Como cada año desde 2001, asisto a esta cita indispensable que se celebra siempre en el último fin de semana de enero en la ciudad francesa de Angoulême y que acoge a cientos de miles de visitantes en cuatro días intensos de encuentros, exposiciones y, como no, dedicatorias de los numerosos autores que asisten invitados por las editoriales que concurren a este evento.
Ha pasado una semana desde que se terminó el festival y creo que es el momento de ir haciendo balance de las experiencias vividas durante esos cuatro días. Aunque este año traté de tomármelo con algo más de calma, intensas han sido las horas pasadas y el cuerpo no lo olvida fácilmente. El cansancio hizo mella y tardé algún día para recuperarme de las agujetas que tenía en las piernas de estar de pie, mis pies descansaron del calor de la moqueta en los stands y mis hombros y espalda volvieron a la normalidad tras haber cargado con todos los tebeos llevados para la ocasión y con aquellos otros comprados allí mismo.
Y es en este momento en el que me toca transmitir algunas de las experiencias del encuentro de este año, me planteo cómo hacerlo, de tal manera que en vez de la tradicional crónica que describe el contenido del festival creo que voy a ir describiendo algunas de las vivencias que han tenido lugar en estos cuatro días en forma de pequeñas crónicas, para que puedan reflejar de algún modo lo que se vive como festivalero. Ya sé que es difícil que se pueda hacer sentir lo mismo que estando presente, pero quizás pueda despertar las ganas de ir a algunos de vosotros para el año que viene.
Ha pasado una semana desde que se terminó el festival y creo que es el momento de ir haciendo balance de las experiencias vividas durante esos cuatro días. Aunque este año traté de tomármelo con algo más de calma, intensas han sido las horas pasadas y el cuerpo no lo olvida fácilmente. El cansancio hizo mella y tardé algún día para recuperarme de las agujetas que tenía en las piernas de estar de pie, mis pies descansaron del calor de la moqueta en los stands y mis hombros y espalda volvieron a la normalidad tras haber cargado con todos los tebeos llevados para la ocasión y con aquellos otros comprados allí mismo.
Y es en este momento en el que me toca transmitir algunas de las experiencias del encuentro de este año, me planteo cómo hacerlo, de tal manera que en vez de la tradicional crónica que describe el contenido del festival creo que voy a ir describiendo algunas de las vivencias que han tenido lugar en estos cuatro días en forma de pequeñas crónicas, para que puedan reflejar de algún modo lo que se vive como festivalero. Ya sé que es difícil que se pueda hacer sentir lo mismo que estando presente, pero quizás pueda despertar las ganas de ir a algunos de vosotros para el año que viene.
Es por eso que he decidido comenzar por el encuentro que más me ha emocionado en la edición de este año, y bien digo emocionado, porque no sé si alguna vez tendré la ocasión de conocer en persona a un personaje de tal trascendencia en el mundo de la ilustración como lo es Jean-Jacques Sempé. Sí, nada menos que aquel que, junto al ya desaparecido Goscinny, dio vida al conocido de todos los niños y no tan niños, “El Pequeño Nicolas”, uno de esos personajes de la infancia que todos habremos leído en alguna ocasión y que acaba de ser adaptado al cine.
Era esta la primera vez que este autor se dejaba ver en Angoulême, para el deleite de todos sus admiradores, que vista la larga cola que se formó en su única sesión de dedicatoria, éramos muchos los que allí nos dimos cita. El lugar escogido para tal acto era el pequeño stand de las Ediciones Denoël, editor de muchas de sus obras.
Era esta la primera vez que este autor se dejaba ver en Angoulême, para el deleite de todos sus admiradores, que vista la larga cola que se formó en su única sesión de dedicatoria, éramos muchos los que allí nos dimos cita. El lugar escogido para tal acto era el pequeño stand de las Ediciones Denoël, editor de muchas de sus obras.
Para aquellos que no hayáis estado nunca en el festival, deciros que debéis daros una vuelta por las carpas de los editores independientes o alternativos al llegar, para ir tomando nota de aquellos posibles encuentros o dedicatorias que quedan lejos de la impresionante gran lona montada por las grandes editoriales y que es la que mayor número de visitantes acoge. De esta forma evitaréis perderos algunos de los mejores momentos, puesto que determinados encuentros se realizan fuera de las grandes aglomeraciones.
Volviendo a la sesión de firmas, deciros que yo llegué a la editorial a las 11 de la mañana y no se me dio mal, porque estaba el octavo sabiendo que la dedicatoria comenzaba a la una. Es cierto que me tocaba esperar, pero si encuentras gente amable y te organizas un poco, siempre se puede dejar la bolsa guardando el sitio y estirar un poco las piernas. Además, vista la enorme cola que se formó a partir de mi puesto, resultaba un afortunado.
Volviendo a la sesión de firmas, deciros que yo llegué a la editorial a las 11 de la mañana y no se me dio mal, porque estaba el octavo sabiendo que la dedicatoria comenzaba a la una. Es cierto que me tocaba esperar, pero si encuentras gente amable y te organizas un poco, siempre se puede dejar la bolsa guardando el sitio y estirar un poco las piernas. Además, vista la enorme cola que se formó a partir de mi puesto, resultaba un afortunado.
Por el stand circulaba Jean-Luc Fromental, un personaje clásico de los entresijos del tebeo en la época del Metal Hurlant, en su faceta como editor. Se encargó de preparar la mesa y de despejarla de libros y demás para recibir al maestro. Ya hemos comentado en alguna otra ocasión las bondades del estilo creado por Sempé, un dibujo tan simple y tan sencillo, pero que es capaz de condensar y mostrar las emociones con tal fuerza y tal intensidad. Muchas otras ilustraciones de muchísima mayor complejidad no logran transmitir ni la mitad de lo que logra Sempé con sus “garabatos”.
