Para esta oportunidad que se nos presenta y para la cual nuestro colega Giuseppe nos ha propuesto, para celebrar el 3er aniversario de Trazos en el bloc, el volver a publicar cada uno de los componentes del blog alguno de nuestros antiguos posts durante esta semana, me he decantado por volver a publicar un artículo que hace más de dos años y medio dediqué a "Manzinger-Z", aprovechando ahora que la Editorial RBA está publicando material manga de esta franquicia en dos colecciones como son Mazinger Z (material clásico) y Z Mazinger (material más moderno) de la mano de Go Nagai y Gosaku Ota. Que ustedes lo vuelvan a disfrutar leyéndolo como yo lo he hecho volviéndolo a publicar.
Qué mejor para estas fechas postnavideñas que un pequeño ejercicio de nostalgia dedicado a los que, como el propio Mazinger, nacimos a principios de los 70. Las palabras que siguen no pretenden ser un análisis exhaustivo sobre la popular obra de Go Nagai –en la web ya existe abundante información al respecto- sino más bien un recordatorio del errático periplo del gigante de aleación Z por estas tierras tan lejanas de la ladera del monte Fuji que lo vio nacer.
El nacimiento de un robot milagroso
Pese a diferir en algunos aspectos en sus respectivas versiones manga/anime -luego volveremos sobre esta cuestión- la historia de Mazinger es por todos conocida.
El nacimiento de un robot milagroso
Pese a diferir en algunos aspectos en sus respectivas versiones manga/anime -luego volveremos sobre esta cuestión- la historia de Mazinger es por todos conocida.
Centrándonos en la versión animada, en el curso de una expedición arqueológica el Dr. Infierno y el profesor Juzo Kabuto encontraron en una isla del mar Egeo los restos de unas sofisticadas y poderos máquinas de guerra con forma de robot. Dichos robots fueron creados por una antigua civilización conocida como los Mikenense. Al Dr. le faltó tiempo para encontrar una utilidad al hallazgo: la dominación mundial. El profesor Kabuto, que no compartía los sueños de conquista de su compañero, se enfrentó a Infierno y a duras penas consiguió escapar con vida de sus manos.
Kabuto dedicaría los siguientes años de su vida a la creación del Mazinger-Z, un ingenio mecánico destinado a detener los planes de su antiguo colega. Mazinger era un robot de combate superpoderoso que contaba con algo que lo diferenciaba de las creaciones de Infierno y que le daba ventaja sobre ellas: estaba hecho del más resistente metal conocido, la aleación Z o japanium, y cobraba vida alimentado por la energía fotoatómica.
Con el tiempo el malvado consiguió localizar y asesinar al profesor Kabuto, pero no sin que antes Juzo pudiera hacer a sus nietos conocedores de su extraordinaria herencia.
Bajo la tutela del profesor Yumi, el mayor ellos, Koji, aprendería a manejar el robot creado por su abuelo, combatiría hasta el final el ejército de Infierno y sus lugartenientes el Barón Ashler (o Ashura) y el Conde Brocken, descubririendo en el camino que el Mazinger puede convertir a quien lo tripula en un Dios o en un demonio.
El anime: primeros episodios emitidos en España
Aunque lo propio seria comenzar hablando del manga en cuanto obra original posteriormente adaptada a la pequeña pantalla, dado que por aquí la serie de televisión se adelantó en varias décadas a su fuente original, vamos a hacerlo a la inversa.
El anime: primeros episodios emitidos en España
Aunque lo propio seria comenzar hablando del manga en cuanto obra original posteriormente adaptada a la pequeña pantalla, dado que por aquí la serie de televisión se adelantó en varias décadas a su fuente original, vamos a hacerlo a la inversa.
Mazinger-Z, el manga, nació en Japón en 1971 de la imaginación de Go Nagai, siendo, como otras tantas obras, publicada en las páginas del semanario Shonen Jump de la editoria Shueisha. Pese a que pronto pasaría a ser mundialmente conocido por sus súper robots, el prolífico autor nunca ha hecho ascos a otros géneros como el terror (Devilman) o el erotismo. De hecho en la propia Mazinger son perfectamente apreciables elementos procedentes de otros ámbitos. Dada la gran aceptación del manga en su país natal, la versión animada no tardó en llegar de la mano de Toei Animation, convirtiéndose posteriormente en todo un éxito a nivel mundial.
