Chantler, autor canadiense nacido en 1972, dibujante de cómics e ilustrador comercial, que ha trabajado en el campo de la animación y en la dirección de cortometrajes y del que hasta ahora sólo conocíamos Días como éstos, publicada por la Editorial Dolmen en 2007, se estrena como guionista con esta novela gráfica que recopila los tres volúmenes, de dos capítulos cada uno, publicados hasta el momento, con prólogo, interludio y dos epílogos, el segundo de los cuales es un compendio de anotaciones realmente interesantes sobre los diferentes capítulos, en el que nos cuenta, entre otros, en qué aspectos históricos ha basado su narración, cómo era la distribución geográfica de los territorios de la antigua colonia y su correspondencia actual, las soluciones utilizadas para resolver determinadas cuestiones técnicas, cómo son realmente los personajes que él ha creado y las relaciones que existen entre ellos o cuáles han sido sus referencias cinematográficas y literarias.
La narración transcurre en la Tierra de Rupert, en el año 1755, y comienza con un ritmo trepidante: un grupo de hombres armados persigue a un chamán cree llamado Ojo de Águila para impedir que lleve su mensaje al gobernador del fuerte Newcastle, Charles Lord, quien en estos momentos celebra su jubilación a la espera de que el barco de suministros Maid Marian traiga a su sobrino Templeton Fletcher, un dandi de Oxford que lee a Shakespeare, y a Sir Walter Hargrove, su sustituto. Mientras los cazadores encuentran a Ojo de Águila y lo llevan hasta el fuerte para que el reverendo Kirby le cure las heridas y consiga prevenir a Lord contra su propia muerte, el Maid Marian recoge a unos náufragos, que resultan ser franceses disfrazados de soldados ingleses al mando del despiadado Guerin Montglave, dispuesto a hacerse con el barco como paso previo a tomar el fuerte y obligar al gobernador y a sus hombres a huir a los bosques en busca de la ayuda necesaria para recuperarlo y rescatar a los que han sido hecho prisioneros.
Los hechos se suceden paralelamente y en secuencias cronológicas distintas, girando alrededor de personajes clave que tienen su opuesto: Ojo de Águila, el indio cree, y el reverendo Kirby; Charles Lord y Duncan Macdouglas; Guerin Montglave y René de Cuthbert; Simon, el hijo, y Fletcher, el sobrino, en ese juego de antagonismos que aparece incluso en el título de los capítulos (Llegadas y partidas, Agua y fuego, Jack y John, Libertad y cautiverio, Verdades y mentiras, Fe y desesperación).
El chamán cree, perseguido por los mercenarios franceses por ser el único capaz, con las visiones que le muestra el Águila, de conocer las pretensiones de su jefe, pone el contrapunto indígena a la ideología cristiana representada por el reverendo Kirby, mostrando el sincretismo existente entre unas creencias y otras ("El Gran Espiritu y vuestro dios cristiano son el mismo. Son los hombres quienes los creen distintos") y las diferencias en que los dioses se nos revelan según las culturas ("El Señor ayuda a quienes se ayudan a sí mismos", diría el reverendo Kirby, "y a los demás", añadiría el Gran Espíritu).
El gobernador Lord tiene la intención de abandonar la monótona vida de hombre de negocios al frente de la HBC, la Compañía de la bahía de Hudson, dedicada al comercio de pieles, para volver a Inglaterra, lo que lleva parejo convencer a los accionistas de la compañía para que le permitan regresar y disponer de los medios necesarios para hacer realidad, en el otoño de su vida, el que siempre ha sido su sueño: la exploración de territorios desconocidos. Explorar, ir en busca de las pieles en lugar de esperar que los indios las llevaran al fuerte, era lo que había estado haciendo en sus años jóvenes en compañía de Duncan Macdougal, John Blackmoon, Barclay, Watt, Jack Prince el rápido y el viejo Ojo de Águila, cuando con un par de canoas bien pertrechadas y un mapa mal trazado partían, por el Rey y por la Patria, a descubrir qué había más allá de las montañas, en busca del mítico paso al noroeste, que permitiría llegar a China por mar conectando ambos océanos. Aún después de que el grupo se separara para recorrer caminos distintos, el escocés Duncan permanece al lado de Lord y su sensatez ha sido siempre el contrapunto frente al espíritu idealista y aventurero del gobernador, la voz de su conciencia y el que le hace volver a la realidad en más de una ocasión.
