La razón de este “amor” por ellos puede ser que sea debido a toda la serie de situaciones límite que son capaces de acarrear a los seres humanos, lo que son capaces de provocar los “no muertos” en los “vivos”, las reacciones de estos últimos ante momentos inesperados de pánico, de situaciones surrealistas que ni en la mejor de las “películas” se podía prever que le sucedería a cualquier protagonista. De ver hasta dónde es capaz la condición humana ante acontecimientos que provocan que lo “racional” que llevamos dentro pueda responder satisfactoriamente y demostrar de lo de animal social que tenemos cada uno de nosotros o, al contrario, demostrar a todos y a nosotros mismos que, llegado el momento, sale a relucir nuestra naturaleza egocéntrica y egoísta, y nos preparamos a salvarnos a nosotros mismos por encima de los demás.
Y, a pesar de ser un tema muy trillado y redundante, como ya he dicho antes, los zombis son personajes que atraen sobremanera, tienen un algo que llega a “hipnotizar” y no es tanto por sus grandes actuaciones que me engancho a sus historias, si no por las actuaciones que son capaces de generar en sus opuestos, los “vivos”. Son situaciones que te obligan a estar pegado al sillón orejero enfrascado en su lectura.
Es un subgénero dentro del género de terror que ha sido llevado infinidad de veces a la gran pantalla, como las conocidísimas películas de un George A. Romero o la última de Robert Rodríguez con su Planet Terror (una de la partes de las que consta el film Grindhouse, junto al Death Proof de Tarantino), en la literatura con obras como el World War Z de Max Brooks, o en el cómic con la imprescindible, a mi entender, y siempre recomendable, Los Muertos Vivientes de Robert Kirkman y Charlie Adlard.
Ya centrándonos en la obra que nos reúne aquí, Apocalipsis Z, publicada por Dolmen Editorial, y que es su paso lógico al papel viniendo de una historia que Manel Lourerio empezó a colgar allá por diciembre de 2005 en su blog, con el pseudónimo de Mundocadáver, como un proyecto de relato corto, donde se convirtió, por meritos propios, en una lectura de culto por miles y miles de internautas de todo el mundo, es una novela que como muy bien indica su título, gira en torno a los a los zombies, y aunque estos aparecen por millares durante toda la obra son, como siempre ocurre en estos casos, los auténticos secundarios, excusa perfecta y necesaria para narrar las experiencias al límite de los “seres vivos”, en este caso de nuestro principal protagonista, un joven abogado gallego, y su odisea para poder sobrevivir a este verdadero apocalipsis que ha asolado la faz de la Tierra.
Su autor, Manel Lourerio, es un joven abogado pontevedrés, al igual que el personaje de la novela, que nos narra en esta obra la experiencia de él mismo ante la situación caótica que se desencadena a escala mundial con la exposición de un virus mortal soltado desde Daguestán (Rusia) capaz de provocar en la gente que enloquezca, muera y se convierta en verdaderos muertos vivientes, zombies al uso, que son los causantes del pánico general y de provocar posiblemente la desaparición de toda la raza humana.
Con una narración ágil y amena, utilizando perfectamente el tempo, nos cuenta de un plumazo los acontecimientos previos para llegar a la situación extrema a la que se llega, comentando, en un principio, los diferentes acontecimientos a través de un desfile de diferentes medios de comunicación, de prensa, radio y televisión, que van informando a nuestro protagonistas de cómo se ha podido llegar a este extremo, para ya entrar de lleno en las diferentes peripecias que nuestro protagonista tiene que pasar y sufrir para poder sobrevivir al verdadero infierno que se ha desatado sobre la Tierra.
Y, a pesar de ser un tema muy trillado y redundante, como ya he dicho antes, los zombis son personajes que atraen sobremanera, tienen un algo que llega a “hipnotizar” y no es tanto por sus grandes actuaciones que me engancho a sus historias, si no por las actuaciones que son capaces de generar en sus opuestos, los “vivos”. Son situaciones que te obligan a estar pegado al sillón orejero enfrascado en su lectura.
