Hablemos primero de la única exposición de la cual no conseguí hacer fotos por culpa de un pequeño problemilla con la cámara. Se trata de la dedicada en el Palacio de Valdecarzana a la trayectoria de Laura Pérez, una de las primeras autoras de cómic en nuestro país. Laura empezó su carrera en la revista El Víbora. En la exposición podían verse páginas de su trabajo en Markheim, El toro blanco, Amelia, Nuestra Guerra Civil o Susana.
Ya el viernes por la mañana, comenzaba mi primer día completo en Avilés desayunando en el centro comercial El Atrio, que acogía la exposición dedicada a Miguel Ángel Martín, en palabras de Ángel de la Calle, "uno de los autores más personales y creativos de la historia del cómic en España". La exposición permitía apreciar el talento y la capacidad gráfica de este leonés curtido en revistas de la etapa Toutain, autor de novelas gráficas con tan buena acogida como PlayLove y creador de personajes tan reproducidos en diferentes soportes como Brian the Brain. En los diferente paneles se alternaban páginas de historietas cargadas de sexo explícito y humor ácido con trabajos de ilustración para portadas, publicidad, etc. Para un servidor resultó especialmente reseñable su talento con el color y la plasticidad de sus composiciones, terriblemente modernas.
Esa misma tarde pude disfrutar de las dos exposiciones ubicadas en la Casa de la Cultura. La primera de ellas, situada en el vestíbulo del salón de actos, mostraba una deslumbrante selección de portadas y páginas del dibujante inglés Doug Braithwaite, que inició su carrera a los tempranos 17 años en Marvel UK, para después consolidarse en E.E.U.U. con Green Arrow o la saga junto a Alex Ross de Tierra X y, más recientemente, Justice, Thor: Secret Invasion o Lobezno Orígenes. A un espectacular dominio de la anatomía humana, hay que sumarle una sabiduría palpable en la composición de página. Las láminas realizadas con tonos en gris, principalmente portadas, obligaban al visitante a admirar durante minutos el dominio de este encantador autor que, todo sea dicho, me obsequió este año con un sketch alucinante.
La otra exposición en la Casa de la Cultura recogía una retrospectiva sobre la carrera del dibujante español Rubén Pellejero. Páginas de Las Memorias de Monsieur Griffaton, FM en frecuencia modulada, Dieter Lumpen, etc. El silencio de Malka, escrita por Jorge Zetner, su más significativo colaborador, supuso un cambio de estilo, más maduro y, a la larga, una de las cimas del cómic español, premiada en Angoulême y Barcelona. El dominio del color hace que las planchas más recientes de la exposición resulten aún si cabe más admirables, como en El vals del Gulag o L´impertinence d´un été. Una pena, por otro lado, que Rubén se me escapara sin una dedicatoria o sketch, algo que espero subsanar en el próximo Expocómic.
Dejo para el final la más colosal e impresionante de las exposiciones de esta edición. Se trata de la dedicada a la trayectoria del ilustrador y dibujante de cómic pictórico americano Scott Hampton, situada en el CMAE, centro de exposiciones avilesino de estupendo diseño y acabado. Los originales de sus páginas para un proyecto de La Biblia resultaban simplemente apabullantes. Además, pudimos observar de cerca páginas para Batman, el especial Solo de DC o la magnífica lámina que dedicó a la clausura del festival. Por cierto, que no haría justicia si no comentara las magníficas dedicatorias que Hampton realizó con tan buena disposición y paciencia en aquellos días.
En fin, aquí termina la narración de otro de mis grandes disfrutes personales durante las Jornadas, y no puedo evitar fantasear curioso por saber qué autores nos deslumbrarán en las próximas XV Jornadas.
Gracias por publicar este reportaje de las exposiciones de Avilés, ponernos los dientes largos.
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