Así, en 1978 y en horario de sábados a las 15:30 TVE sorprendió a todos los chinorris de España con una serie que estaba destinada a romper esquemas y a marcar a toda una generación. En realidad es difícil explicar por qué Mazinger-Z despertaba tanta fascinación. Lo cierto es que la animación era la típica japonesa de la época, con escaso movimiento y numerosos planos repetidos. Por otra parte, la estructura de cada episodio de Mazinger venía a ser siempre la misma. La cuestión es que solo la genial banda sonora (y no me refiero únicamente al popular tema inicial) y la emoción de ver qué nuevo bruto mecánico salía de la isla de Rodas para complicarle el día a Koji y Cia. bastaban para hacer del programa una cita semanal ineludible.
Para los más jóvenes, el único fenómeno que en años venideros pudo acercarse a Mazinger en cuanto a impacto sociológico fue Dragonball. Sin embargo me atrevería a decir que la repercusión del robot Z fue mayor, lo que atribuyo a dos motivos: mientras que la obra de Akira Toriyama pudo ser disfrutada en su integridad y vendría seguida por el propio manga original y numeroso merchandising, Mazinger no solo supuso una auténtica novedad en una época en que la oferta cultural externa de toda índole era más que limitada y el manga/anime unos completos desconocidos sino que, a la postre, no fue emitida en su totalidad adoleciendo de una cortísima trayectoria televisiva que, para mayor agravio de sus jóvenes fans, se vio además sesgada de forma abrupta y sin explicación alguna. No tengo duda de que todo ello abundó en la mitificación del robot.
De este modo, de los 92 episodios de que consta la serie, en una primera oleada pudimos disfrutar tan solo de 26 y, lo que es más grave, no se correspondieron con los 26 primeros de la versión original al omitirse numerosos capítulos. Con todo pudimos ser testigos el origen de Mazinger, su acondicionamiento para luchar bajo el mar, la conquista de los cielos gracias a la creación del Jet-scrander, la destrucción y reconstrucción del Instituto de Investigaciones Fotoatómicas, la caida en desgracia del Barón Ashler, la aparición del conde Brocken y la creación del Boss robot.
En fin, pocos recuerdos de mi infancia son tan malos como el del día en que puse la tele para disfrutar de una nueva entrega de mi serie favorita, y descubrí con estupor que nuestro querido gigante de aleación Z había sido sustituido por cierto niñito que buscaba a su madre de cuyo nombre no me quiero acordar.
Pero he hablado de una primera oleada, y es que creo que somos pocos los que recordamos que las navidades siguientes a su retirada de la pantalla TVE nos obsequió con otros cinco episodios de Mazinger-Z, siendo el último de ellos el número 56 de la serie original "El robo de la súper aleación Z".
Llegados a este punto no podemos dejar de recordar las razones que motivaron en última instancia la interrupción de la serie, y es que al parecer hubo algunos colectivos que consideraron que los dibujos que volvían locos a sus hijos eran demasiado violentos. Por supuesto jamás he estado de acuerdo con esa afirmación. Pienso que la mayoría de cosas de las que se dice son perjudiciales para la mente de los pobres niños son totalmente inocuas si van acompañadas de la pertinente explicación por parte de un adulto, y estoy convencido de que si algún día se me vá definitivamente la olla, la causa no será haber sido un freak de la obra de Go Nagai durante mi infancia.
Con todo, admito que la serie contenía algunos elementos que podían resultar difíciles de asimilar para la sociedad española de aquel delicado period0 histórico. Solo en el primer episodio el Barón Ashler asesina a la hermana de Koji y Shiro, Rumi, a sangre fría, y mata a Juzo Kabuto colocando un artefacto explosivo en su casa al más puro estilo terrorista. Por cierto, que el Barón debió ser el primer hermafrodita en la historia de la programación infantil. Además de eso en cada episodio salían al menos un par de robots partiéndose la crisma, los Máscaras de Hierro del Barón no eran sino zombis bajo cuyo casco escondían un cerebro animado mecanicamente, el Conde Brocken se presenta como un ciborg decapitado y las peleas a guantazo limpio entre Koji (machista impenitente) y Sayaka (chica de armas tomar) eran de campeonato. Hmmmm..... casi que dejaremos de lado lo de las escenas de ciudades en llamas, edificios destruidos y multitudes corriendo presa del pánico.
Aparte de lo dicho, en los episodios que nos perdimos se podía ver a robots volándose a sí mismos la tapa de los sesos con un rifle, nuevas muertes por atentado con bomba y al Conde Brocken partido por la mitad. ¡Ah si! además de todo eso los pechos de Afrodita-A no eran sino misiles que lanzaba a sus enemigos a las primeras de cambio ¡Dios mío, pero si la serie era genial!
En fin, fuere como fuere lo cierto es que después de eso pasarían casi un par de décadas hasta que pude enterarme de qué diablos hizo el Dr. Infierno con la aleación una vez en su poder.