Es un subgénero dentro del género de terror que ha sido llevado infinidad de veces a la gran pantalla, como las conocidísimas películas de un George A. Romero o la última de Robert Rodríguez con su Planet Terror (una de la partes de las que consta el film Grindhouse, junto al Death Proof de Tarantino), en la literatura con obras como el World War Z de Max Brooks, o en el cómic con la imprescindible, a mi entender, y siempre recomendable, Los Muertos Vivientes de Robert Kirkman y Charlie Adlard.
Ya centrándonos en la obra que nos reúne aquí, Apocalipsis Z, publicada por Dolmen Editorial, y que es su paso lógico al papel viniendo de una historia que Manel Lourerio empezó a colgar allá por diciembre de 2005 en su blog, con el pseudónimo de Mundocadáver, como un proyecto de relato corto, donde se convirtió, por meritos propios, en una lectura de culto por miles y miles de internautas de todo el mundo, es una novela que como muy bien indica su título, gira en torno a los a los zombies, y aunque estos aparecen por millares durante toda la obra son, como siempre ocurre en estos casos, los auténticos secundarios, excusa perfecta y necesaria para narrar las experiencias al límite de los “seres vivos”, en este caso de nuestro principal protagonista, un joven abogado gallego, y su odisea para poder sobrevivir a este verdadero apocalipsis que ha asolado la faz de la Tierra.
Su autor, Manel Lourerio, es un joven abogado pontevedrés, al igual que el personaje de la novela, que nos narra en esta obra la experiencia de él mismo ante la situación caótica que se desencadena a escala mundial con la exposición de un virus mortal soltado desde Daguestán (Rusia) capaz de provocar en la gente que enloquezca, muera y se convierta en verdaderos muertos vivientes, zombies al uso, que son los causantes del pánico general y de provocar posiblemente la desaparición de toda la raza humana.
Con una narración ágil y amena, utilizando perfectamente el tempo, nos cuenta de un plumazo los acontecimientos previos para llegar a la situación extrema a la que se llega, comentando, en un principio, los diferentes acontecimientos a través de un desfile de diferentes medios de comunicación, de prensa, radio y televisión, que van informando a nuestro protagonistas de cómo se ha podido llegar a este extremo, para ya entrar de lleno en las diferentes peripecias que nuestro protagonista tiene que pasar y sufrir para poder sobrevivir al verdadero infierno que se ha desatado sobre la Tierra.
Fotomontaje de Loureiro de la portada del periódico El País cuando empezó el "apocalipsis"
Nos cuenta la historia en primera persona mientras anota los sucesos acaecidos en un diario, primero en forma de blog y, una vez ha caído la red de redes por falta de suministro eléctrico y otros factores, en una libreta-diario. Son entradas que hace (o intenta hacer) casi todos los días, algunas veces más de una en el mismo día.
Situaciones límite, asfixiantes, como las que ocurren en cierto hospital o en las calles de Vigo, claustrofóbicas, de constantes “uys” que te sobresaltan y están apunto de arrancarte el corazón. Son hechos terribles que si el lector se mimetiza con el protagonista padeciendo las mismas situaciones in extremis que él, puedes llegar a sentir el mismo terror y el mismo pánico agobiante.
En la historia que nos propone Loureiro va aumentando el climax a medida que avanza la narración, y lo que empiezan a ser entradas cortas de diario se van haciendo cada vez más extensas y más espaciadas en el tiempo, lo que te indica que la odisea sufrida por el protagonista provoca que, según la situación crítica que éste esté viviendo, y su estado de ánimo, pueda éste continuar relatando o no los hechos que acontecen y ser más profuso en su narración, porque más que contar una historia vivida le sirve verdaderamente como escapatoria y desahogo, dejando constancia de lo que ve y sufre.
Importante para la salud mental del protagonista es la compañía constante de Lúculo, su gato persa, que como buen gato es independiente y muy suyo, pero que se hacen imprescindibles el uno con el otro, porque seguramente sean unos de los pocos seres vivos que haya sobre la faz de la Tierra, y como muy bien recalca el protagonista constantemente, es su único lazo de unión con su vida anterior, la cual añora y le entristece al no poder saber lo que les pueda haber pasado a sus seres queridos, pero que los hechos que le suceden, sin él buscarlos, irremediablemente lo van endureciendo y haciéndolo insensible en algunos momentos. De ahí la importancia del gato, o de cualquier ser vivo que pueda aparecer, porque, como siempre se ha dicho, donde hay vida hay esperanza.
