Para mí es un placer hablar sobre cualquier historia vinculada a un personaje, por el que siento tanta debilidad, como es La Cosa del Pantano, creado y conducido en sus comienzos bajo la batuta de dos autores con bastante solera. En la parte literaria tenemos a Len Wein, guionista con una extensa carrera a sus espaldas, conocido, sobretodo, por haber creado a un personaje tan popular como es Lobezno, y otros menos populares como son Nova y Blanco Humano, ademas de tener una extensa trayectoria como guionista en titulos punteros en las dos grandes editoriales americanas, destacando Amazing Spider-Man, The Incredible Hulk, The Mighty Thor, Fantastic Four, Batman y Wonder Woman. En cuanto a la parte artística tenemos al gran Bernie Wrightson, conocido, sobretodo, por sus historias sumergidas principalmente en un género, como es el de terror, a lo que hay que añadir su faceta de ilustrador, principalmente libros de Stephen King. Sin olvidarnos de sus trabajos haciendo diseños para diferentes películas de cierto renombre, como la saga de Los Cazafantasmas, The Faculty o Spiderman.
Tengo que admitir que mi máximo interés por este tomo es debido a un solo nombre, Bernie Wrightson, que durante un tiempo firmó como Berni, para que no lo confundieran con un afamado deportista norteamericano y que, por cierto, llevó a confusión a más de uno, por creer que era un nombre de chica. Wrightson es, sin duda uno de los dibujantes que más se merece una edición digna de sus obras, principalmente sus primeros trabajos, su etapa en la Warren y su libro ilustrado sobre Frankenstein. Recuerdo cuando, hace algunos años, descubrí sus magníficas ilustraciones en un libro de Stephen King titulado El ciclo del hombre lobo, con ilustraciones realmente impactantes, que sin duda se quedaron grabadas en mi mente durante largo tiempo.
Génesis Oscura recopila todos los números en los que colaboraron ambos autores, incluyendo una pequeña historia aparecida a finales de 1970, dentro de House of Mistery, que contaba el origen del personaje, y que fue cambiado, más bien retocado, en el primer número de su propia colección, aparecida poco tiempo después. Esta primera historia fue curiosamente gestada en una fiesta organizada por Marv Wolfman, en la que coincidieron ambos autores, y en la que, además, Berni utilizó como modelos para los principales personajes autores de la talla de Mike Kaluta, Louise Simonson, o incluso a él mismo.
Principalmente, nos encontraremos con números compuestos de historias autoconclusivas, inspiradas en los clásicos del terror, como son Frankenstein, el Hombre Lobo, o el Doctor Moreau, además de tocar el tema de la brujería. Por otra parte, y desmarcándose un poco de ese clasicismo, también tendrán cabida monstruos que parecerán sacados de la mente enfermiza, de un escritor como es H.P. Lovercraft, todo envuelto dentro de una estética sombría realmente conseguida.
Todo esto no aportaría nada demasiado significativo, sino fuera por la combinación que consiguió Len Wein, al fundir todo este toque clasicista que parece sacado de los largometrajes de la Hammer, con el peso que supone la pérdida de la humanidad, y la esperanza de recuperarla, pero no a cualquier precio. Por supuesto estará presente el tema de la persecución, y la huida durante gran parte de la historia, envuelta como no, de situaciones donde el amor y la venganza también estarán presentes, siempre marcado todo por la incapacidad de comunicarse por parte de nuestro pantanoso monstruo favorito.
Es curioso como a veces da la sensación que es La Cosa del Pantano el personaje que desprende más humanidad, de todo el elenco de secundarios que van apareciendo. Por otra parte, seremos testigos de la creación de los principales personajes secundarios aparecidos en esta serie. Cable, Arcane o Abigail, que por supuesto no consiguieron definirse, ni desarrollarse al nivel al que sí que llegó posteriormente Alan Moore, pero hay que tener en cuenta que eran otros tiempos, y otra forma de hacer y entender los cómics, donde, entre otras cosas, había más control censurador por parte del Comics Code –aunque, creo recordar, que la etapa de Moore pasó por completo del sello de aprobación del Comics Code-.
Y que decir del maestro Wrightson, capaz de construir sólo con sus lápices, atmósferas enfermizas, desasosegantes e incómodas, siempre sacándose de la manga imágenes impactantes, mostrando además un gran dominio de la puesta en escena y del ritmo narrativo, que consiguen colocar al lector ante un ambiente de pesadilla. Su distribución de viñetas es soberbia, con una composición de página digna de figurar como ejemplo en cualquier escuela de dibujo, dando siempre muestras de un equilibrio compositivo perfectamente medido, consiguiendo un gran dinamismo visual cuando hace falta, para dar ritmo, y una narrativa pausada, cuando es necesario en la historia.
Para acabar, sólo me queda comentar la magnífica edición que tiene este tomo, a un precio imbatible, y con el que ya no tendréis excusas para poder degustar los maravillosos lápices de un autor tan grande como es Berni Wrightson, y con el que sin duda babearéis irremediablemente.
Siento un especial fetichismo por esta obra. Gran trabajo de mi tocayo!
ResponderEliminarTioBerni, como veras hice caso de tu recomendación, y aunque no lo compré cuando salió, por no estar disponible en la tienda -si, si, ya se que tenía que haber revuelto cielo y tierra-, esta era una obra a la que le tenía muchísima ganas, y que he disfrutado mucho. No se que pasa, pero cuando más veces la miras, más te gusta.
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