¿No os ha sucedido nunca que a veces cae en vuestras manos de forma accidental un tebeo que, pese a alejarse por completo de la línea de vuestras lecturas habituales pasa a convertirse, primero en una agradable sorpresa, y luego en una obligada adquisición? Esto es precisamente lo que me ha pasado con La misma diferencia y otras historias de Derek Kirk Kim, impecablemente editado por Astiberri hace ya algunos meses.
La misma diferencia…
Yendo directamente al grano, el cómic llama de entrada la atención por su fluidez narrativa y la delicadeza de su estilo, de marcada influencia oriental. Esto último no es extraño siendo Kirk Kim coreano de nacimiento pese a residir en los E.E.U.U. desde los ocho años.
A nivel temático La misma diferencia vuelve sobre la incertidumbre ante el paso de la adolescencia a la madurez y la tenue frontera que separa ambos mundos, en esta ocasión con la bay area de San Francisco como escenario.
Supongo que estas palabras traerán a la cabeza de más de uno la imprescindible Ghost World de Daniel Clowes y, ciertamente, ambas obras comparten algunos rasgos en común, no solo en el aspecto literario sino también en lo estético. En este sentido, la escena de la conversación en el restaurante que abre el álbum ya nos retrotrae de algún modo a las charradas que se pegaban Enid y Rebbeca en la cafetería que solían frecuentar. Eso sí, en la obra que nos ocupa tiene más presencia el humor de la mano los jóvenes protagonistas, Simon (quien lo utiliza continuamente como defensa) y Nancy (que es toda una artista del sarcasmo).
Otra elemento que podría devolvernos el fantasmal mundo de Clowes son las tendencias voyeuristas de los dos personajes principales hacia quienes se les presentan como freaks, especialmente en el caso de Nancy. Es precisamente esa curiosidad lo que desencadena el viaje de Simon y Nancy a Pacifica (al fin, y al cabo cuarenta minutos de desplazamiento en coche ya suponen un viaje), la ciudad en que vivió el primero antes de trasladarse a la cercana Oakland.
Esa pequeña y casual excursión unida a su reencuentro con Irene, una amiga invidente de la época del instituto, obligan a Simon a enfrentarse con algunas cosas de su pasado de las que no se siente demasiado orgulloso, a la vez que a plantearse el modo de encarar un futuro que se le presenta incierto y amenazador.
Algo tiene que ver también la conversación del joven con su antiguos compañeros de clase, a sus ojos totalmente convencionalizados, casados y con hijos, pero que en realidad no son sino otros supervivientes que, como él mismo, intentan encontrar su papel en este mundo hostil. Y es que en realidad, Simon es consciente de que el propio hecho de haber edificado su vida post-instituto a escasa distancia de su lugar de partida no es sino otra metáfora de su falta de perspectivas frente a quienes, al menos, y por más que al joven le disguste su opción de futuro, ya tienen la suya encauzada.
Pero hemos descuidado a la otra protagonista Nancy, quien también va a descubrir algo sobre sí misma a lo largo del libro. Ambos comparten una preciosa amistad, que tal vez se nos presenta de forma muy idealizada, especialmente en la escena final del relato cuando Simon abre su corazón a su amiga y comparte con ella sus vergüenzas y temores, pero bueno, ¿acaso los lazos de la amistad son alguna vez tan estrechos como los que se forjan en esos maravillosos años?
Con todo, La misma diferencia carece del siempre inquietante toque de Clowes, revelándose como una obra más amable que la del citado pero no por ello menos (existencialmente) angustiosa. Si no que se lo pregunten al pobre Simon.
La misma diferencia…
Yendo directamente al grano, el cómic llama de entrada la atención por su fluidez narrativa y la delicadeza de su estilo, de marcada influencia oriental. Esto último no es extraño siendo Kirk Kim coreano de nacimiento pese a residir en los E.E.U.U. desde los ocho años.
A nivel temático La misma diferencia vuelve sobre la incertidumbre ante el paso de la adolescencia a la madurez y la tenue frontera que separa ambos mundos, en esta ocasión con la bay area de San Francisco como escenario.
Supongo que estas palabras traerán a la cabeza de más de uno la imprescindible Ghost World de Daniel Clowes y, ciertamente, ambas obras comparten algunos rasgos en común, no solo en el aspecto literario sino también en lo estético. En este sentido, la escena de la conversación en el restaurante que abre el álbum ya nos retrotrae de algún modo a las charradas que se pegaban Enid y Rebbeca en la cafetería que solían frecuentar. Eso sí, en la obra que nos ocupa tiene más presencia el humor de la mano los jóvenes protagonistas, Simon (quien lo utiliza continuamente como defensa) y Nancy (que es toda una artista del sarcasmo).