Antes de finalizar no quisiera dejar de hacer mención de la portada del gran Enrique Corominas. Portadista ya de merecidísima reputación, con magníficas ilustraciones para portadas de la Editorial Gigamesh, entre otras, en toda su línea de literatura de fantasía sobretodo, donde, si hay que destacar alguna como ejemplo, mencionaría las de la saga de Tormenta de Hielo y Fuego. Aquí, en esta novela de Manel Loureiro, hace un magnífico trabajo, donde realiza una ilustración que a simple vista parece sencilla, podríamos hasta calificarla de pseudominimalista en su concepción, pero que lleva una carga de fuerza implícita en ella que provoca el impacto visual buscado, con la mano de un zombie intentado agarrarte, como si se intuyeran las venas que se mancan en la epidermis, con una tonalidad roja sobre fondo negro, que simplemente con mirar la portada el potencial comprador, ya tiene claro a que género literario pertenece la obra, que tipo de lectura se puede encontrar dentro, y que intuye que, seguramente, le provocará más de un sobresalto su lectura. A todo esto le añadimos las cucarachas que forman las “o” del título y del nombre del autor, que afianzan aún más si cabe esa sensación de muerte, podredumbre y destrucción que el dibujante nos quiere transmitir, siendo como son las cucarachas las únicas supervivientes en cualquier holocausto que se pueda producir en la Tierra.
Situaciones límite, asfixiantes, como las que ocurren en cierto hospital o en las calles de Vigo, claustrofóbicas, de constantes “uys” que te sobresaltan y están apunto de arrancarte el corazón. Son hechos terribles que si el lector se mimetiza con el protagonista padeciendo las mismas situaciones in extremis que él, puedes llegar a sentir el mismo terror y el mismo pánico agobiante.
En la historia que nos propone Loureiro va aumentando el climax a medida que avanza la narración, y lo que empiezan a ser entradas cortas de diario se van haciendo cada vez más extensas y más espaciadas en el tiempo, lo que te indica que la odisea sufrida por el protagonista provoca que, según la situación crítica que éste esté viviendo, y su estado de ánimo, pueda éste continuar relatando o no los hechos que acontecen y ser más profuso en su narración, porque más que contar una historia vivida le sirve verdaderamente como escapatoria y desahogo, dejando constancia de lo que ve y sufre.
Importante para la salud mental del protagonista es la compañía constante de Lúculo, su gato persa, que como buen gato es independiente y muy suyo, pero que se hacen imprescindibles el uno con el otro, porque seguramente sean unos de los pocos seres vivos que haya sobre la faz de la Tierra, y como muy bien recalca el protagonista constantemente, es su único lazo de unión con su vida anterior, la cual añora y le entristece al no poder saber lo que les pueda haber pasado a sus seres queridos, pero que los hechos que le suceden, sin él buscarlos, irremediablemente lo van endureciendo y haciéndolo insensible en algunos momentos. De ahí la importancia del gato, o de cualquier ser vivo que pueda aparecer, porque, como siempre se ha dicho, donde hay vida hay esperanza.
Antes de finalizar no quisiera dejar de hacer mención de la portada del gran Enrique Corominas. Portadista ya de merecidísima reputación, con magníficas ilustraciones para portadas de la Editorial Gigamesh, entre otras, en toda su línea de literatura de fantasía sobretodo, donde, si hay que destacar alguna como ejemplo, mencionaría las de la saga de Tormenta de Hielo y Fuego. Aquí, en esta novela de Manel Loureiro, hace un magnífico trabajo, donde realiza una ilustración que a simple vista parece sencilla, podríamos hasta calificarla de pseudominimalista en su concepción, pero que lleva una carga de fuerza implícita en ella que provoca el impacto visual buscado, con la mano de un zombie intentado agarrarte, como si se intuyeran las venas que se mancan en la epidermis, con una tonalidad roja sobre fondo negro, que simplemente con mirar la portada el potencial comprador, ya tiene claro a que género literario pertenece la obra, que tipo de lectura se puede encontrar dentro, y que intuye que, seguramente, le provocará más de un sobresalto su lectura. A todo esto le añadimos las cucarachas que forman las “o” del título y del nombre del autor, que afianzan aún más si cabe esa sensación de muerte, podredumbre y destrucción que el dibujante nos quiere transmitir, siendo como son las cucarachas las únicas supervivientes en cualquier holocausto que se pueda producir en la Tierra.
