Guión: Brian Azzarello
Dibujo: Marcelo Frusin
9,95 euros. Editorial Planeta DeAgostini
La elección del lugar por Azzarello no es casual: estamos en un estado esclavista que decidió permanecer dentro de la Unión, a pesar de que muchos de sus habitantes eran partidarios de los confederados y por ello sirvieron con el Sur como voluntarios o formando milicias que atacaban a las tropas nordistas. O sea, al igual que sucedió en Virginia, estamos en un estado dividido entre los dos bandos.
El ejército del Norte ocupa Blackwater, un feudo sudista, pero sus métodos (incautar las tierras de los rebeldes, mancillar mujeres, emancipar negros o disparar a tullidos), no ayudan precisamente a la reconciliación.
Puestos a criticar algo, existe poca diferenciación entre algunos de los tipos que conforman las bandas de rebeldes, casi todos con barba o perilla. Y también, aunque esto no sabría decir si es cosa del dibujante o del guionista, el uso (más bien abuso) reiterado de uno o de los dos ojos ocultos por la sombra que causa el sombrero.
También me ha gustado, y no recuerdo haberlo visto antes en otro cómic, la forma de combinar presente con los flash-backs al coincidir el espacio pero no el tiempo, a base de mezclar narraciones con las imágenes diferenciadas por el color en la misma viñeta.
Una buena historia ha de contar con buenos personajes secundarios. Azzarello nos presenta uno por cada bando: el Coronel de la Unión, Silas Reed (físicamente se asemeja a un Clint Eastwood no muy joven), un buen militar con las manos atadas por la autoridad civil; Boyd Jonson por los rebeldes, tipo de pocos escrúpulos y gatillo fácil, y, finalmente, el liberto Atticus (el más interesante), la antítesis de Martin Luther King.
Relato con mucha violencia, y presencia constante de las armas: el revolver Colt modelo 1860 de 6 cartuchos y calibre 44 es el protagonista absoluto.
Western moderno también en el lenguaje, los insultos podrían servir igualmente en un barrio de Chicago de 100 balas (“cabro.., gilipoll.. mierd.., que te jod.., chupapoll..”) y en este apartado (y en otros) me quedo con los “hell, damned, chacal, good lord, etc.” que aparecen en la serie Blueberry. Llamadme carca, viejo o clásico, pero digamos que prefiero, con mucho, a John Ford que a Sergio Leone.
En definitiva, este cómic me atraía por la temática (western), por lo que ya había leído del guionista (soy seguidor de 100 Balas) y por ver el trabajo de un dibujante nuevo para mí. Aunque he leído cómics mucho mejores, ninguno de los tres aspectos me ha defraudado, y estaremos al acecho del próximo volumen.
Pues ya veremos hacia donde tira Azzarello en esta nueva serie, si hacia su más que normalita etapa en Hellblazer o hacia su interesante 100 balas. En un principio no esta siendo una serie para tirar cohetes, pero como acaba de empezar, habrá que ver como se va desarrollando la historia.
ResponderEliminarY Giuseppe, aunque sea por poco, prefiero a Sergio Leone que a John Ford en los westerns, aunque como director Ford es uno de los grandes, y no haya color.
Me lo compré en el Salón del Cómic, el día que fui con Iván. He de reconocer, que es de lo mejorcito que está publicando en estos momentos Vertigo.
ResponderEliminarYo tengo preparada mi reseña para otro blog que voy preparando de cara al verano, cuando me vaya de vacaciones, y en que solo trato el cómic. Por ahora, escondido en la red, con visiones particulares y sin prisas.
Un saludo.
José Andrés
Saludos a Jose Andrés, me encantará leer tu reseña de Loveless o sea que por favor danos una señal cuando aparezca en ese otro blog misterioso y escondido.
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