viernes, febrero 04, 2011

HEREDERO DE LA ALQUIMIA de David Mateo

La Fantasía española está de buena racha. Y no solo en cantidad, sino en calidad. Ya es hora que dejemos de lado la tontería de pensar que los de fuera nos superan en Literatura Fantástica. Las recientes publicaciones nos demuestran que el nivel de la Fantasía española es muy alto y que no debemos sentirnos disminuidos ni dejar que nos influyan los autores extranjeros y acudir a los de casa. En otras ocasiones ya os he comentado autores españoles. Ahora le toca a David Mateo con “Heredero de la Alquimia” de Ilarión Ediciones.

Conocí en noviembre de 2007 a David Mateo en Castellón en una mesa redonda a la que acudió con otros pesos pesados de la Fantasía española en la que me abrió nuevos caminos y nuevas maneras de pensar en/sobre la Fantasía y más concretamente de la Fantasía española. Y este último noviembre, y también en Castellón, en FantastiCS'10, volví a coincidir con él. Vino a Castellón a presentar su última novela “Heredero de la Alquimia”. Ya me había llamado la atención esta novela y la tenía en la lista de inversiones, así que su disertación acabó de convencerme. Y como no tiene labia ni nada... No es un autor novel y nos ha dado una nueva visión, un punto de vista diferente de lo que es la Fantasía.

Unos hechos extraños y terribles, a orillas del Mar de la Sal, llevan a Neferet, sunu (médico) de Egipto, y a su discípulo Akbeth a tierras de la Pentápolis, a Sodoma. Ante todo lo que ha sucedido y vista la extraña criatura que ha podido ser capturada, emprenden viaje para descubrir su origen, quién la ha creado y cómo puede repercutir en la Pentápolis. Se tienen noticias del hijo de una ninfa, conocido como Saladân, gran cultista que duda y pregunta sobre la Vida. Parten hacia Kir-Moab, el bosque y hogar de las ninfas. Atraviesan desiertos y territorios desconocidos, visitan ciudades en decadencia y sienten la acción y amenaza que viene del Este, en una civilización guerrera que está en expansión. No encuentran respuestas pero se descubre un fondo de misterio en el joven Akbeth. Parten del hogar de las ninfas con nueva compañía y ayuda y llegan a las Montañas Sangrientas. Criaturas de Saladân les siguen la pista hasta Jericó. A estas alturas ya están convencidos que Saladân no es sólo cultista sino alquimista que juega con la Creación, con la Vida. En Ajántum se enfrentan a Gudú, discípulo de Saladân. Es en este lugar en el que se pone a prueba la entereza, la lealtad y el cariño entre Neferet y su discípulo Akbeth. Con el descubrimiento del destino de Akbeth y un inesperado giro en los personajes, llegamos a un final espectacular. Un final que queda abierto ante las diversas posibilidades que se abre, la amenaza del Este y los nuevos tiempos en los que se vislumbran guerras, peligros y un cambio en las civilizaciones.

El inicio de la novela es ya bestial. En lugar de poner “inicio” o “primeras palabras” o yo que sé, no, te pone “¡¡Alto!!”, con mayúsculas y doble exclamación. Ya con esto es suficiente para llamarte la atención y leerlo con mayor cuidado. Sí, con cuidado, porque estas primeras palabras, son una bronca con todas las de la ley en boca del narrador que nos llama soberbios, ignorantes e ingenuos. Con descaro y desparpajo nos advierte sobre la historia que vamos a conocer y nos pide que compartamos nuestro vino con él. Nos sitúa en antecedentes de ser un mundo similar al nuestro, pero que recordemos siempre que no es el nuestro porque “las esferas de los mundos” son muchas y evolucionan en paralelo. Se desarrolla en el mundo de Áperion, “esfera del principio”, porque no ha perdido el recuerdo del comienzo, las luchas posteriores ni la creación de las criaturas. Estas criaturas, de muchos tipos y clases, además de las humanas, son creadas por la Ciencia. Al contrario que en nuestro mundo que nosotros confundimos con mito o religión y lo unimos a la magia. Termina con la advertencia de ser cuidadosos con el libro porque todo lo que narra ocurrió realmente. Y después de esta bronca, ahora sí, en el “Prólogo” ya nos introduce de pleno en la historia. En él narra unos hechos donde ya intuimos un lugar exótico, unos hechos guerreros que nos indican una sociedad en peligro, unos personajes misteriosos con extrañas creencias.

