Aunque no quieras reconocerlo demasiado públicamente, hay algo que no puedes negar: la capacidad que tienen de asombrarte. Nunca dejan de atraerte sus sugestivos dibujos, los fascinantes guiones, la seducción de los personajes, la interesante personalidad de los artistas y su capacidad para recrear la vida y milagros de personas reales convertidas en personajes que viven su propia historia ante nuestros ojos ávidos por saber qué fue de ellos.
Acabas dejándote vencer por su poder de atracción, así que te acercas y ves algo que pica tu curiosidad: en la portada se ve la imagen de una mujer sola, sentada sobre una maleta en el desierto mexicano, con una cámara en el regazo y otra colocada sobre un trípode; a sus pies, como su sombra, la hoz y el martillo, símbolos del comunismo. Se trata de Modotti: Una mujer del siglo XX, publicada por Ediciones Sins Entido, con guión y dibujo de Ángel de la Calle.
Lo coges y ves que se trata de la biografía de una mujer diferente (y por tanto interesante), la fotógrafa italiana, emigrada a los Estados Unidos, Tina Modotti, una artista que utilizó un lenguaje fotográfico propio para reflejar simbólicamente la realidad social mexicana de los años 20, y que se implicó políticamente, no sólo en México, un país que le fascinó desde el primer momento, sino también en Europa (Alemania, Rusia, Polonia o España) a través de su activismo antifascista y su militancia en el partido comunista.
El tema prometía, como prometen siempre las historias de mujeres realmente libres y extraordinarias, y entonces cometes tu segundo error, hojear el cómic, darte de bruces con el trabajo de Ángel de la Calle, con esos dibujos en blanco y negro tan personales, y hacerlo precisamente por la página en la que escribe sobre Taibo II. Sus comentarios sobre su pasado de agitador político y cultural, formado en las luchas estudiantiles mexicanas de los años sesenta, me hicieron recordar un libro que leí hace años y que me hizo cuestionarme muchas cosas: Niente e così sia, en el que Oriana Fallaci hablaba sobre la revuelta estudiantil del año 68 en la plaza de las tres culturas de México.
Lo consideré un buen augurio y ya sólo podía pensar en empezar la lectura. Estaba segura de que iba a gustarme.
A veces ocurre que te animas a leer cuando ves una portada interesante, unos personajes creíbles o una historia emocionante, pero lo que verdaderamente te atrapa es la forma en que el autor la escribe o, en este caso también, la dibuja. El autor se involucra tanto en la historia que, al participar como un personaje más en ella, consigue que la historia de Tina sea también la suya.
Ese inmiscuirse en la vida de Tina hasta tratar se resolver sus misterios y el sentido de su vida es lo que te engancha, porque con la lectura del cómic de Tina Modotti nace en ti el deseo de saber más sobre Ángel de la Calle; sobre la historia de la fotografía como medio de expresión cultural y social; sobre la Guerra Civil española (la revolución asturiana del 34, el Socorro Rojo Internacional, las Brigadas Internacionales, los exiliados, los intelectuales contra el fascismo…); sobre Diego Rivera (al que sólo conocía por su relación con Frida Khalo); sobre Ezra Pound; sobre el comunismo en Hispanoamérica (del que lo desconozco todo); sobre la Semana Negra de Gijón…
Lo bueno que tiene la curiosidad es que agudiza tu capacidad de fisgonear, no sólo en Internet, sino también dentro de uno mismo, y ello te provoca una gran inquietud.
Esa inquietud es la que sentía con la lectura del cómic de Ángel de la Calle, la que se siente cuando te gusta lo que lees y cuando notas que el autor ha conseguido conocer a los personajes que recrea y dotarles de una emoción que te lleva a seguir leyendo, a desear conocer toda su historia de golpe, asombrándote a cada página de que esos personajes hayan existido, de que hayan tenido vida propia, y es que, cuando murió, a los 45 años, Tina había vivido ya tantas vidas que, como leí en www.comitatotinamodotti.it/tina.htm, su compleja existencia parecía sacada de una novela.
Excelente comentario, un saludo desde la verde Asturias
ResponderEliminarJorge, te agradezco el comentario, sobre todo viniendo de alguien tan cercano a Ángel de la Calle y conocedor, como no, de su obra.
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