El anime II: Mazinger en VHS y otras emisones posteriores
Afortunadamente la espera se hizo un poco más llevadera cuando la aparición de los primeros video-reproductores VHS y Betamax nos trajo en seis videocassetes los primeros 24 episodios de la serie emitidos en España, a razón de cuatro en cada cinta, de la mano de IVS. Realmente de todo esto hace tantos años como parece.
Pero el videoclub nos tenía reservada otra sorpresa en forma de una cinta de larga duración que respondía al título de SúperMazinger-Z. Años después descubriría que ese artefacto contenía en realidad las dos O.V.A. protagonizadas por Mazinger, Mazinger-Z contra Devilman (1973) y Mazinger-Z contra el General Negro (1974), así como Gran Mazinger contra Getter Robo (1975). Centrándonos en las dos primeras, decir que Mazinger-Z contra Devilman presenta a las dos creaciones más populares de Go Nagai en un remake de la saga del Jet-scrander con el ejército de Ashler como principal rival. Mazinger Z contra el General Negro es una pequeña obra maestra que en su corto metraje de alrededor de una hora contiene toda la esencia de Mazinger (además en la época en que la vi, me dió sin saberlo algunas claves sobre el final de la serie). Por destacar solo una, es especialmente emocionante la escena en que los brutos mecánicos de Mikenes dejan para el arrastre a un Koji/Mazinger que sigue luchando sin esperanza de victoria. En la cabina del planeador resuena la melodía de una caja de música que le ha regalado su hermano Shiro, quien en esos momentos se encuentra así mismo a las puertas de la muerte.
Me consta que esas pelis fueron editadas en VHS de forma independiente por Selecta Visión, pero desconozco si posteriormente fueron también lanzadas en DVD.
El periplo televisivo de Mazinger en España llegaría a su conclusión bastantes años después con la aparición de las cadenas autonómicas y las privadas. Paradojicamente, la tercera parte de la saga, Goldorak (UFO Robot Grendizer, con una setentena de episodios), le tomó la delantera a las otras dos, Mazinger-Z y Gran Mazinger (Great Mazinger). Ya entrados los '90 Tele5 rescataría estas últimas, eso sí, con un pobre doblaje completamente alejado de la calidad del de la andadura española de la serie en los '70.
Frente a la versión vista en Tele5 cabe destacar el estupendo doblaje de la que se pudo disfrutar posteriormente en el Canal 33, aunque solo apto para catalanoparlantes. Precisamente, gracias a esta emisión catalana (que aún conservo en varios VHS gracias a la tenacidad y constancia de mi buen amigo Ximo) pude por fin descubrir lo poco de que sirvió al Dr. Infierno hacerse con la aleación Z. También conocí a Minerva-X y presencié la destrucción de Afrodita-A y su reemplazo por Diana-A. En lo tocante al bando de los malos, hizo aparición el Duque Gorgon, sirviente del Emperador de las Tinieblas, cuya presencia era tan incómoda para Infierno y los suyos como para los propios héroes del Instituto de Investigaciones Fotoatómicas. La recta final de la serie trajo otros acontecimientos como el asesinato de un personaje secundario, la muerte en combate de uno de los clásicos lugartenientes de Infierno, la llegada del díscolo Vizconde Pigman y, por supuesto, la victoria definitiva de Mazinger, sacrificio final incluido.
Lamentablemente Canal 33 no siguió con los 56 episodios de la secuela, Gran Mazinger, que sí emitió en su día Tele5. Gran Mazinger nos va a relatar la guerra de los héroes de la Fortaleza de la Ciencia encabezados por Tetsuya Tsurigi (tutelado a su vez por el padre de Koji y Shiro, Kenzo Kabuto) contra el Imperio de Mikenes, personificado en el Gran Emperador de las Tinieblas y sus siete Generales . Esta nueva serie entronca por completo con los acontecimientos vistos al final de Mazinger-Z, y de hecho vamos a ver desfilar por ella numerosas caras conocidas ¿o acaso creíais que Koji sería capaz de permanecer quieto viendo como otro hace el trabajo duro?
Posteriormente solo nos quedaría la ya citada Goldorak. Aunque esta tercera parte esta inmersa en la continuidad de la serie original, poco tiene que ver ya con la inicial Mazinger -Z más allá de la ocasional aparición de alguno de los personajes de las primeras entregas. La más reciente versión/revisión de Mazinger responde al nombre de Mazinkaiser y permanece totalmente inédita en nuestro país.
