lunes, octubre 30, 2006

Y, EL ULTIMO HOMBRE

¿Qué pasaría si todos los hombres del planeta desaparecieran súbitamente a excepción de uno?¿Cómo sería vivir en un mundo poblado únicamente por mujeres? Con tan irresistibles premisas arranca Y, el Ultimo Hombre (DC/Vertigo) con Brian K. Vaughan a los guiones y Pia Guerra a los lápices. Y no es una serie nueva en España, de hecho tenemos ya tres años de material americano publicado en nuestro país en formato libro, primero de la mano de Norma y ahora de Planeta. Esta última precisamente va a iniciar una segunda edición de la serie en cómics con lomo de 48 páginas, con cadencia mensual, lo que parece razón suficiente para hacerle un pequeño hueco en nuestro blog.

Los actores

El protagonista principal de nuestra historia es Yorick Brown, joven escapista amateur que vive la traumática experiencia de presenciar como todos los demás varones de la Tierra mueren repentinamente a causa de lo que parece ser una epidemia. El conmocionado Yorick inicia a partir de ahí un viaje que lo va a llevar desde Brooklyn hasta... bueno, su pretensión es llegar a Australia dónde se encuentra su prometida Beth, pero si lo conseguirá o no es algo que todavía no sabemos. Desde luego los obstáculos que va a encontrar en su camino no van a ser pocos, no en vano la única esperanza de evitar la extinción de la raza humana reside en él.
A Yorick lo acompaña su mascota y ayudante, el mono Ampersand. El simio –un capuchino como el que tenía Ross en la serie Friends- es, junto con su amo, el único ser vivo de género masculino que no ha sucumbido a la plaga.
En el camino de Yorick se cruza la Agente 355 quien, por mandato presidencial, va a pasar a ejercer como escolta del ser humano más valioso del planeta. 355 pertenece al Culper Ring, sección secreta del Ejecutivo Americano que resulta ser un auténtico misterio incluso para sus propios superiores.
La primera etapa del viaje de ambos los lleva a Boston en busca de la Dra. Alison Mann, mordaz bioingeniera reconocida experta en reproducción asexual que va a ser la tercera protagonista de Y.
En su caminar se las van a tener que ver, entre otros, con el ejército israelí, las Hijas de la Amazona, milicias varias, ninjas, y con Hero, hermana de Yorick con la que éste mantiene una especial y compleja relación.

El mundo de Y

Como decíamos un poco más arriba, el presupuesto base de la serie -o sea, la idea del último varón en un mundo lleno de mujeres- basta para llamar la atención hasta del más escéptico de los potenciales lectores. De hecho, todo aquel al que he hablado de ésta obra, incluso gente que no lee cómics habitualmente, y especialmente el sexo masculino, ha mostrado interés en la creación de Vaughan.
Bueno, supongo que los más iniciados en el noveno arte, especialmente si saben de la clase de material que publica Vertigo/DC, ya sospecharán que Y no es la plasmación en papel de los más lúbricos sueños del autor, sino que el periplo de Yorick y cia. va de otra cosa.
Eso sí, el sexo y la sexualidad de los personajes es un tema que está presente a lo largo de toda la obra. Ya de entrada, entre el carismático trío protagonista encontramos a un varón hetero fiel a su novia, una hembra también hetero, al menos a priori, y una lesbiana. Con semejante presupuesto, que obviamente va a tener repercusiones en la forma de relacionarse entre ellos y con los (las) demás, la tensión sexual está servida. En fin, dejamos de lado la vertiente de Y que puede despertar más morbo y pasamos a otras cosas.
El segundo aspecto de la serie que puede resultar más llamativo es el mundo post-emasculación que nos presenta Vaughan, definido por las consecuencias inmediatas de la repentina muerte de todos los hombres, nos guste o no, quienes ocupaban el grueso de los altos cargos, sean políticos, técnicos o militares.
A este respecto, podríamos pasarnos horas discutiendo sobre lo acertado o no del autor en su hipótesis. Personalmente, y siendo que tras algunos de los más grandes conflictos que encontramos en nuestro mundo parece subyacer la obsesión de alguien por demostrar que sus genitales son de mayor tamaño que los del resto, tengo la convicción de que un planeta Tierra poblado solo por mujeres no sería tan caótico como el que se postula en Y.
De todas formas pienso que al autor no le preocupa tanto lo fiel o no a la realidad de su planteamiento, como servirse del mismo para conformar el escenario que necesita para contarnos historias. A título de ejemplo, aunque resulta poco creíble que lo que queda de los poderes fácticos de los USA permitan al único varón vivo campar a sus anchas por un país lleno de peligros, hay que admitir que poco interés tendría leer mensualmente las aventuras de un Yorick confinado en algún edificio de máxima seguridad en Washington.
En cualquier caso, y siempre según mi modesta opinión, el gran acierto de ésta serie son las reflexiones de Vaughan en torno a como ese nuevo e interesante orden mundial que ha diseñado afecta a los distintos personajes (femeninos) que pueblan este planeta sin hombres. Y no solo en lo tocante a su sexualidad sino a todos los niveles.
Obviamente un suceso como el que da lugar al mundo de Y basta para quebrar por completo las expectativas vitales de cualquiera, pero es que antes que las preocupaciones de tipo existencial hay otras más acuciantes.
En este sentido, veremos como las mujeres que se dedicaban a la política antes de la plaga buscan mantener un mínimo orden en medio de ese caos, mientras que las militares -personificadas en la israelí Alter Tse´elon- siguen haciendo lo mejor que saben hacer.
Otras paliarán su miedo a lo desconocido agrupándose, lo que dará lugar a la creación de grupos como las anteriormente mencionadas Hijas de la Amazona. Precisamente Y nos muestra como la incertidumbre, el hambre o la necesidad de encontrar un papel en el nuevo mundo hace a las personas susceptibles de ser manipuladas por parte de iluminadas como Victoria, llevándolas incluso a cometer en su nombre atrocidades de las que no hubieran sido capaces con el anterior status quo.
En definitiva, en el entorno hostil que es el mundo de Y, mujeres que hasta ahora habían llevado vidas convencionales, se buscan la idem como pueden para salir a flote. La cuestión es que Vaughan nos presenta a unos personajes tan humanos que aun siendo capaces de las actitudes digamos más deshonestas -caso de la capitana Kilina, por ejemplo- no se puede evitar empatizar con ellas.

