“Georges y Edgar fueron amigos del alma, aunque no quisieran verse. Se conocían demasiado. Uno de ellos, Georges, se hizo famoso, importante. Georges se convirtió en el jefe, el censor, el vigilante celoso de su propio prestigio. Y no tendió la mano a Edgar cuando éste, hundido, le pidió ayuda. Cosas que pasan”.
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Un saludo cordial.
Pues el artículo no hace más que refrendar la idea que ya tenía de la persona de Hergé. Un tremendo ególatra. AVIV NIUQNARF!
ResponderEliminarPuede que tengas toda la razón por todo lo que se ha dicho y leído sobre él, pero eso no quita que sea uno de los grandes autores de la BD. Los artistas son así, a veces parece que algunos están hechos de una pasta muy diferente a la nuestra, por lo que cualquier crítica debe ser constructiva tanto para lo bueno como para lo malo.
ResponderEliminarSi eso es indudable. Lo que ocurre en el caso de Hergé es que en realidad habría que considerarlo como una marca, o un nombre de estudio, algo así como Disney. Es injusto atribuirle a él la "genialidad" sin incluir en el mísmo saco a Jacobs o De Moor entre muchos otros.
ResponderEliminarA estas alturas de la película y en los últimos años de su vida sin ninguna duda se convirtió en todo un símbolo, un mito y un nombre que, junto a su personaje, se ha transformado en un fuente de ingresos impresionante.
ResponderEliminarY, respecto a los otros autores que han participado activamente en la evolución y, porque no decirlo, en la mejora del personaje, hay que reconocerles por méritos propios su esencial contribución en la formación de un icono, santo y seña de lo que sería, y es, la Bande Dessinée.