Otra elemento que podría devolvernos el fantasmal mundo de Clowes son las tendencias voyeuristas de los dos personajes principales hacia quienes se les presentan como freaks, especialmente en el caso de Nancy. Es precisamente esa curiosidad lo que desencadena el viaje de Simon y Nancy a Pacifica (al fin, y al cabo cuarenta minutos de desplazamiento en coche ya suponen un viaje), la ciudad en que vivió el primero antes de trasladarse a la cercana Oakland.
Esa pequeña y casual excursión unida a su reencuentro con Irene, una amiga invidente de la época del instituto, obligan a Simon a enfrentarse con algunas cosas de su pasado de las que no se siente demasiado orgulloso, a la vez que a plantearse el modo de encarar un futuro que se le presenta incierto y amenazador.
Algo tiene que ver también la conversación del joven con su antiguos compañeros de clase, a sus ojos totalmente convencionalizados, casados y con hijos, pero que en realidad no son sino otros supervivientes que, como él mismo, intentan encontrar su papel en este mundo hostil. Y es que en realidad, Simon es consciente de que el propio hecho de haber edificado su vida post-instituto a escasa distancia de su lugar de partida no es sino otra metáfora de su falta de perspectivas frente a quienes, al menos, y por más que al joven le disguste su opción de futuro, ya tienen la suya encauzada.
Pero hemos descuidado a la otra protagonista Nancy, quien también va a descubrir algo sobre sí misma a lo largo del libro. Ambos comparten una preciosa amistad, que tal vez se nos presenta de forma muy idealizada, especialmente en la escena final del relato cuando Simon abre su corazón a su amiga y comparte con ella sus vergüenzas y temores, pero bueno, ¿acaso los lazos de la amistad son alguna vez tan estrechos como los que se forjan en esos maravillosos años?
Con todo, La misma diferencia carece del siempre inquietante toque de Clowes, revelándose como una obra más amable que la del citado pero no por ello menos (existencialmente) angustiosa. Si no que se lo pregunten al pobre Simon.
Hey, tal vez he abusado de los paralelismos con GW y espero que ello no haga pensar a quien no la ha leído que la obra de Kirk Kim es un remake o un trabajo menor en comparación con la primera, pues sería injusto además de incierto. La misma diferencia es un gran cómic por derecho propio, máxime si consideramos la juventud de su autor y lo escaso de su producción hasta la fecha. Un Eisner, un Harvey y un Ignatz lo corroboran.
… y otras historias
Además de la obra principal, ya comentada, este bonito libro que nos brinda Astiberri presenta toda una serie de relatos cortos a modo de complemento, algunos de los cuales merecen realmente la pena.
Así, encontramos historias de marcado carácter intimista como Arrancar o la cruda y conmovedora Súper sin plomo.
… y otras historias
Además de la obra principal, ya comentada, este bonito libro que nos brinda Astiberri presenta toda una serie de relatos cortos a modo de complemento, algunos de los cuales merecen realmente la pena.
Así, encontramos historias de marcado carácter intimista como Arrancar o la cruda y conmovedora Súper sin plomo.
También algunas viñetas autobiográficas protagonizadas por un Derek que regresa a su Corea del Sur natal después de vivir varios años en los U.S.A., con las peculiares situaciones fruto del enorme contraste cultural entre ambos paises (impagables los momentos W.C. en Apreciación desagradecida).
El humor está así mismo presente en las páginas protagonizadas por el súperfreak Oliver Pikk, quien nos hace partícipes de su particular y tormentosa relación con el sexo opuesto.
Por último pero no menos importante la desternillante Entrevista con un humano, lúcida reflexión del autor sobre la humanidad y nuestra natural tendencia al belicismo, que pocos podrían imaginar fue gestada a modo de catarsis en las horas posteriores al 11-S.
En resumidas cuentas, que sobran razones para dedicar un hueco en nuestra biblioteca a este cómic.
El humor está así mismo presente en las páginas protagonizadas por el súperfreak Oliver Pikk, quien nos hace partícipes de su particular y tormentosa relación con el sexo opuesto.
Por último pero no menos importante la desternillante Entrevista con un humano, lúcida reflexión del autor sobre la humanidad y nuestra natural tendencia al belicismo, que pocos podrían imaginar fue gestada a modo de catarsis en las horas posteriores al 11-S.
En resumidas cuentas, que sobran razones para dedicar un hueco en nuestra biblioteca a este cómic.
Ah!, por cierto, Gracias a Ramón por dejarle este cómic a Chus, quien a su vez lo hizo llegar a mis manos.
Por lo que cuentas tiene buena pinta este comic, el problema es que hay tanta oferta que comprar, aunque muchos digan lo contrario, que se te acaban pasando algunos comics de compra obligada, aun siendo como es en mi caso, un buen seguidor de la editorial Astiberri. De todas formas, despues de esta buena reseña, intentaremos remediarlo proximamente.
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