miércoles, julio 04, 2007

CRÍTICA: LOS LEONES DE BAGDAD de Brian K. Vaughan & Niko Henrichon

La Editorial Planeta DeAgostini, en un cuidado tomo de tapa dura, nos presenta esta Novela Gráfica de Vertigo de uno de los guionistas más reputados últimamente, creador de obras como Y, el último hombre (ver post de Luis en este mismo blog) y Ex Machina (ver post sobre esta obra), que han dado un aire nuevo y fresco al cómic, atreviéndose con esta historia de la que ahora hablamos a contarnos las aventuras y desventuras de cuatro leones por las calles de Bagdad en pleno bombardeo de la coalición aliada durante la 2ª Guerra del Golfo.



En boca de los leones (aquí todos los animales tienen el don de la palabra), y a través de sus ojos, Vaughan nos hará una reflexión de lo que significan un bombardeo de una capital como Bagdad donde viven más de 5 millones de habitantes.

Nos divide la historia en varias partes, la típica división clásica de introducción (donde nos pone en el terreno), nudo (donde cuenta las vivencias de estos felinos durante la ocupación de las tropas de la coalición de países aliados comandados por los EE.UU.) y el desenlace (donde veremos donde nos lleva la historia, que todo hay que decir, está basada en hechos reales).

La ansia de libertad

Siempre nos daremos cuenta que uno de los instintos primarios que tienen todos los animales, sean racionales o no, es el afán de libertad. Vaughan arranca la narración en el Zoo de Bagdad, donde los animales que viven encerrados en él son alentados por uno de los felinos para que puedan alcanzar la libertad si estos se lo proponen y ver más allá de lo que hay detrás de los muros de su prisión, obtener esa libertad que les fue quitada a unos animales que siempre fueron salvajes en sus respectivos territorios (y que son aludidos en diferentes flashbacks).





Pero ni ellos mismos son capaces de ponerse de acuerdo (clara alusión al desentendimiento y la desconfianza que desde siempre han tenido también los humanos entre sí), porque en los animales también existen los depredadores y los depredados, los que dominarían y los dominados, y el entendimiento entre las partes siempre produce el desencuentro.

Tiene que ser un factor externo, un bombardeo, lo que posibilite la huida de los animales del zoo.

Libertad, ¿y ahora qué?

¿Es oro todo lo que reluce? ¿Estarán los leones (y demás animales) preparados para lo que les espera ahí fuera?

Durante toda la historia, Vaughan aprovecha las diferentes situaciones para ir soltando reflexiones en boca de los animales pero perfectamente asimilables a los seres humanos (como muy bien aprovecha también el autor en las dos obras mencionadas más arriba).


Vaughan es crítico y reflexivo, pero le da un tono “matizado” y “suave” a todo lo que dice y cómo lo dice, por lo que nos hace dudar que, aparte del hecho de la historia que les ocurre a los animales, haya en el fondo una crítica clara a parte del sistema tal como lo vivimos hoy en día. Podemos pensar que Vaughan no se alinea ni plantifica una postura clara sobre lo que opina sobre el conflicto, sino que parece que simplemente se centra en lo que les ocurre a los animales y su ansia de libertad, sin lanzar ni alegatos ni soflamas, y donde parece ser que es el lector el que debe ser crítico con el contexto de la historia, siendo éste parece ser secundario y sólo excusa, sin llegar a ser más de lo que es esta historia, la de unos felinos y otros animales que en el fondo viven al margen de los conflictos de los humanos y que de políticas y guerras no saben nada.

Aunque sólo vemos lo que es el comienzo de la entrada de la coalición aliada en Bagdad, ya intuimos la magnitud de la tragedia que se avecina (y que nosotros hemos visto, más o menos distorsionada, por los medios de comunicación). Y la visión que tienen estos felinos es la misma que tendríamos cualquiera de nosotros si estuviéramos en un lugar que no conocemos, donde lo que vemos no lo llegamos a comprender, y más si la situación es tal que estuviéramos asustados y hambrientos.

A esta historia hay que hacer mención a los magníficos dibujos de Henrichon, con una perfecta caracterización de los animales según lo que dicen o nos quieren transmitir, con uso de colores cálidos muy acordes a la zona en que se produce la narración, Irak, representándonos una bella historia no carente de toda su crueldad (si sabemos leer en entrelíneas).


En resumen, por según que cosas, ¿nos podemos autollamar nosotros mismos como "animales racionales"? Aquí simplemente vemos la visión que tienen los animales respecto a otros “animales”, planteándose constantemente preguntas. Y contado sin artificios de ningún tipo y sin opiniones partidistas que seguramente aquí no son necesarias plantearlas por el tipo de historia que simplemente se quiere contar.

Y, para añadir más reflexiones interesantes sobre esta obra, os recomiendo el debate, con opiniones diferentes, mantenido en el siguiente enlace sobre la reseña de esta obra en el DDT, entre Álvaro Pons (La Cárcel de Papel) y José A. Serrano (Guía del Cómic): http://blogs.ep3.es/ddt/2007/06/los-leones-de-b.html

Un saludo cordial.

2 comentarios:

  1. Me compré Los Leones y empiezo a leerlo. Se acerca Iván y me dice yo tengo uno de esos, bueno ahora lo tiene Sara.
    Adivina: El Rey Leon.
    Mi reseña sarcástica será con esa comparativa, como padre me harté de enseñarle cuentos del Rey Leon y eso me parece. Nada más falta el HAKUNA BATATA.
    Un saludo,
    José Andrés

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  2. Tienes toda la razón, José Andrés, el dibujo de Henrichon tiene un aire a “El Rey León” de la Disney. Ali tiene un aire a Simba, y Bukk y sus hermanos tienen otro a Scar. Pero, la historia que se cuenta, lo que se ve y lo que se lee en entrelíneas en “Los leones de Bagdad” dista mucho de ser la típica historia Disney

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