Como preámbulo a esta edición que celebra el 25º aniversario de la publicación por primera vez de esta obra, podemos citar unas palabras que Fernando Fernández refleja en el prólogo: “Excelente argumento el de Homero, que el sentido de síntesis de un joven escritor como Pérez Navarro convirtió en guión de cómic, y un dibujante como Martín Saurí materializó en vigorosos diseños, en elegantes y a la vez barrocas imágenes”. Una obra que fue una fuerte apuesta personal de los dos autores, en la que volcaron ilusión y esfuerzo durante tres largos años y que tuvo una difícil salida al principio, teniendo que saltar el charco para ser publicada en la revista Heavy Metal de forma serializada con el título de “Odiseo”, para finalmente ser publicada en nuestro país en la revista Comix Internacional y, posteriormente, recopilada por Planeta DeAgostini.
Gracias a todo el maremagnun que ha generado la adaptación a la gran pantalla del 300 de Frank Miller, pudiendo decir ya que un clásico dentro del noveno arte (primera edición de 1998), y el interés que ha suscitado en el público en general todo lo relacionado con la cultura grecoromana, era un momento idóneo para recuperar esta obra de Pérez Navarro/Martín Saurí como se merece por parte de Norma Editorial, en sus bodas de plata, con una edición muy cuidada en formato álbum de 23,5 x 31 cms., cartoné, y buen papel.
Gracias a todo el maremagnun que ha generado la adaptación a la gran pantalla del 300 de Frank Miller, pudiendo decir ya que un clásico dentro del noveno arte (primera edición de 1998), y el interés que ha suscitado en el público en general todo lo relacionado con la cultura grecoromana, era un momento idóneo para recuperar esta obra de Pérez Navarro/Martín Saurí como se merece por parte de Norma Editorial, en sus bodas de plata, con una edición muy cuidada en formato álbum de 23,5 x 31 cms., cartoné, y buen papel.
Partimos de la base de que es la adaptación de una de las obras cumbres de toda la literatura universal, La Odisea de Homero, epopeya épica escrita en verso, en 24 cantos, en el s. IX a.C., lo que implicaba una tremenda responsabilidad el saber adaptar con criterio y rigurosidad una obra tan densa e importante por parte de los dos autores.
Naturalmente, cualquier adaptación de cualquier obra comporta la visión subjetiva de interpretación por parte del adaptador, y de permitirse licencias que llenen lagunas que puedan existir entre diferentes partes del texto original, por lo que es muy importante para el autor documentarse muy bien históricamente hablando, aunque estemos hablando de un período donde la documentación y las fuentes escritas no abundan, y donde se confunde siempre realidad con ficción, historia con mitología, política con religión, lo que complica aún más la posible veracidad final del adaptador, el cual debe saber emplear todos los recursos posibles de la profesión para que lo escrito/dibujado sea creíble para el lector, y más aún si cabe tratándose de la adaptación de La Odisea, una trama que transcurre durante 20 años de la vida de nuestro héroe, muchos años para resumirlos en 64 páginas con éxito.
Entrando ya a fondo de lo que me ha transmitido la lectura de esta obra, podemos decir, sin posibilidad de equivocarme, que Pérez Navarro ha sabido condensar un texto de por sí largo, dándole una coherencia digna de elogio, sabiendo darle el tempo perfecto para captar el ritmo de esta mítica epopeya griega, sin que nos sintamos huérfanos de texto, y donde el realismo magnífico de Martín Saurí es apropiado para describir ambientes y actitudes que sustituyan el texto suprimido por cuestión de espacio y donde se ve que la investigación arqueológica ha sido plenamente satisfactoria para obtener un resultado final muy correcto.
Naturalmente, cualquier adaptación de cualquier obra comporta la visión subjetiva de interpretación por parte del adaptador, y de permitirse licencias que llenen lagunas que puedan existir entre diferentes partes del texto original, por lo que es muy importante para el autor documentarse muy bien históricamente hablando, aunque estemos hablando de un período donde la documentación y las fuentes escritas no abundan, y donde se confunde siempre realidad con ficción, historia con mitología, política con religión, lo que complica aún más la posible veracidad final del adaptador, el cual debe saber emplear todos los recursos posibles de la profesión para que lo escrito/dibujado sea creíble para el lector, y más aún si cabe tratándose de la adaptación de La Odisea, una trama que transcurre durante 20 años de la vida de nuestro héroe, muchos años para resumirlos en 64 páginas con éxito.
Entrando ya a fondo de lo que me ha transmitido la lectura de esta obra, podemos decir, sin posibilidad de equivocarme, que Pérez Navarro ha sabido condensar un texto de por sí largo, dándole una coherencia digna de elogio, sabiendo darle el tempo perfecto para captar el ritmo de esta mítica epopeya griega, sin que nos sintamos huérfanos de texto, y donde el realismo magnífico de Martín Saurí es apropiado para describir ambientes y actitudes que sustituyan el texto suprimido por cuestión de espacio y donde se ve que la investigación arqueológica ha sido plenamente satisfactoria para obtener un resultado final muy correcto.
