop-motion" (menos mal que siempre hay gente que te abre los ojos y te enseña dónde mirar, en este caso en el Youtube.com
    Lo de la tele a color es otra historia (Giuseppe puede confirmarlo), era una portatil y con una pantalla más bien pequeña.

    ResponderEliminar
  4. Es un artículo muy completo que te agradezco enormemente pues me ha ayudado a recordar detalles de esta maravillosa historia. Si mal no recuerdo, la escuchaba en cintas de cassette del "Cuenta cuentos" pero alguna vez logré ver las imágenes en vídeo o por la tele, cuando aún emitían las aventuras de Willy Fogg.
    Ahora ando buscando una versión en castellano del comic de Plessix.

    ResponderEliminar
  5. Gracias por tu comentario. Vaya, no sabía que fuera tan difícil encontrar el cómic en castellano. Hay libros que no deberían dejar de reeditarse nunca y éste es un buen ejemplo.
    A mí, lo que me gustaría tener a mano es "Le vent dans les sables" publicado por Delcourt.
    No entiendo cómo no hay ninguna editorial española interesada en publicarlo. En fin...
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Hola!!
    Saludos desde Perú, encontre tu blog de casualidad y me agrado mucho el articulo sobre Viento en los sauces. aqui en mi pais no recuerdo a ver visto la serie y tampoco el comic, y si no fuera por internet, nunca me entero de su existencia. Te envio un link para descargar el cuento gratis:

    http://el-viento-en-los-sauces-kenneth-grahame.archivospc.com/

    y otros link mas sobre comic aqui en Perú espero te agraden

    http://lanuez.blogspot.com/

    http://www.artistasgraficosperu.com/

    Gracias

    ResponderEliminar
  7. Te agradezco el comentario. La verdad es que a pesar de los años siempre hay historias que nos emocionan y la de Grahame es una de ellas. Es una pena que no puedas ver la adaptación de Plessix, es realmente impresionante, aunque puedes hacerte una idea con las viñetas que escaneó Eduardo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  8. ¿Tienes idea de donde puedo encontrar el cómic en catalán?

    Muchas gracias!

    ResponderEliminar
  9. Hola Daniel!
    Yo encontré el mio en la librería Abacus. Puedes consultar la existencia de ejemplares en:

    http://www.abacus.es/externo/tienda/Detalle_Libro.asp?cIsbn=8460790142

    Espero que lo encuentres, vale la pena :-)
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Muchas gracias, Susana!

    ResponderEliminar