La gran originalidad, de entrada, en esta novela, es la localización geográfica, el lugar en el que se desarrolla la acción y en el que los personajes desarrollan su personalidad, lo que arrastra en qué tiempo se sitúa. David ha situado su novela en un lugar reconocible de nuestro mundo pero en una zona muy poco a nada considerada en la Fantasía. Normalmente son lugares del Norte, con bosques, ríos, no desiertos ni montañas peladas. Como David dijo en su presentación, se inspiró en unas ciudades bíblicas, la Pentápolis, cinco ciudades poco conocidas históricamente hablando que rayan en lo mítico y fabuloso: Sodoma, Gomorra, Adama, Seboim y Saor. Esta zona del Oriente Medio, en una localización temporal mítica, lleva consigo unas civilizaciones muy antiguas, unas más conocidas y estudiadas que otras, pero todas, a nuestros ojos, fabulosas, que nos llevan a mundos lejanos en los que la Fantasía puede desarrollarse con toda comodidad. Mundos exóticos donde muchas cosas pueden ser consideradas normales pero que para nosotros destacan por su novedad. Los principales personajes son egipcios, las ciudades de la Pentápolis, Canaán, el Mar de la Sal, las civilizaciones del Este, de Mesopotamia, entre ellas Sumeria o Arabia, nos dan un marco histórico más o menos comprensible y localizable. Es en este punto en el que David Mateo pone en juego su imaginación y nos da unas civilizaciones antiguas, eso sí, pero originales. Nos da su propia interpretación de estos lugares míticos, sus paisajes por los que nos paseamos y unas civilizaciones y costumbres que tal vez han podido ser así y con unos seres que tal vez han podido existir.

David nos lleva de la mano a grandes ciudades con unas descripciones que te “meten” en ellas como pueda ser Sodoma. Una descripción de la ciudad como arquitectura y urbanismo, como una descripción del ambiente de los mercados, de la gente que atraviesa sus puertas, el sonido, el olor, las tabernas de una ciudad populosa. En contraste con las zonas ricas, con un ambiente tranquilo, sereno, elegante. La llegada de Neferet y Akbeth a Soar cruzando montañas, desfiladeros, cañones, barrancos en contraste con el valle, con los pequeños arroyos que crean cascadas y dan frescura al ambiente, es de una sorprendente viveza y el mismo lector siente la dureza de la travesía y desea descansar en ese valle tan pacífico. Pero queda la subida a la ciudad. Y una vez en ella nos sorprende de nuevo la minuciosidad y la belleza de las descripción que nos hace David. La ambientación de las cortes reales nos llevan o bien a una ciudad hedonista, sensual y decadente como Sodoma o bien a una corte de una ciudad anclada en el pasado, el miedo y la miseria como pueda ser Jericó. Las ruinas de Numeria nos dan una ambientación melancólica y triste. La destrucción de las grandes obras del Hombre por el paso del tiempo, provoca en Akbeth el sentimiento de la fugacidad del poder y de la riqueza. El ambiente opresivo, el sonido de la lluvia junto a los susurros y voces nos llevan a una novela de terror.

Ya fuera de las ciudades, Neferet y Akbeth en su largo viaje llegan al bosque de Kir-Moab. Es de una gran exuberancia, fuera de lugar en la zona desértica que nos ha descrito hasta ahora. La estancia en este bosque, las costumbres, la gran caza, nos dejan ver un bosque frondoso, de gran extensión y profundidad, primigenio en todos los seres que lo habitan. Un lugar especialmente hermoso en medio del horror y de presencias malignas, es el lago del claro de Z'aa Maljut, en las Montañas Sangrientas. Su descripción es serena, con una luminosidad que nos lleva a un lugar de ensueño, un paraíso. Apetece quedarse en este lago. Los paisajes de David están hechos de tal forma que te sitúan en el lugar, te sientes totalmente integrado en él, como un directo espectador, un personaje más de la novela. Son unos paisajes urbanos o rurales, duros o encantadores, nocturnos o diurnos pero siempre fastuosos e insuperables.