Para el joven Fletcher, la llegada al Nuevo Mundo supone algo muy distinto a lo que esperaba cuando “firmó con la compañía y aceptó un puesto en la parte del imperio más olvidada de Dios para demostrar que es un hombre como su tío y no como su padre, porque teme que resulte ser al revés”, mientras que Simon, el hijo que Charles Lord tuvo con Luna Brillante, una india cree de la tribu Opaskwayak, marginado por unos y otros por ser mestizo, no acaba de encontrar su lugar y su insatisfacción le hace ser fácilmente manipulable.
Y es que Lord tiene muchas cuentas que saldar: la que más le pesa, el no haber sido nunca un padre para Simon, y la que más lamentará, su rivalidad con el despiadado Guerin Montglave. El francés aparece ahora dispuesto a vengarse del gobernador y no parará hasta matarle o destruirle –"no lucha como un europeo, golpea con rapidez, sin avisar, usa trampas y engaños. Busca acabar con sus enemigos lo más rápido posible y se asegura de que no vuelven a levantarse. Al estilo indio"– buscando algo más que el control sobre los fuertes ingleses y el comercio de las pieles. Pero no todos los franceses son retratados de igual manera: los hay como Cuthbert, hacia el que el autor tiene una mejor consideración, con una forma de pensar y actuar muy distinta a la de su jefe.
Chantler nos ofrece su particular visión sobre este período de la historia de Canadá, anterior a la guerra Franco-india (que enfrentaría a ingleses, franceses e indios y que llevarían al predominio británico y a la creación de un nuevo país), retratando la violencia intrínseca a esta época convulsa que enfrentaba a los "buenos" (los ingleses y los indios) y a los "malos" (los franceses), con un dibujo atrayente, muy detallista en cuanto a la escenificación de los ambientes, los objetos o el vestuario de los personajes, aunque poco realista en lo que respecta al aspecto físico de los personajes, a los que caricaturiza aproximándolos al "dibujo animado" (grandes torsos y largos brazos, un tanto desproporcionados respecto al resto del cuerpo, rostros angulosos...), pero cuyas características psicológicas retrata perfectamente para hacerlos creíbles.
Sorprende gratamente descubrir que la lectura de sus 276 páginas se hace corta, precisamente porque la falta absoluta de linealidad en el relato te apremia a continuar leyendo hasta conseguir ensamblar las diferentes piezas de este puzzle que no es sino una parte de uno mayor. En este sentido, ha sido todo un acierto utilizar este lenguaje narrativo claramente cinematográfico con planos y perspectivas muy efectistas (planos-secuencia y planos detalle, contrapicados), acciones paralelas y constantes saltos adelante en la narración que anticipan al lector elementos de la trama compensados por flashbacks que aportan las explicaciones necesarias para entender esas continuas alteraciones de la secuencia cronológica de la historia, que, sin embargo, consiguen atrapar al lector, permitiéndole reconocer los cambios en el espacio y en el tiempo: cómo los momentos en que transcurren las diferentes acciones vienen marcados por el uso del blanco, el negro y el gris, cuando la narración sucede en el tiempo real, o por el del blanco y el negro, exclusivamente, cuando corresponden a los flashbacks; cómo cambian las fases de la luna en acciones que han sucedido en momentos distintos o cómo modifica el autor su estilo gráfico a la hora de plasmar las visiones de Ojo de Águila.
Ilustración de Charles Lord realizada por nuestro compañero Gonzalo Vázquez
Una lectura muy recomendable para los que sienten predilección por los relatos que se desarrollan en el contexto histórico de la Norteamérica colonial y para los que gustan de historias de aventureros y exploradores en busca de quimeras.
Veo que Gonz ya ha empezado a ilustrar las reseñas con sus dibujitos: ¡así ya se puede!!
ResponderEliminarMucho ánimos y mucha suerte!!
Besitos (muchos)
La verdad es que le explotamos todo lo que podemos y más, y como encima se deja...
ResponderEliminarDe todas formas, él ya sabe que le deseamos lo mejor, así que reitero eso de mucho ánimo y mucha suerte,
aunque lo cierto es que la que hasta ahora está teniendo más suerte soy yo (je, je), que ya he conseguido dos de sus magníficos dibujos.
Más besitos!
jeje, gracias, gracias. La verdad es que está resultando un ejercicio divertido esto de los dibujos para posts. Y la verdad, no me había percatado que por ahora estás siendo la más favorecida, Susana, pero si es así es porque los tebeos de tus reseñas son las que más me han animado a dibujar :) bss
ResponderEliminarPero que arte tienes! Se lo acabo de enseñar a mis compañeros de piso y se han quedao topicuetos
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