Y en eso llegó el tan ansiado momento. Se anunciaba por parte de gente de la editorial que Sempé se acercaba andando despacito y que estaba próximo a entrar. Su delicado estado de salud no permite muchas apariciones en público, por lo que esta ocasión se convertía en una oportunidad única y quizás irrepetible. Sin querer ponerme nostálgico, esta generación de artistas tan prolífica está llegando a unas edades que en cualquier momento puede dejarnos huérfanos de su creatividad.
De la mano de alguien de su familia, y pasito a pasito, por fin llegó y ese fue un momento de gran emoción para mí, conocer a una figura como esta en persona.
Y en eso llegó el tan ansiado momento. Se anunciaba por parte de gente de la editorial que Sempé se acercaba andando despacito y que estaba próximo a entrar. Su delicado estado de salud no permite muchas apariciones en público, por lo que esta ocasión se convertía en una oportunidad única y quizás irrepetible. Sin querer ponerme nostálgico, esta generación de artistas tan prolífica está llegando a unas edades que en cualquier momento puede dejarnos huérfanos de su creatividad.
De la mano de alguien de su familia, y pasito a pasito, por fin llegó y ese fue un momento de gran emoción para mí, conocer a una figura como esta en persona.
A pesar de todo el esfuerzo que para él supone una cita como ésta y sin perder el buen humor, el dibujante se enfrento a la dura tarea de dedicarnos sus libros a todos los presentes. Durante más de tres horas y con el bolígrafo en la mano, fue dibujando y firmando a todos los que allí hicimos cola. Como ya dije, en mi caso fue excepcional el puesto en que estaba, porque ya se sabe que la anticipación da sus frutos.
Como anécdota contaros que, cuando estábamos en la fila y ya se estaba firmando, llegó una chica muy mona ella con una acreditación de periodista que pretendía hacer una entrevista y de paso llevarse una dedicatoria. Preguntó muy amablemente a ver si se podía acercar a Sempé porque tenía que publicar un artículo y bla, bla, bla. Como me olía a chamusquina, le dije que si era para hacer una entrevista que podía pasar y hacerla mientras nos firmaba, pero si era para una dedicatoria, ni hablar, que se pusiera a hacer cola y que esperase su turno como los demás. No estaba yo haciendo cola y esperando mis horitas para que una jeta se colase por su cara bonita. Y no lo hizo conmigo, aunque después de que me tocase el turno y que el autor me hiciese un simpático dibujo en mi libro, la individua se metió hasta la cocina. Lo raro es que nadie más le dijese nada.
Como anécdota contaros que, cuando estábamos en la fila y ya se estaba firmando, llegó una chica muy mona ella con una acreditación de periodista que pretendía hacer una entrevista y de paso llevarse una dedicatoria. Preguntó muy amablemente a ver si se podía acercar a Sempé porque tenía que publicar un artículo y bla, bla, bla. Como me olía a chamusquina, le dije que si era para hacer una entrevista que podía pasar y hacerla mientras nos firmaba, pero si era para una dedicatoria, ni hablar, que se pusiera a hacer cola y que esperase su turno como los demás. No estaba yo haciendo cola y esperando mis horitas para que una jeta se colase por su cara bonita. Y no lo hizo conmigo, aunque después de que me tocase el turno y que el autor me hiciese un simpático dibujo en mi libro, la individua se metió hasta la cocina. Lo raro es que nadie más le dijese nada.
Pero bueno, prueba conseguida. Ya puedo contar en mi biblioteca con un Sempé firmado por el autor, una de esas raras ocasiones que se presentan muy de vez en cuando, quizás de forma única.
Por cierto, al que no vimos ni el pelo y venía con la misma editorial y de publicar el Génesis, fue a Robert Crumb, aunque por lo rarito que todo el mundo lo describe, no me extraña en absoluto.
Bueno, otro día os contamos más cosas. À bientôt!
Por cierto, al que no vimos ni el pelo y venía con la misma editorial y de publicar el Génesis, fue a Robert Crumb, aunque por lo rarito que todo el mundo lo describe, no me extraña en absoluto.
Bueno, otro día os contamos más cosas. À bientôt!
Magnífica experiencia con uno de los grandes de la BD y más, como muy bien dices, si se prodiga tan poco por los salones. Irrepetible y para tenerlo en lugar privilegiado siempre en el recuerdo.
ResponderEliminarY te aseguro que ganas e intención de ir tengo Juanmi... ahora hay que determinar el año y poder encontrar y solucionar la cuadratura del círculo ;-)
Ahora a esperar más crónicas y ponernos los dientes largos...
Siempre con ganas... a ver cuándo se hace posible asistir!
ResponderEliminarMuchas gracias por la crónica y ya esperamos la segunda parte ;-)
Besitos
¡Es precioso! Sempé sigue siendo un genio. Yo no pude ir a Angulema, pero si que tengo un par de ilustraciones suyas para el Paris Match que conseguí hace ya algunos años.
ResponderEliminarhttp://www.comicartfans.com/GalleryPiece.asp?Piece=350907&GSub=41297
y
http://www.comicartfans.com/GalleryPiece.asp?Piece=350906&GSub=41297
Qué bien, Juanmi, qué envidia me das. No tanto el dibujo (que también, no te creas) como el simple hecho estar con Sempé cara a cara. Ese hombre es como un pedazo de todas nuestras infancias.
ResponderEliminar