EL CONTINENTE DE MÔN: SER REY de Quim Bou

El Continente de Môn: Ser Rey
Guión y dibujo: Quim Bou
Blanco y negro
Dude Cómics
Descatalogado

Hay dibujantes que, cuando ojeas por primera vez uno de sus cómics, surge un amor comiquero a primera vista. Sabes que va a estar bien, estás convencido, es un momento especial, en el que la intuición domina al resto de sensaciones.

Con Quim Bou me pasó eso. ¿La prueba?: compré la primera aventura de Orn -“Dos Espadas: Quizás”- que era un cómic de ¡¡grapa¡¡ y eso, en mi caso, fue noticia –sin pretender por favor crear la polémica habitual con los formatos-, ya que los contados ejemplares en cómic-book que poseo son una veintena de “The Spirit” de Norma, algún “Torpedo” editado por Glénat, y poco más.

Después de confirmar que mi intuición seguía en plena forma, quise seguir leyendo más cosas de Quim Bou y me hice con “Ser Rey”, una historia que junto a “Corazón Negro”, “Oro Rojo” y "La Isla de la Mano" forman el ciclo de El continente de Môn. No encontraremos los personajes del mundo animal de formas humanas visto en “Historia Universal”, sino a hombres, elfos, dragones o magos; un mundo fantástico de inspiración Tolkieniana, pero bajo el prisma de Robert E. Howard.

Un buen cóctel no se consigue sólo mezclando ingredientes. A una base que defina mínimamente el sabor, hay que saber añadir componentes en su justa medida para que no resulte empalagoso, demasiado fuerte o insulso. Yo creo que los cómics de Quim Bou son algo así, una estupenda visión de mundos ya medio inventados por otros, pero que son un marco, un escenario, una excusa para contarnos una buena historia.

En su juventud, Angor el Montañés, fue un gran guerrero; valiente, temerario, vencedor en mil combates y cuya mayor proeza fue rescatar a la heredera del reino de Corn de las garras del poderoso mago Rojo. Ahora el oficio de las armas queda lejano y lleva una aburrida existencia con su familia -mujer, hijos e hijastros- en una posada, soportando no muy bien el peso de la nostalgia. La llegada de un antiguo compañero de armas –Utail el gorgotroll- de paso con su mesnada le hará replantearse su vida y unirse a él como mercenario en las guerras del Norte.

En una página excepcional, sin texto alguno, observamos la lucha interna del protagonista entre continuar con su vida rutinaria o volver a los tiempos pretéritos.

Es en este momento cuando yo –Giuseppe, lector- más me identifico con el personaje. Por supuesto no por las hazañas de esta versión madurita de Conan el Cimmerio, ni tampoco por considerar que no estoy contento con mi vida y familia o pensar que en el pasado elegí mal mis opciones, sino porque ya estoy en una edad en la que uno empieza a darse cuenta de que el tiempo se escapa, de que pasan los años muy, muy deprisa y que ya no se puede pensar en “esto ya lo haré más adelante”.

Y si el cuerpo de Angor recuerda y se resiente de sus antiguas heridas, los músculos de un servidor en mis esporádicas salidas de running, parecen haber olvidado las “gloriosas” Medias Maratones de hace unos años.

También es interesante resaltar el momento en que nuestro personaje se incorpora a la Compañía de los “Tres cuernos”. A pesar de su experiencia, debe pasar una prueba de admisión como cualquier novato recién llegado. Talmente como en la vida real.

Narrativamente se emplean tres tiempos, el momento actual –en el que el personaje lucha por su vida-, el pasado reciente –la decisión de marchar en pos de la gloria- y el pasado ya lejano- el rescate de la princesa-; éste último diferenciado gráficamente por unos tonos difuminados e incorporar a modo de pergamino las palabras del narrador.

Sabiamente entrelazados, en ningún momento se pierde o confunde el hilo de cada trama.

Después de ver el resultado de la serie Orn, es inevitable pensar en una nueva edición coloreada de “Ser Rey”, sustituyendo las tramas grises que apoyan, dan matices y volumen al dibujo en blanco y negro por esa paleta de colores que tan bien se ajustan al universo de fantasía de Quim Bou. Pendones al viento, asedios, choques de espadas, bosques, barro o sangre lucirían estupendamente.

Publicado por Dude en formato prestigio de unas cincuenta de páginas, fue un esfuerzo por parte de esta modesta –y desaparecida- editorial por ganar un sitio en las estanterías de las librerías y, por tanto, permanecer más tiempo a disposición de los compradores que dos cómic-books. La reedición por Dolmen, siguiendo el camino abierto por “Corazón Negro” – y anunciado para dentro de un año “Oro Rojo”-, sería una excelente noticia.