Todo este paisaje, urbano, desértico, del bosque o tenebroso y oscuro, está poblado por unos seres que son totalmente originales. Este mundo de David está básicamente poblado por humanos. Pero ya en ellos tenemos variedad: egipcios, sumerios, del Mar de la Sal, sodomitas o soartanos. Hay también razas fantásticas que conviven con total normalidad con éstos: trasgos, ninfas, napeas, hadas madres, trolls... Y otras razas creadas a partir de la alquimia, monstruos como las mantícoras o los trifonios, las nagas o bien espectros y fantasmas. Todos estos seres pueblan este original mundo con otros monstruos propios de la Fantasía.

Los personajes principales son claramente Neferet, sunu de Egipto y su discípulo Akbeth. Neferet es una hermosa mujer, sabia, segura de sí misma, versada en el cultismo, con una misión oculta que se irá descubriendo a lo largo de la novela. Su curiosidad y ansia de saber le llevarán a situaciones comprometidas pero de las que podrá salir airosa por la misma Ciencia que ella defiende. Tiene una personalidad arrogante pero sabe cuando se equivoca y ceder. Su crecimiento personal va paralelo al de su discípulo Akbeth. Éste, bajo su protección, debería llegar a ser también sunu, pero su oscuro origen lo marca y su secreto tardará en ser descubierto. Leal con su maestra, es un joven que a veces se rebela contra sus indicaciones o enseñanzas. Pero el respeto que le tiene, la lealtad que le profesa y la ayuda mutua hará que muchas situaciones difíciles se resuelvan satisfactoriamente. Esta novela podría ser considerada como novela de iniciación de un joven, de un viaje tanto físico como de desarrollo personal, un joven que crece junto a su maestra hasta encontrar su fondo, su destino y su madurez personal. Es esto y mucho más porque juntos intentan resolver un gran problema, encontrar el origen del punto oscuro, de la maldad que se ha presentado sobre estas tierras de la Pentápolis. Por eso es una novela de intriga donde hay que analizar y estudiar este misterio, descubrir la verdad.

Los personajes secundarios son muy interesantes. Empecemos por la siniestra figura de Mefisto. Es un personaje en la sombra que actúa poco pero influye mucho a lo largo de toda la novela. Nabab, cuidador de Hetria, Hada Madre de Soar, consejero y acompañante de Neferet y Akbeth en el último tramo de sus vivencias, nos dará una gran sorpresa final. Las ninfas, las dríadas de Kir-Moab tienen una gran importancia como pueblo y, ya personificadas, en Juno. Esta ninfa que ha vivido en el exterior, puede comprender mejor a Neferet y a Akbeth en su historia. Les orienta en sus costumbres, les ayuda y puede llegar al corazón de Akbeth al conocer el fondo oscuro del joven. Juno les acompañará a las Montañas Sangrientas, a Ajantum, luchará en la gran batalla final y su amor por Akbeth conseguirá centrarlo para que logre su destino. Personaje carismático que acapara varios capítulos, es Aleb Corvo, dueño del mejor barco del mar Salado, pícaro, vividor y truhan, se hace querer por su propia inconsciencia pero en el que se puede confiar en momentos duros.

Todo el elenco de secundarios arropa y da consistencia a toda la novela. Todos tienen su razón de ser y de estar. Dan un punto de apoyo a los protagonistas y muchas veces sus acciones o palabras reconducen el viaje de Neferet y Akbeth. Desde Saladân, quien provoca el viaje a Mefisto, ser en la sombra, a Hetria, Hada Madre que aconseja a Neferet, Saada Amit con su sensualidad, el rey Diótrefes de Soar o el rey Hiel de Betel de Jericó, pasando por la ninfa Juno, Aleb Corvo con su barco, Gudún, señor de Ájantum, el capitán Loath de Jericó, los guerreros del Círculo, como Meser o Dgistra, todos contribuyen con sus distintas personalidades, puntos de vista y acciones a redondear la propia personalidades de Neferet y Akbeth.

