Yo, como otros muchos de mi generación, era de las que ahorraba la paga de los domingos para comprarme tebeos. Como otros muchos, me inicié en la lectura de novelas con las adaptaciones de la colección “Joyas Literarias Juveniles”, descubrí el placer de las “Grandes Aventuras Juveniles” de El Sheriff King y El Corsario de Hierro, y disfruté como una enana con El Capitán Trueno, El Jabato, Yuki el temerario, El Coyote, Roberto Alcázar y Pedrín (aún tengo pesadillas al recordar a Svintus, el hombre diabólico), El guerrero del antifaz, Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Don Miki (aún guardo las monedas con la efigie de los patos que regalaron con La Dinastía de los Patos) y tantos otros, frecuentando muchas veces, para conseguirlos, quioscos y librerías de viejo (sobre todo el quiosco Barrachina, donde encontré también mis primeros libros de Agatha Christie de la Editorial Molino con los que nació mi interés por la novela negra, pero esa es otra historia).
Era habitual vernos a los tres hermanos totalmente inmersos en la lectura y quiero creer que fue ese interés el que hizo posible que el “senyor Vicent”, un amigo de mi padre, nos regalara algunos de sus libros, cómics y revistas. Una de esas revistas llegó a casa un domingo por la tarde tras una de las frecuentes visitas que mis padres hacían a su amigo. La trajo mi hermano como un pequeño tesoro y enseguida nos enganchó lo que vimos en ella: era el número 6 de la revista El Globo.
Portada nº 6 de la revista El Globo
La revista El Globo, subtitulada “Revista mensual del Cómic” era una publicación de la editorial donostiarra Buru Lan, S.A. de Ediciones, que reeditaba clásicos del cómic americano e iba dirigida a un público adulto. Podéis imaginar que a nosotros, siendo todavía niños, nos pareciera increíble que a los mayores también les gustaran los tebeos (aunque los llamaran cómics) y mirábamos con ojos como platos las tiras de Quino, las historias de Will Eisner o las páginas de humor gráfico de Mordillo y Oski y devorábamos entusiasmados las entrevistas y los artículos relacionados con el mundo del cómic (en el número 6 encontramos una entrevista de Pedro Tabernero a Carlos Giménez y un artículo de Miguel Ruiz sobre Alfred Andriola, el creador de “Kerry Drake”, del cual se publicaba en ese mismo número la historieta “El testigo silencioso”, del año 1963). Sin embargo, esta editorial de San Sebastián sólo llegó a publicar 21 números, entre marzo de 1973 y noviembre de 1974.
Portada nº 1 de la revista El Globo
Con El Globo aprendimos que había una forma diferente de hacer tebeos y, sobre todo, conocimos a dibujantes y personajes de cómic que, de no haber sido por la revista, hubiéramos tardado en conocer.
Cuando mi hermano tiene a bien prestármela (“es mía, me la dieron a mí”), no puedo dejar de pensar en cómo pasa el tiempo, recordando en cómo me impresionaron las historietas de Alfred Andriola y Al Capp.
Al Capp (cuyo verdadero nombre era Alfred Gerald Caplin) había creado en 1934 el personaje de Li’l Abner. Abner era un joven granjero del pequeño pueblo de Dogpatch al que acompañaban Pappy y Mammy Yokum (ella siempre con una pipa en la boca, tan diferente al resto de mujeres voluptuosas que aparecían); el barbudo y melenudo Joe y el indio que siempre va con él; Tiny, el hijo pequeño, que por su aspecto más parece un “marine”, Daisy Mae, durante mucho tiempo la eterna novia de Abner y luego, ya por fin, su flamante esposa… Con todos ellos descubrimos una comunidad rural con todos los tópicos que conlleva la “América profunda” retratada como una caricatura grotesca y satírica del modo de vida americano.
Sin embargo, Kerry Drake, el personaje creado en 1943 por Alfred Andriola (autor también del detective chino Charlie Chan, creación literaria de Earl Derr Biggers en su relato La casa sin llaves), representaba otro tipo de cómic, el dirigido a un público interesado en series policíacas. Las aventuras y el cine reflejaban entonces los sueños del hombre de la calle en la década de los 40, de ahí el éxito que obtuvo la recreación de la agitada vida de un sargento de la brigada de homicidios neoyorkina, a la vez feliz padre de familia (de cuatrillizos) y amante esposo de Mindy.
Aunque me gustaron Li’l Abner y Kerry Drake, me impactaron sobre todo Mafalda y Spirit. De ellos me convertí en su fan número 1, aunque eso os lo contaré otro día.
Enlaces interesantes:
- Tebeosfera.
- http://dreamers.com/maestrosdelcomic/html/li_l_abner.html
Interesante post sobre una revista cuya existencia desconocía por completo.
ResponderEliminarPor cierto, ¡Yo también conservo todavía algunas de esas monedas de la Dinastía de los Patos!(esó sí, algo oxidadas)
Todavía me gustaba más Zeppelin
ResponderEliminarQué guay la dinastía de los patos, y que bien que conservéis las monedas. ¿Alguno podría escanearlas y mandármelas a mi correo terrormolinos@hotmail.com? Porfa. Me llamo Francisco Javier. Recuerdo que el Don Miki vino a substituir a los Dumbo de Ediciones Recreativas con las historietas fantásticas de Carl Barks que tanto influenciaron a Spielberg y Lucas.
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