Dicho todo esto solo cabe preguntarnos cuándo podremos disfrutar de una edición digna en DVD de las series dichas en España. Aunque desconozco cómo está el tema, creo no equivocarme sí afirmo que el problema radica en los derechos y en la inexistencia de una traducción con posibilidades comerciales. Desde luego, de hacerse algún día no estaría de más que incluyera el estupendo doblaje de los episodios emitidos en los ’70 por TVE, y por qué no, la versión en catalán de Canal 33.
El manga
Si ha costado tanto que el anime llegara a España en su versión íntegra, el caso del manga ha sido todavía peor, y es que resulta inexplicable la total sequía de obras de Go Nagai durante años en un país en el que el tebeo japonés se vende a porradas.
El manga
Si ha costado tanto que el anime llegara a España en su versión íntegra, el caso del manga ha sido todavía peor, y es que resulta inexplicable la total sequía de obras de Go Nagai durante años en un país en el que el tebeo japonés se vende a porradas.
En este sentido, la pionera fue Planeta De Agostini, que en 1995 nos ofreció en forma de miniserie de tres números Venger Robot Go, con guión de Go Nagai y dibujos de Ken Ishikawa.
No obstante, el mérito de traer Mazinger-Z a España se debe a Selecta-Visión, que en 2002 nos brindó los cinco tomitos que recopilan el manga original en una estupenda edición que, desafortunadamente tampoco tuvo continuación en Gran Mazinger o en otras obras de Go Nagai o de Mazinger realizadas por otros autores. ¿El motivo? Lo ignoro pero me da la impresión de que (de nuevo) los derechos de publicación y unas ventas que supongo no serían masivas tuvo algo que ver.
Y es una pena porque Mazinger-Z, el tebeo, es una obra absolutamente disfrutable tanto para fans del robot Z como para freakies del manga y el cómic en general. La obra en cuestión nos presenta un dibujo feista -grotesco incluso- y alejado de la línea clara de la versión anime, pero a la vez de mucha mayor calidad. La historia tiene algunos puntos en común con su posterior versión animada, alejándose de ella en otros, lo que lo convierte en un objeto irresistible para los fans de la serie de dibujos. A título de ejemplo, en el manga Juzo Kabuto fallece por causa de un terremoto y no por la mano de los hombres de Ashler, con lo que el personaje de Koji pierde la motivación de la venganza que sí mueve al de la serie animada.
Por otra parte llama la atención que si -con alguna excepción- el anime está serializado en episodios autoconclusivos de idéntica duración y estructura, unidos por un hilo argumental de fondo que constituye el motor de la serie, el anime es una sucesión de capítulos de extensión variable que parecen responder más a lo que al autor le apetece dibujar en cada momento que a necesidades narrativas concretas. La consecuencia es que mientras que la teleserie combina momentos de acción con otros más reflexivos el manga no da al lector ni un solo respiro.
Del mismo modo, mientras que la serie de TV se caracteriza por un desarrollo lógico y coherente, cada capítulo del manga es un auténtico brainstorming en el que de manera súbita y sin previa explicación se nos bombardea con numerosos conceptos. Ejemplos: El Jet-scrander, el robot de Boss o el Conde Brocken no hacen apareción como fruto de la propia dinámica de la serie sino que están presentes, sin más, desde un primer momento. Que esto no se entienda como una crítica, pues el tebeo no es sino la plasmación del vasto torrente creativo del Go Nagai de los primeros '70.
Con todo lo dicho no creo que sorprenda a nadie el hecho de que el erotismo y la violencia brillan en la versión de papel con mucha mayor intensidad. Particularmente no daba crédito cuando vi las impactantes viñetas de Garada K-7 cortando en dos con sus aspas a los soldados del ejército japonés en el tomo 1, o las bizarras escenas del Barón en la ducha (!!!). Otra de las obsesiones de Go Nagai, las deformidades físicas, también está presente en las páginas de Mazinger Z, por ejemplo en la forma de ese profesor Kabuto que, con todo, en ningún momento deja de resutar entrañable.
Uno de los alicientes de la serie de dibujos era ver con qué bruto mecánico nos iban a sorprender en el siguiente episodio, lo que siempre me ha llevado a preguntarme si los diseños de los más de cien que aparecen a lo largo de la misma se debían al creador Go Nagai o al equipo de artistas encargado de la versión anime. Aunque en el manga aparecen pocas de las bestias mecánicas de Infierno, las diversas viñetas en que el Dr. nos muestra su ejército son un auténtico quién es quién de robots, muchos de los cuales no volverían a aparecer en aquellas páginas pero sí en la posterior teleserie.
