martes, mayo 06, 2008

CRÓNICA: 26è SALÓ DEL CÒMIC DE BARCELONA (II): Las exposiciones (I): El Laberinto de DDT

Me ha tocado finalmente empezar los posts que vamos a dedicar a las exposiciones del 26è Saló del Còmic de Barcelona. Como es habitual en este simple recorrido que hacemos por las diferentes exposiciones, se trata meramente de dar las impresiones personales que éstas nos han causado como aficionado que asiste a un salón y, como son una de las actividades principales que este tipo de eventos realiza, hay que visitar sin falta las diversas muestras que sobre diferentes obras, autores o temas varios están diseminadas a lo largo y ancho del recinto salonil.

Este tipo de posts, más que hacer un exhaustivo recorrido por lo que fue la exposición en cuanto ha contenido, paso a paso, lo que ésta nos quiere mostrar, y hacer un estudio pormenorizado sobre el tema que se exhibe, sólo quieren mostraros a modo de simple y breve visita lo que yo como aficionado pude ver y sentir, dejando algunas de mis impresiones por escrito, y apoyarme sobretodo en las diferentes instantáneas que recogí sobre la muestra en sí, que son las que mayor peso tienen en una crónica como ésta, ya que siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, y que son fundamentales para mostraros cómo se organizó la exposición, que estructura compositiva tenía, y que fue lo que los comisarios determinaron a la hora de mostrar tal o cual elemento expositivo. Para explicaciones más exhaustivas, ya existen otro tipo de foros, sitios o ensayos.

A mí particularmente la exposición que más me impactó y la que creo que más riqueza de piezas expuestas aportó era la de El Laberinto de DDT, una exposición que por la espectacularidad del material expuesto y el valor intrínseco que éste tenía, te daba una idea muy fidedigna del laborioso e interesante trabajo que hay detrás de las cámaras, muchas veces oculto en las sombras o poco valorado, pero que es fundamental para que el resultado final sea óptimo, y más, en un caso como éste, cuando hablamos de los efectos especiales de maquillaje en una película de género fantástico, donde estos son claves a la hora de valorar, por parte de la crítica y del público, si la obra es de calidad o no, si ha estado o no a la altura de lo que se esperaba de ella, y si ha conseguido subir un escalafón más en este difícil y cambiante, continuamente, mundo de los efectos especiales de todo tipo y condición.

En este caso en concreto, los estudios DDT Efectos Especiales reproducían y mostraban parte del material utilizado en la realización de dos películas que han resultado ser todo un éxito de taquilla y de crítica, dirigidas ambas por Guillermo del Toro (del que dentro de poco se estrenará el segundo film de Hellboy, The Golden Army, y que ha sido finalmente el elegido para dirigir las dos películas que sobre El Hobbit se van a realizar próximamente). Nos referimos a Hellboy y El Laberinto del Fauno.

La exposición estaba montada de manera que uno entraba, por un arco de medio punto dovelado efímero de cartón-piedra, a un verdadero laberinto lleno de pasillos con vitrinas, y donde podía contemplar y maravillarse del grandioso trabajo que realizan los chicos de DDT. Una exposición muy completa, donde en un exhaustivo recorrido, dividido básicamente en dos zonas, podías contemplar las diferentes creaciones que estos estudios habían realizado para formar parte de dos películas tan fantásticas (en todos los sentidos posibles) como eran las dos mencionadas en el párrafo anterior.

Comenzando por la zona vamos a llamarla “Hellboy”, podíamos observar colgadas en las paredes toda una cantidad de diseños previos, bocetos y storyboards de la mano de Sergio Sandoval, necesarios para poder luego crear las obras maestras del maquillaje, porque no se puede calificar de otra manera, que formarían parte del atrezzo de la película y que serían fundamentales para hacernos creíble una historia que estaba protagonizada por seres fantásticos e impensables, que de otra forma no podrías nunca concebir, y que parte de ellas se podían contemplar, expuestas en diversas vitrinas, a tamaño natural.

Podíamos ver desde las diferentes máscaras de Kroenen, pasando por la mano derecha de piedra de Hellboy, sin dejarnos de lado las manos accionadas mecánicamente por servomotores de Kroenen, para llegar a la pieza principal, a tamaño natural, que causaba un verdadero escalofrío a primer golpe de vista, el cuerpo sin vida de, otra vez, Kroenen (éste personaje, junto a Hellboy y Abe Sapien, es uno de los personajes clave de la película en cuanto a los efectos especiales de maquillaje se refiere), y que os podéis hacer una idea viendo las fotografías.

En la segunda zona, estaban todos los elementos creados exprofeso para formar parte de la película El Laberinto del Fauno. Nada más cruzar el arco que daba acceso al laberinto de la exposición nos encontrábamos de bruces con el Hombre Pálido, a tamaño real, tal cual lo recordamos cuando vimos el film, en la escena que está inmóvil sentado en la mesa sin los ojos, cuando Ofelia entra en el salón del laberinto. A partir de aquí vemos una serie de componentes, objetos y utensilios que van saliendo a lo largo del film, sin olvidarnos de las diferentes mandrágoras accionadas mecánicamente, los animatrónics, donde se veían los diferentes cables y mecanismos internos que las movían, viendo in situ a una que se movía cada cierto tiempo porque estaba programada para ello. Todo este repertorio de objetos estaba complementado con los magníficos diseños, bocetos y storyboards de nuevo de Sergio Sandoval, verdaderas delicatessen que nos demuestran el virtuosismo de este autor a los lápices.

Y, para completar la muestra, un vídeo donde podíamos observar todo el proceso creativo de maquillaje que llevaba consigo El Laberinto del Fauno, donde Doug Jones, el actor que daba vida al Fauno y al Hombre Pálido a la vez (y el mismo que da vida a Abe Sapiens en Hellboy), realizaba multitud de sesiones de mímica gestual, sometiéndose a tortuosas sesiones de maquillaje y de caracterización, para fabricar las conocidas creaciones de moldes de silicona y sus consabidos positivos en yeso, que lo obligaban a estar durante mucho rato inmóvil para conseguir un molde perfecto aplicable como un guante a su cuerpo. Todos estos moldes hiperrealistas se conseguían finalmente con el acabado de pintura y complementos (ojos, pelo...) que dan el tremendo realismo a las réplicas de cuerpos.

Para ir finalizando, recordaremos, como ya comenté en la primera crónica, la presencia de todo un mito y, podríamos decir, verdadero padre de los efectos especiales de ciencia ficción, Ray Harryhausen, que gracias a sus logros de antaño podemos disfrutar de unos efectos especiales tal como los conocemos ahora. Se reunieron en Barcelona el pasado y el presente en este espectacular campo del "engaño" visual.

Lo dicho, es una de las exposiciones que más me ha gustado de todas las que se han celebrado hasta la fecha en el Saló, que volví a visitarla más de una vez, que era comprensible que se fueran formando largas colas de acceso los días de más concurrencia de público al Saló, porque aparte de lo interesante, espectacular y atractiva que pueden ser exposiciones de este tipo, hay que reconocer que los que la han comisariado han sabido reunir en un espacio expositivo limitado como éste, lo más representativo de las creaciones de DDT para las dos películas de Guillermo del Toro.

Para los que no pudisteis verla en su momento, espero que las diferentes imágenes que salen en esta crónica os hayan servido para haceros una idea de la fantasia que transmitía esta exposición por las cuatro paredes de este laberinto particular.

Un saludo cordial.

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