Pero para evitar el tópico de la serie "friki", me gustaría iniciar todo esto hablando de la que ha resultado una de las mejores revelaciones de la pasada temporada en USA, con múltiples nominaciones a premios importantes y con reconocimiento unánime de la crítica. MAD MEN.
La serie nos presenta a un variado grupo de personajes que trabajan de forma frenética, como no podía ser de otra manera, en una agencia de publicidad de la quinta avenida neoyorquina en los primeros años sesenta. La elección de este período de tiempo por parte de los creadores (entre los que se encuentra una de las principales mentes detrás de Los Soprano) no es ni mucho menos arbitraria, ya que tanto para la profesión, como para la tv y los medios, como para la política y sociedad americana, la década de los 60 supuso una convulsa etapa de cambios.
Pero la principal virtud de los guiones no radica en todos estos matices de ambientación (perfectamente conseguidos, por otra parte) sino en el hábil juego que se plantea entre los diferentes estratos sociales existentes en la agencia, desde las secretarias sometidas hasta los ambiciosos ejecutivos y, ante todo, la compleja y elaborada reflexión que a lo largo de los capítulos (doce la primera temporada, y otros tantos la segunda actualmente en curso) se plantea con respecto a las relaciones sentimentales, y lo diferente que en aquella época era la percepción de la mujer en la sociedad, lo machista de algunas convenciones sociales que aún hoy siguen coleando, lo farragoso de aquellos matrimonios sin amor y de las piruetas que se hacían y se hacen con respecto a la discreción con los amantes.
Ahí esta el verdadero filón de la serie, que por supuesto se ve perfectamente potenciado por un elenco de actores y actrices que a pesar de ser relativamente desconocidos (al menos en nuestro país) brillan con luz propia a la hora de desarrollar cada escena y cada diálogo. No en vano, al elegante y de tremenda presencia protagonista de la serie, el director creativo Donald Drapper, le ha valido al actor que lo interpreta, John Hamm, un premio a la mejor interpretación dramática en la anterior edición de los Globos de Oro.
Pero la principal virtud de los guiones no radica en todos estos matices de ambientación (perfectamente conseguidos, por otra parte) sino en el hábil juego que se plantea entre los diferentes estratos sociales existentes en la agencia, desde las secretarias sometidas hasta los ambiciosos ejecutivos y, ante todo, la compleja y elaborada reflexión que a lo largo de los capítulos (doce la primera temporada, y otros tantos la segunda actualmente en curso) se plantea con respecto a las relaciones sentimentales, y lo diferente que en aquella época era la percepción de la mujer en la sociedad, lo machista de algunas convenciones sociales que aún hoy siguen coleando, lo farragoso de aquellos matrimonios sin amor y de las piruetas que se hacían y se hacen con respecto a la discreción con los amantes.
Ahí esta el verdadero filón de la serie, que por supuesto se ve perfectamente potenciado por un elenco de actores y actrices que a pesar de ser relativamente desconocidos (al menos en nuestro país) brillan con luz propia a la hora de desarrollar cada escena y cada diálogo. No en vano, al elegante y de tremenda presencia protagonista de la serie, el director creativo Donald Drapper, le ha valido al actor que lo interpreta, John Hamm, un premio a la mejor interpretación dramática en la anterior edición de los Globos de Oro.
Puede que resulte algo lenta en un principio, sobre todo visualmente hablando, ya que su montaje es poco dado a efectismos o piruetas visuales, pero indudablemente, la serie va ganando poco a poco en niveles de lectura, profundidad en los roles y complejidad en las relaciones que surgen entre ellos, siempre sobre una deliciosa patina de sobriedad, buen hacer y mejor gusto.
Como posdata añadida, no puedo evitar comentar la secuencia de créditos inicial, sencillo pero efectivo motion que acompañado con un potente y elegante tema instrumental de RJD2 ("Beautiful Mind", concretamente), prepara al público para sumergirse en el mundo de la publicidad de los 60.Si te gustaron Los Soprano o A dos metro bajo tierra (a las que por supuesto dedicaremos respectivos posts por aquí), merece la pena que le des una oportunidad a esta serie que este verano ha comenzado a emitir en nuestro país Digital +, y que si prefieres ver en inglés subtitulado, no te será difícil encontrar los capítulos con subtítulos elaborados por el magnífico equipo de Marga y Carpediem, que cada semana de verano nos obsequian con una minuciosa y encomiable labor de traducción altruista.
Bueno Gon, me ha picado el gusanillo, me fiaré de tu criterio e intentaré de alguna manera ver algún capítulo, ya te contaré mi parecer
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