Pérez Navarro sitúa la acción en el regreso de Odiseo a su patria, Ítaca, después de haber naufragado su barco a causa de la furia de Poseidón (enfurecido con nuestro protagonista por haber dejado ciego a uno de los innumerables hijos del dios de los mares y los océanos). Cuando es hospedado por el rey Alcíneo de los Feacios, comienza a narrar en forma de flash-backs las diferentes aventuras y peripecias que le han ocurrido a él y a sus hombres en el viaje en barco desde Troya hasta Ítaca: su estancia en la tierra de los Lotófagos, su encuentro con los cíclopes (Polifemo), su llegada a Eolia feudo de Eolo, su trágica visita al rey Antífanes, la larga estancia con Circe, la bajada a los Infiernos, el hipnótico canto de las Sirenas, la heroica lucha con Escila en las Rocas Erráticas, la atracción de la Isla del Dios Sol, el amor sincero de Calipso...
Deteniéndonos ahora un poco en el dibujo de Martín Saurí, lo que vemos nada más se empieza a leer esta obra es, como muy bien nos decía Fernando Fernández, lo barroquizante (o clásicas, según se mire) de las ilustraciones de Martín Saurí, porque a veces nos encontramos delante de verdaderos cuadros del barroco francés o flamenco del XVII o XVIII, o del revival de los Prerrafaelistas del s. XIX, aunque también podríamos citar cierto aire clásico proveniente del neoclásicismo francés del XVIII-XIX, demostrando ese nuevo gusto por la representación de lo clásico (o no tan clásico), con poses, amaneramientos y actitudes medidas al milímetro de los personajes como si de verdaderos cuadros de un Poussin, de un Rubens, de un Rossetti, o de un David se tratara, poses amaneradas, grandiosas, magnificentes, perfectas, toda una tradición que se podía ver en las representaciones mitológicas (en el Parnaso, escenas bucólicas, bacanales...) de esos siglos, estilos e influencias que fueron adoptadas por el nuevo realismo representado y plasmado por muchos de los dibujantes españoles de los años 70/80 bajo la tutela/mecenazgo de Josep Toutain (Fernando Fernández, Esteban Maroto, Josep Mª Beà, Adolfo Usero, José Ortiz, etc.)
Deteniéndonos ahora un poco en el dibujo de Martín Saurí, lo que vemos nada más se empieza a leer esta obra es, como muy bien nos decía Fernando Fernández, lo barroquizante (o clásicas, según se mire) de las ilustraciones de Martín Saurí, porque a veces nos encontramos delante de verdaderos cuadros del barroco francés o flamenco del XVII o XVIII, o del revival de los Prerrafaelistas del s. XIX, aunque también podríamos citar cierto aire clásico proveniente del neoclásicismo francés del XVIII-XIX, demostrando ese nuevo gusto por la representación de lo clásico (o no tan clásico), con poses, amaneramientos y actitudes medidas al milímetro de los personajes como si de verdaderos cuadros de un Poussin, de un Rubens, de un Rossetti, o de un David se tratara, poses amaneradas, grandiosas, magnificentes, perfectas, toda una tradición que se podía ver en las representaciones mitológicas (en el Parnaso, escenas bucólicas, bacanales...) de esos siglos, estilos e influencias que fueron adoptadas por el nuevo realismo representado y plasmado por muchos de los dibujantes españoles de los años 70/80 bajo la tutela/mecenazgo de Josep Toutain (Fernando Fernández, Esteban Maroto, Josep Mª Beà, Adolfo Usero, José Ortiz, etc.)
Magnífico trabajo a tinta que suple perfectamente la ausencia de color, con un gran trabajo clasicista, y también amanerado, en la composición, y un uso de la línea perfectamente trazada sin buscar en ningún momento un estilo más libre y difuminado que nos pueda transmitir otras sensaciones (que a veces me recuerda al magnífico uso que hacía de ella un Beardsley, en este caso algo menos ondulante), con gran utilización del claroscurismo, que remarca la tensión de las grandes escenas representadas, como si de una verdadera “tragedia griega” estuviéramos hablando. Es todo un homenaje a los clásicos en una obra que es todo un referente clásico.
Y para redondear la jugada os recomiendo la interesante entrevista que le hace Félix Velasco a Martín Saurí y que resalta la tremenda humanidad de este artista (me arrepiento mil veces no haberle pedido una dedicatoria en el pasado Expocómic), la cual podéis leer en el siguiente enlace:
http://www.tebeosfera.com/Documento/Entrevista/Sauri/JMMartin.htm
Y para redondear la jugada os recomiendo la interesante entrevista que le hace Félix Velasco a Martín Saurí y que resalta la tremenda humanidad de este artista (me arrepiento mil veces no haberle pedido una dedicatoria en el pasado Expocómic), la cual podéis leer en el siguiente enlace:
http://www.tebeosfera.com/Documento/Entrevista/Sauri/JMMartin.htm
Hasta aquí mi reseña de esta obra, recomendadísima para cualquiera que quiera recuperar grandes obras españolas de las décadas de los 70/80 que en su momento poblaron su imaginario tebeístico y también recomendable para las nuevas generaciones de lectores que descubran que en las décadas de los 70/80 aquí se hacían tebeos de gran calidad por autores que, lamentablemente, han sido “casi” olvidados a pesar de ser grandísimos profesionales del medio.
Un saludo cordial.
Un saludo cordial.
Ahora acaba de salir una edición coloreada, y con nueva portada, que es una auténtica delicia para la vista.
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