viernes, noviembre 11, 2011

CRÍTICA: FRATERNITY de Juan Díaz Canales & José Luis Munuera

Juan Díaz Canales tiene la virtud, aparte de, por supuesto, ser un magnífico guionista (y un buen dibujante aún por descubrir por estos pagos), de formar tándems con magníficos dibujantes que aún aumenta más si cabe su buen hacer en cada historia que es capaz de imaginar, conformar y transcribir para todos nosotros. Si ya hemos visto trabajos suyos con artistas de la talla de Guarnido y de Gabor, ahora se asocia con otro de nuestros máximos exponentes en el mercado franco-belga, el talentoso José Luis Munuera, en esta historia escrita en dos volúmenes por Éditions Dargaud y aquí recogida en un integral por Astiberri Ediciones.



New Fraternity es una comuna ficticia que creó el Sr. McCorman a mediados del XIX en el estado de Indiana. Los ideales de gente ilustrada intentaron conformar a mediados del XIX un lugar, una comunidad, donde las máximas de igualdad, fraternidad y libertad formaran parte de su ideario político, y donde el trabajo y fruto de la tierra intentaba ser repartido por igual entre sus miembros.

Pero a pesar de las buenas intenciones y buenas ideas que surgen a la hora de crear un lugar donde el ser humano se pueda sentir un único ente, un ser social, toda implantación de una sociedad ideal para gobernarse los unos y los otros siempre provoca, a medida que avanza ésta y van surgiendo los inevitables problemas y complicaciones a resolver cuando implica a más de uno, que sea lógico suponer que las desavenencias y las ideas diferentes surjan, creando, provocando que, lo que en un primer momento podía ser factible de realizar, se convierta en una realidad utópica que acaba con la confrontación de sus miembros en busca, por separado finalmente, de otro tipo, de otro ideario, de organización distinta, mejor para según quién quiera buscar el cambio.



Si a todo ello le añadimos un contexto histórico como es el de plena Guerra de la Secesión Estadounidense (recordemos que Indiana se decantó del lado de los unionistas del Norte, siendo un estado mayoritariamente abolicionista de la esclavitud), con la aparición a comienzos de la historia de un grupo de soldados del Norte de color, desertores por diversos motivos de su destacamento, con las consiguientes desavenencias en una parte de la sociedad “blanca” de la comunidad, pone aún más leña al fuego a la hora de intentar conseguir que esta sociedad, mínimamente aislada del mundo y autosuficiente, esté abocada continuamente a desavenencias que se van agrandando a medida que transcurre la acción y la historia que nos propone Díaz Canales.

Pero, aparte de una historia de deseos y anhelos, es también la historia de las desigualdades profundas que surgen entre los seres vivos, sean de la raza que sea, sean de la estratificación que sea que se les ha impuesto nada más nacer, sea de los profundos miedos que surgen entre los seres humanos ante los que son distintos a ellos, ante lo desconocido y lo no entendido y no comprendido racionalmente por ellos mismos, conformando un mosaico rico en matices pero tremendamente complejo para el que tiene que convivir con gente como él, que comparten a rajatabla su forma de pensar y ver el mundo, con otros que tienen sus miras puestas en idearios de otro tipo, radicalmente o no algo distintos o diferenciados, o muy diferentes en su concepción.



Díaz Canales conforma en tan solo dos volúmenes una historia correctamente estructurada que desde un primer momento nos pone en situación y nos permite adentrar sin dificultades en el día a día del la comunidad de New Fraternity. Pero como toda historia que se precie, esta tiene que tener una historia paralela, si la queremos calificar de esta manera, que sea el detonante que provoque que el lector se enganche en un relato que, a simple vista, pudiera convertirse en meramente descriptivo de una época concreta, de una sociedad real, para convertirse en un relato con leves toques fantásticos que rezuman por los cuatro costados y que nos intenta dar lecciones de cómo son muchas veces y como deberían ser verdaderamente las relaciones entre los seres humanos, entre iguales, o entre lo/s que no conocemos realmente... siendo el miedo a lo desconocido lo que muchas veces, en un momento concreto de duda y desesperación, saca a la luz el verdadero rostro ilógico y egoísta del ser humano, ganando por tanto terreno lo irracional frente a lo racional, el ímpetu frente a la calma, la incomprensión frente a la coherencia...



Munuera... simplemente magistral... Su capacidad de conseguir situarnos en contextos creíbles, y conseguir que los hagamos nuestros, es realmente impactante. Su aptitud de usar la cámara para lograr las perspectivas más reales y las panorámicas más impactantes, usando el tempo correcto y sin artificios fuera de lo estrictamente necesario, consigue que su dominio de la narrativa sea digna de ser reseñada. Si a eso le unimos un estilo perfectamente identificativo y personal, a caballo de los dos grandes estilos que han dominado el panorama de la BD desde siempre, el de la línea clara y el de la realista, conforma un fresco tan bien conseguido que el lector se queda prendado y enamorado de su arte y, porque no, de su virtuosismo a los lápices.



El color de Sédyas también ayuda sobremanera a conseguir ese aire sombrío y desangelado en ocasiones, con unos tonos ocre y terrosos, fríos, sin transmitir la calidez necesaria de una sociedad que se encamina hacia un nuevo mundo, si no más bien todo lo contrarío, mascando la tragedia, una sociedad utópica que no parece ser capaz de llegar a buen puerto por las desavenencias que se adentran en el fin de los tiempos del ser humano.

Por tanto, una obra que recomiendo de todas, todas, que le deis una oportunidad, en una correcta edición por parte de Astiberri (como casi siempre nos tiene acostumbrados), empleando ahora para este integral (a diferencia del anterior trabajo de Munuera para esta editorial, El juego de la luna, con guiones de Enrique Bonet) ese formato que cada vez se está imponiendo más y que a mí no me desagrada (a caballo entre las ediciones “casi de bolsillo” y las de álbum BD) y que Norma Editorial puso en funcionamiento no hace mucho tiempo, creando un formato medio de álbum de tapa dura que se acerca, por así decirlo, a ese formato que se quiere asemejar al siempre polémico formato “novela gráfica”, capaz por si solo de adentrarse e introducirse en más mercados y acorde a los gustos, puede ser, de la mayoría de los lectores.

Un saludo cordial.

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