viernes, febrero 27, 2009

TRES SOMBRAS de Cyril Pedrosa

Ninguno de los lectores que conozco se conforma con un único libro, la mayoría (entre los que me incluyo) lleva en danza más de dos lecturas al mismo tiempo. Cuando las escoges arbitrariamente puede ocurrir que te encuentres con la misma temática contada en formatos distintos. Una de esas casualidades, que no sabes muy bien cómo interpretar, me ocurrió no hace mucho, con una novela y un cómic.

Había comenzado La Carretera, la novela con la que Cormac McCarthy consiguió el premio Pulitzer en 2007 y que nos cuenta la historia de un padre y su hijo huyendo de lo inevitable. A pie, enfermos y hambrientos, muertos de miedo y de frío por la inclemencia de un riguroso invierno y empujando un carro de supermercado en el que van acumulando los pocos alimentos y ropas de abrigo que consiguen encontrar en su camino, son los supervivientes sin nombre de una violencia desmesurada que ha definido y separado claramente a los buenos de los malos. Su objetivo es escapar de la desolación que lo invade todo, siguiendo, en un mapa en el que cada vez es más difícil identificar la realidad de pueblos devastados, ríos contaminados, tierras calcinadas y un paisaje gris cubierto de cenizas, el itinerario que ambos han trazado y que tiene como destino un lugar situado en un sur imaginario, junto al mar y con un clima más benigno. El único punto de referencia en este viaje sin retorno es una carretera de la que, paradójicamente, deben apartarse continuamente para no ser descubiertos por otros que, como ellos, sólo pretenden seguir viviendo, aunque sea a costa de los demás.

Era la historia de un padre que trata de huir con su pequeño de los peligros que le acechan y, sobre todo, del destino terrible que le aguarda.

Y precisamente eso es lo que Cyril Pedrosa (Poitiers, 1972) nos cuenta en las 268 páginas de Tres sombras, la novela gráfica con la que obtuvo uno de los Premios Esenciales de Angoulême en 2008, publicada por Norma Editorial a finales del pasado año.

El pequeño Joachim vive una infancia feliz con sus padres, Louis y Lise, en una casa situada en el corazón de las colinas, al abrigo de las tormentas, hasta que un día comienza a temer a las sombras que por las noches divisa a lo lejos desde la ventana de su habitación, tres sombras a caballo que van acercándose y parecen buscarle. Es a partir de ese momento cuando la armonía de la vida que habían conocido comienza a resquebrajarse, poniendo fin a la paz y a la alegría que habían disfrutado hasta entonces. Atenazados por el miedo, los padres tratan de alejar a las sombras que, sin embargo, persisten en su actitud y se aproximan cada vez más a la casa y al niño. Haciendo caso omiso de la opinión de Louis al respecto, Lise decide dirigirse a la ciudad dispuesta a pedir consejo a una antigua conocida, la vieja Suzette Pique, experta en partos dolorosos y demonios interiores, quien, tras escucharla complaciente, no pudo sino confirmarle sus más terribles sospechas, haciéndole entrega de su propio diario, aquél en el que la anciana había descrito su propia experiencia con las tres sombras siendo una niña y el miedo que había experimentado al sentirlas tan cerca.

De regreso a casa, Lise ya ha aceptado resignada lo inevitable y con tal actitud se despide de su hijo, no así Louis, decidido a huir con el niño a un lugar en el que las sombras no puedan encontrarlo. En un intento de distraer a las sombras y conseguir que dejen de perseguirlos, Louis decide regresar a la tierra de sus antepasados, iniciando un viaje que se prevé sin retorno, navegando en un barco en el que todos los pasajeros tienen como ellos una única pretensión -huir-, que acabará naufragando en las oscuras aguas del destino. Nadie puede cambiar el cometido de las sombras; la solución sólo pueden ser temporal, ya que ellas no están dispuestas a cejar en su empeño de conseguir el objetivo que se han propuesto, aunque se hagan humanas por un tiempo y cometan como ellos errores que no les son propios.

Las diferentes partes en que está dividida estructuralmente la historia quedan patentes en los cambios que se producen gráficamente. La claridad del dibujo de los prolegómenos va trasformándose hasta convertirse en meras pinceladas, en trazos oscuros capaces de sintetizar los momentos de tensión y dramatismo, para volver de nuevo a ella en el epílogo. Se notan en el autor las influencias de su trabajo como animador en los estudios de la Disney en Francia. El dibujo, en blanco y negro y de una gran expresividad, se llena entonces de claroscuros que permiten al lector observar las escenas a través de los efectistas juegos de luces y sombras, de los diálogos con determinadas palabras remarcadas con énfasis, de las viñetas que rellenan toda una página o pierden su formato habitual para conferirle al conjunto un mayor dinamismo o de las perspectivas y picados cinematográficos que llenan de desasosiego a los protagonistas, pero también al que sostiene el libro en sus manos. La de Pedrosa es una historia triste y emotiva, de esas que tocan más de una fibra sensible, pero ha escogido el autor una hermosa manera de contarla en esta su segunda incursión en solitario, como guionista y dibujante; la primera que podemos ver publicada en este país, en donde sólo le conocíamos como ilustrador de los guiones de David Chauvel (Ring Circus, publicado por Norma Editorial).

Joachim, siempre hambriento, me recordaba al niño sin nombre de La carretera, el “vale” infantil siempre presente en sus diálogos, la gran confianza que ambos depositan en sus padres, la madurez que adquieren a lo largo del viaje y que ponen de manifiesto en el momento final...

Tres sombras no sólo es una lectura recomendable, es un obsequio que nunca agradeceré bastante, aunque estoy segura de que quien me lo regaló sufrirá más que yo cuando lo lea.

9 comentarios:

  1. Tres sombras es de las lecturas que más me han gustado de los últimos tiempos.

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que también es de las que más me han emocionado.

    ResponderEliminar
  3. Define Pedrosa muy bien a los personajes, esa madre que cono ciendo el destino de su hijo regala el poco tiempo de estar junto a su pequeño para que su marido tenga tiempo de despedirse de él, muy emotivo.

    ResponderEliminar
  4. Estoy de acuerdo. El momento de la partida impacta también gráficamente, los personajes se difuminan hasta casi desaparecer convertidos en trazos desesperados.

    Estaba segura de que lo captarías ;-)

    ResponderEliminar
  5. Acabo de leerlo y estoy totalmente de acuerdo contigo. Es una historia muy emotiva llena de expresividad.

    ResponderEliminar
  6. yo también lo he leido y le he hecho un homenaje...
    http://olgadedios.es/?p=493

    ResponderEliminar
  7. Una gran reseña, muchas gracias por ella. A mi, cuando lo leí, también me impactó esta novela gráfica. Espero que mucha gente pueda disfrutar de ella, de sus bellos dibujos, de su historia intimista y simbólica. La leí sin saber cuál era el tema principal, y cuando terminé la lectura me embargó una intensa emoción. Inolvidable.

    ResponderEliminar
  8. Lo leí por ser de Cyril (del cual he leído mas obras), lo compré en francés porque lo encontré en Francia de casualidad, y me ha fascinado. Una obra preciosa. Los dibujos y expresiones maravillosas, al igual que la historia y el sentido de la misma. Cyril es un gran autor, cuya elección es acierto seguro para mi.

    ResponderEliminar