En fin, que todo lo dicho hace de Mazinger-Z, el manga, un diamante de muchos quilates. Tal vez sin pulir pero un diamante al fin y al cabo.
Y dicho esto, a los fans de Go Nagai ya solo nos queda seguir esperando la aparición en nuestro país de nuevo material del genial autor. Desde luego si algo hemos demostrado es que somos unos tíos pacientes.
Que entrañables recuerdos me produce el leer este nostálgico post. Yo era de aquellos numerosííííísimos niños que los sábados por la tarde estaba pegadííííísimo a la tele en blanco y negro, viendo con tremenda avidez un nuevo capítulo de mi serie favorita. No había quien me despegara del suelo o del sofá. Y como a mis padres, supongo, no les parecía que fuera ni nociva ni perjudicial para mi salud presente y futura, ellos encantados de la vida al tener miniparalizado a su hijo durante media hora, sin dar la lata.
ResponderEliminarEstos recuerdos son los que te hacen pensar qué felices éramos siendo niños, ¿no podríamos seguir siéndolo ahora?
Es cierto que Mazinger fue algo asombroso para las criaturitas de aquella época.
ResponderEliminarSin ponernos en plan "Cuentame", es cierto que te tragabas el "parte" porque no había otra y que estabas deseando que se terminase para que saliera lo del "planeador abajo", que te tenía sin parpadear ante la tele... y lo terrible que fue aquel día del insufrible niño y el mono!!!
Qué mala es la nostalgia!!!
Besitos
Si que es mala...
ResponderEliminarA veces me pregunto si mi pasión por los cómics de Jack Kirby y John Romita, el rock setentero y El Imperio Contraataca tienen que ver con la dichosa nostalgia, pero acto seguido me justifico diciéndome que todas esas cosas molan porque sí (y lo cierto es que molan).
Es normal que a ciertas edades haya cosas que nos impactan y que van a marcar nuestros gustos futuros. Supongo que lo ideal es no renunciar a ellas, pero a la vez expandir horizontes. Algún día me plantearé hacerlo :-)
Impresionante trabajo de memoria histórica de la niñez, te felicito por tu post del Mazinger.
ResponderEliminarAún recuerdo el día del estreno que teniamos invitados en casa porque acababamos de comprarnos una tele en color, y eso que sólo programaban cuatro cosas en ese formato!!! Después de las noticias... El primer capítulo, FLIPANTE, que colorido, que argumento (para la época). A partir del cuarto capítulo pillaba el radio-cassette INGRA de mis padres, le acoplaba un micro y grababa en "audio" capítulo tras capítulo que luego escuchaba hasta que las pobres cintas Agfa o Basf de color naranja no podían más. Sólo una corrección totalmente constructiva, lo recuerdo perfectamente, yo con mi micro en mano esperando el capítulo y... ORZOWEI (y no Marco) aparece en escena, una especie de Tarzán cutre y pastelero que se cría con unos "masai" de Africa, menudo chascazo!!!! Si no recuerdo mal en principio Marco lo daban las tardes de los sábados pero más tarde y luego lo pasaron al mediodía, pero seguro que después de nuestro querido robot pusieron al Tarzán de pacotilla ese.
Saludetes
Pues el caso es que sigo estando bastante convencido de que el culpable de tamaña afrenta fue "nuestro amigo Marco" y no ese antepasado (por lo humorístico) de George de la Jungla. Hmmm..... me aterroriza pensar que todo ese odio acumulado contra Marco durante décadas podría ser totalmente infundado.
ResponderEliminarPor cierto Elu, me he sentido plenamente identificado con lo de las cintas Basf, que en mi caso me grabó mi padre con el audio de algunos de los capítulos. Recuerdo algún que otro viaje largo con el coche a lleno hasta el techo y toda la family tragándonos los dichosos episodios :-) ¡Eso sí que era auténtico amor!
Uffffff q recuerdos.....
ResponderEliminarHace poco volví a ver unos cuantos capítulos. en fin nostalgia en estado puro. :)
Saludos
http://laestanteriademicasa.blogspot.com/
Mi aún no superado trauma (y el consiguiente odio al tipejo aquel del taparabos) puede dar fe de que el culpable de que mi dosis semanal infantil de Mazinger fuera cruelmente suspendida fue Orzowei. ¡Qué tirria llegué a tenerle, por Dios!
ResponderEliminarSí, yo también fui un canijo abducido por Mazinger Z. Hasta el punto de que mis padres tuvieron alguna que otra vez que parar el coche en mitad de un viaje a esa hora sagrada para que su retoño enloquecido no saltara por la ventanilla en busca de un televisor...
¡Qué tiempos aquellos, ains...!