En cuanto a la acción es diferente pues no estamos en una novela de Fantasía Épica. Los acontecimientos se suceden unos tras otros, sin estridencias y con su lógica. Tanto el desarrollo del viaje como las investigaciones tienen su propio ritmo, las conversaciones y las explicaciones de los personajes son lo suficientemente vivas para mantener nuestra atención y este ritmo se rompe en alguna ocasión para desembocar en pura y dura acción como la persecución de los trolls hasta llegar al bosque de Kir-Moab, precedido de un ambiente agobiante y lleno de suspense. O bien el trepidante final en el que me encanta, y me parece de lo mejor logrado, la alternancia de la lucha física con la lucha mental de los cultistas y psicológica de Neferet contra Akbeth. Este tremendo final contrasta con el siguiente capítulo que es majestuoso, sereno, de aceptación del Destino y con la melancolía del presentimiento de un futuro funesto.

La exótica localización, la buena ambientación, una trama interesante, unos personajes creíbles y con los que conectamos, una acción justa, un punto de lo maravilloso, todo esto está muy bien pero hay que añadirle el dominio del lenguaje, el vocabulario preciso, exquisito que David Mateo utiliza en esta novela. Es una novela cómoda de leer, de hecho se lee con rapidez, con ansia. Sus estructuras son lógicas y pautadas y es el lenguaje el que le da un refinamiento desconocido en las novelas de Fantasía. En un capítulo se me ocurrió contar las palabras inusuales en este tipo de novela (que suelen ser de lo más sencillas y corrientes): salían 63 vocablos que más de uno debería buscar en el diccionario. Y no son especializados en alguna materia, como armamento, animales o magia. Aquí tenéis algunos de ejemplo: imbuida, oquedad, rezumaba, sustrajo, anegó, asidero, improperios, fenecer, denigrar, incólume. Es un vocabulario que enriquece la novela y le da ese punto exquisito de toda buena creación.

Todo el esfuerzo de David Mateo viene arropado por una magnífica portada. Una buena portada llama la atención del futuro lector, le intriga sobre el contenido, le encarrila sobre la historia que puede contar y finalmente hace que empiece a leer con intriga e interés. Eso lo consigue Elena Dudina en la portada de “Heredero de la Alquimia”. Nos presenta una misteriosa y dulce figura femenina sobre el fondo de un bosque, con unas luces estratégicas que llevan la mirada a algo extraño, una bola con un líquido, ¿un elixir, tal vez? Contrasta la rudeza de las raíces del árbol con la delicada figura y el cuidado que pone en coger ese objeto. Elena Dudina ha estado nominada a los Urban Fantasy Cover Art Awards 2010 por su portada para el libro de Marta AcostaHaunted Honeymoon” en la categoría de Cover of the Year (Portada del Año). Es una artista a la que debemos seguir en su trayectoria artística.

Estas tierras exóticas, situadas en un mundo que es y no es el nuestro, cuna de grandes civilizaciones, donde se desarrolla la búsqueda de Neferet y Akbeth, donde viven seres tan distintos a nosotros y conviven en sociedades tan dispares, están reflejadas en el mapa de un viejo amigo: Pablo Uría. En “Heredero de la Alquimia” no podía faltar un mapa que nos sitúe y guíe, nos indique la situación de nuestros protagonistas, dónde se desarrolla la acción y hacia dónde nos dirigimos. Este mapa nos hace “ver” los desiertos y los oasis, los bosques de las ninfas o los alrededores del Mar de la Sal. Es un mapa que se ve gastado y usado en largos viajes, que nos habla de las vicisitudes por las que han pasado sus dueños, un mapa que ha servido incluso para salvar vidas. Un extraño dibujo que nos indica el norte ya es un claro exponente de las aventuras que nos esperan.

Así que, mapa en mano, no tardéis en leer y disfrutar de las aventuras de Neferet y su discípulo Akbeth en un mundo exótico y mítico donde las apariencias engañan y la sabiduría se conquista. Gracias David y sí, sí he disfrutado con esta travesía por la Pentápolis.

Saludos y hasta pronto.

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