El primero escrito por Toni García tiene por título La gallina digital de los huevos de oro:
"Lejanos los tiempos de los clásicos de Disney, de las locuras de Ralph Baskin, cuando parece que hace mil años que se estrenó Akira (1988), la animación se ha convertido en un género que depende por completo de sus dosis de técnica, adicto a los ordenadores y observado por el resto de la industria. Todos toman nota de cualquier cloqueo de la gallina de los huevos de oro.
Sin ir más lejos, Fox espera romper convencionalismos (y taquillas) con el estreno de Avatar, película con parte del reparto de carne y hueso y parte digital en la que James Cameron aplicará una nueva tecnología que lleva muy lejos eso de que los actores pueden ser prescindibles. Los intérpretes digitales se mueven con más brío, no comen, no se sindican, ni protestan. Y Cameron tiene fama de ser inaguantable. ¿Es esto el futuro?"
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Y el segundo artículo, escrito por Gregorio Belinchón, lleva por título El futuro de la animación ya está aquí... y es en 3D:
"El 3 de abril de 1994 Hollywood sufrió un terremoto del que aún se siente la onda expansiva. Ese día, Frank Wells, el número dos de la compañía Walt Disney, fallecía al estrellarse su helicóptero privado. En aquellos momentos, el gigante Disney se basaba en dos patas: una endeble, la división de las películas con actores de carne y hueso, y otra robusta, la de animación.
Al mando de esta última división estaba Jeffrey Katzenberg (Nueva York, 1950) y bajo su batuta habían surgido ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, La sirenita, La bella y la bestia, Aladino y El rey león. "Vivíamos el inicio de la segunda edad de oro de la animación; la primera ocurrió con los clásicos de Walt Disney", rememora Katzenberg. Además, él mismo había liderado los acuerdos de compra de Miramax y de cooperación con Pixar. En definitiva, era el heredero natural de Wells. Pero Michel Eisner, el presidente, rehusó promocionarle. Katzenberg presionó, Eisner le pidió su dimisión y fueron a juicio. Resultado: una sentencia que indemnizó con 280 millones de dólares a Katzenberg. Con ese dinero, él, David Geffen y Steven Spielberg fundaron ese mismo año DreamWorks. Y nació un nuevo y poderoso estudio".
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Un saludo cordial.
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