jueves, marzo 29, 2007

MAGOS (I)

En toda historia fantástica existe un personaje esencial: el Mago. El mago es un hombre de cierta edad, de gran sabiduría, inteligencia y, por supuesto, del lado del Bien. Si sus características son negativas, se decide por el Mal, se le llama brujo. La contrapartida femenina, la maga, es poco frecuente y se puede confundir con el hada. Por supuesto, la bruja, es una mujer confabulada con las fuerzas malignas y, aquí, si existen más casos de brujas.

Los grandes magos por antonomasia han sido Merlín de Ciclo Artúrico, guía mentor y buen consejero; y Gandalf de “El Señor de los Anillos”, figura inspirada en el anterior pero con sus propias características y personalidad.

Podemos creer en Merlín como un personaje histórico, personificación de los antiguos druidas que se preocupaban por Britania y sus reyes. Es una figura casi política, necesaria en toda corte: el consejero del rey. Podríamos decir que Merlín es también una figura ecológica que se ocupa de la Tierra para que no sea dañada.

Gandalf es un hombre que surge del principio de los tiempos, un ser con tratos con elfos, preocupado por el Bien, por encontrar un equilibrio entre las razas. Y consciente del declive de los elfos y la prosperidad del Hombre. Por eso quiere ayudarles a conseguir una paz y una tierra libre del Mal. Cuando lo consigue, se aleja con los elfos y desaparece con ellos.

Todos lo magos tienen grandes poderes sobre la naturaleza, el clima o los animales, la transformación de objetos o de ellos mismos, levitan, lanzan rayos. Son sabios, conocen la historia, leyendas y profecías de sus pueblos, conocen el pasado y pueden consultar el futuro. Conocen el arte de sanar y saben de hierbas y curas. Conocen, ante todo, la naturaleza humana, el corazón y las necesidades de sus aprendices y del pueblo al que ayudan. Quieren evitar el Mal y la caída de la humanidad en una era oscura.

El mago debe transmitir su saber y educar a nuevos magos para que éste no se pierda y la humanidad no retroceda. Su aprendiz, un niño o un joven, le ayuda y atiende y recibe sus enseñanzas.

A los grandes magos citados no se les conocen aprendices, pero la semilla de su saber se va instalando en hombres dignos (Arturo, Aragon…).

Las dotes del mago aparecen en su niñez y deben ser reconocidas y guiadas lo más pronto posible, porque si no controlan la magia, ésta los controla a ellos, con resultados fatales para ellos mismos y los demás.

Tenemos muchos casos y ejemplos de jóvenes magos y su evolución:

El joven Ged (“Los libros de Terramar” de Ursula K. LeGuin) de orígenes humildes que conoce algunos trucos, evolucionará a un gran archimago en su madurez.

En “Crónicas de Belgarath” de David Eddings, el mago Belgarath guiará al joven Garion hacia su destino.

El caso del joven Harry Potter (personaje creado por J. K. Rowling), un joven que debe estudiar y perfeccionar su gran potencial mágico.

El genio Bartimeo debe colaborar y arreglar los fallos del joven mago Nathaniel en la trilogía de Jonathan Stroud.

Shail (“Memorias de Idhún” de Laura Gallego) evoluciona de un joven intrépido a un mago capaz, fuerte y generoso, que ayuda al dragón y al unicornio de todos los modos posibles.

También Mikhon Tiq (“La Espada de Fuego”, “El Espíritu del Mago” de Javier Negrete) evoluciona de un joven aprendiz, alegre y despreocupado, a un responsable y poderoso mago.

El entrañable, despistado y bueno de Fizban, de la saga “Dragonlance”, nos vuelve a remitir a un anciano sabio y bueno. Aunque siempre pierda su sombrero, tal vez nos oculte que no es tan despistado como nos hace creer.



Pero siempre hay excepciones: Rincewind (en la saga de “Mundodisco” de Terry Platchett) no es ni joven ni anciano, es un desastre de mago que se complica la vida y sólo quiere vivir en paz y comer tres veces al día, o más si es preciso. No es un buen mago, ni maestro. Pero es especialista en meterse en líos y en sobrevivir, que no es poco, en un mundo tan disparatado como es Mundodisco


(continuará…)

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