De camino a Australia

La historia que se nos relata en Y es una road movie en toda regla que no solo va a llevar a Yorick, 355 y la Dra. Mann a cruzar los E.E.U.U., sino también a realizar algún que otro crucero transoceánico. Hasta donde hemos visto por estos lares, ese viaje dura ya dos años, tiempo más que suficiente para que nuestros sufridos peregrinos crezcan como personas, se revelen algunos secretos y guarden otros, a la par que descubren verdades sobre ellos mismos que ni siquiera conocían y desarrollan sólidos vínculos. Precisamente la interacción del trío protagonista es uno de los elementos más atractivos de la serie.
No hace falta decir que a lo largo de su deambular también van a tener encuentros con mujeres de toda índole –desde las misteriosas habitantes de Marrisville a la ex-azafata Beth, o la citada capitana Kilina- cada uno de los cuales los va a dejar marcados indeleblemente contribuyendo a ese proceso de crecimiento personal del que vamos a ser testigos.
Es hora de que digamos algo de la artista de la serie, una Pia Guerra de cuyo trazo sencillo y eficaz ya se ha hablado mucho. Personalmente me encanta el trabajo que ha venido desarrollando la artista de forma puntual y sin fallar apenas un solo mes, algo poco frecuente en estos tiempos. Su austeridad no solo encaja a la perfección en una serie que -salvando la premisa inicial y las varias escenas oníricas que la salpican- se podría considerar de corte realista, sino que ayuda a definirla y la dota de una estética propia. En este sentido, poca duda cabe de que los lápices de Pia Guerra contribuyen a dar a Y ese aire de serial televisivo de los setenta que hace el cómic tan encantador como adictivo. Y es que demás de todas las bondades ya expuestas, Vaughan finaliza cada episodio con unos cliffhangings que hacen la espera de la siguiente entrega muy larga, algo que a lo mejor no se aprecia tanto en la edición en tomo.
Al hilo de esta reflexión, y como última anotación dirigida a quienes no se engancharon a la edición libro y piensan adquirir la colección mensual de Planeta, diré que aunque que desde siempre he sido enemigo de las series publicadas como pseudo-prestigios comprensivos de dos números USA –que ni tienen las ventajas del tomo ni la gracia del tebeo de grapa como producto completo e individualizado-, en el caso de Y, dadas sus particulares características, la presencia mensual en quioscos y librerías puede ciertamente tener su atractivo.

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