Para concluir comentar que, para ser la primera obra de Manel Loureiro, la impecable forma de narrar con la que nos obsequia, sin paja añadida ni gratuita, no nos induce a pensar en ningún momento que estamos delante de su opera prima. Sólo esperemos que ésta no sea la última (y así parece ser, porque ya podemos leer en su web nuevas entradas de su Apocalipsis Zombie: Los días oscuros), y sea el inicio de nuevas historias más que nos hagan llorar y sentir de que somos muy afortunados de vivir y disfrutar de nuestra tierra y de todo cuanto nos rodea.
Un saludo cordial.
Un saludo cordial.
Una reseña cojonuda, la verdad es que el libro es absorbente. Yo me estoy esperando a que recopilen la 2ª parte en libro... :)
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la reseña, Dani. Después del éxito que está cosechando AZ, estoy seguro que los de Dolmen apostarán por la continuación, pero, mucho me temo, aún deberemos esperar un tiempo, siempre quedando el consuelo de leer esta obra, por entregas, en la web del autor.
ResponderEliminarPor el amoroso amor de Iniesta. Canción de hielo y fuego. CANCIÓN. No tormenta.
ResponderEliminarEn cuanto a la crítica… no tiene mucha crítica, más bien parece una visión ampliada de la contraportada (quitando uno o a lo sumo dos párrafos).
Me gustaría aclarar, para no inducir a error a posibles futuros lectores, que si bien sí es cierto que el autor desarrolla la trama sin paja alguna, que la historia es interesante y directa, no se puede obviar el hecho de que tiene un principio que decir que es forzado se quedaría muy corto. Además en muchas ocasiones el autor “hace cosas” dignas del más pulido manual sobre como NO escribir una novela. A mí sí me parece que se nota que es su primera obra y si no lo fuese debería ser la última.
Ya he terminado también “los días oscuros” creo que hay una mejora muy sustancial y aunque sigue habiendo fallos de manual, hay muchos menos. Lamentablemente pese a que va reduciendo sus defectos, no mejora sus virtudes (que son bastantes), esto deja un sabor agridulce a la progresión que debería seguir el autor a mi punto de vista.
Y bueno, me quejaré mucho porque es mi hobby, pero empecé “Apocalipsis Z” hace una semana y he leído el primero, el segundo y un tercio del tercero, así que tampoco será tan malo…
Estando de acuerdo de que es la opera prima del autor, y que siempre se notará el ser primerizo respecto a posteriores obras, yo siempre le estaré agradecido que la historia me enganchó desde un primer momento, me hizo redescubrir un subgénero como es el de los zombies, y que es de lo primero que pudimos ver en nuestro país anterior a la oleada zombie que desembarcó de la propia Dolmen Editorial.
ResponderEliminarUna historia que, pudiendo pecar de ser poco purista y canónica literalmente hablando, es tan real y verídica como lo puede ser un diario escrito por cualquiera, y eso es realmente un valor en sí mismo.
No se me malinterprete, a mí también me está gustando bastante, pero el hecho de que me guste no quiere decir que este ciego y no vea los fallos “garrafales” que tiene. Que el simple hecho de escribir y que no una, DOS editoriales publiquen tu libro, que además, como apuntas es de un “nuevo” subgénero, hasta donde yo sé, en la literatura española es un hito más que remarcable.
ResponderEliminarLo único que quería hacer ver es que para mí, en una reseña no se pueden apuntar sólo las virtudes, si leo tu reseña y luego el libro seguro que no me gustaría tanto como me ha gustado. Es como cuando esperas demasiado de una película y luego te defrauda.
En realidad también he encontrado tu blog buscando alguien que compartiese mi opinión, pero o estoy solo o la gente guarda silencio, quizá simplemente estoy equivocado.
En cualquier caso, saludos de un “compadre” lector.