lunes, diciembre 01, 2008

LA LECTURA DE LAS RUINAS de David B.

Tomo publicado por la Editorial Norma.

Las guerras y los sueños constituyen una compleja intersección en la naturaleza del hombre. Y digo compleja por la sencilla razón que, aún teniendo fuertemente dos puntos en común como son el miedo a morir y el deseo de supervivencia, en cualquier historia de guerra a la que podamos acceder normalmente, sea en cine, literatura o cómic, difícilmente encontraremos algún residuo detectable que haga de unión en esta intersección y consiga darle forma. ¿El por qué de esto? Está claro que es una pregunta de compleja respuesta. Pero, sólo hace falta ver lo que es capaz de hacer un autor como David B. con todo ello y darse cuenta de lo difícil que debe ser, poder moldear este choque un tanto áspero y conseguir dar forma y sentido a esos sueños de guerra, a esa lectura sobre guerras y sueños, de una manera sólida.

Lo cierto es que las guerras venden imagen, venden sueños, pero también realidades. La imagen de la fortaleza de unos contra la debilidad de otros. De brutalidad y de sangre, de sufrimiento e injusticia. Pero, al fin y al cabo, frente a este mohín de incomodidad que provoca en ciertos sectores, cuando esto nos es mostrado de una manera cruda, formando locuras difíciles de soportar para unos, pero de carácter orgiástico para otros, a los que les gusta dar rienda suelta la violencia, la agresividad y la destrucción. Todo está en el alfabeto de las ruinas. Todo eso significa algo, pues, es imposible que todo esto no tenga sentido. La guerra nos habla y es imprescindible que lleguemos a comprenderla. La lectura de las ruinas es mucho más de lo que parece. Es como una escritura que se devora a sí misma. Es como una bajada a los infiernos, donde solo habrán vencidos. Y sólo queda poder refugiarse en el país de los sueños, para poder escapar de esa crueldad que acecha.

Estamos en 1917. Hay una teoría que dice que si a un hombre se le impide soñar, se vuelve loco hasta morir, pues, en realidad, los sueños sirven para eliminar los pensamientos inacabados que, si no son suprimidos a tiempo, se vuelven en parásitos del cerebro y éste acaba por explotar y volverse loco. Jan Van Meer es un agente holandés de los servicios secretos aliados que utiliza como tapadera su profesión de folklorista. Su verdadero objetivo: buscar a un destacado ingeniero cuya labor fue decisiva en la mejora armamentística del bando aliado, pero que actualmente ha traspasado el umbral de la locura, con inventos absurdos y un tanto descabellados; trincheras que se cavan solas, granadas con ojos, cañones de sueños, alambres de espino que atacan al enemigo, pistolas de aire sólido, hombres fécula o bombas silenciosas son perfectos ejemplos de todo ello.

Como cualquier historia de aventuras con un trasfondo bélico, esta historia no estará falta en ningún momento de pasiones e intrigas, eso sí, pasadas por el adobo inquietante de un autor que pondrá su dosis de esoterismo y locura en cada viñeta. No olvidemos que las historias de David B. son siempre un buen reflejo de las inquietudes de este autor, construyendo historias marcadas por su personalidad un tanto onírica. Sus personajes son como un pequeño destello de sí mismo, poseedores de unas máscaras que tienen que ir despojándose a lo largo de cada historia, quitarse los disfraces y convencerse a sí mismos que aunque busquen el significado de esos sueños, nunca conseguirán encontrarlo sin haber interpretado su último papel en la historia.

Un álbum un tanto irregular, pues va perdiendo fuelle en algunos momentos, dando también una cierta sensacion de desenfoque en el hilo conductor de la trama. Por otra parte, tiene a su favor ese transfondo onírico que da ese toque tan peculiar y a su vez absorvente hacia el lector. Cierto es que su lectura no está a la altura de su obra maestra, La ascensión del gran mal (pinchar aquí para leer la reseña que hice en Trazos), pero no debería faltar en la estantería de todo seguidor de este autor francés.

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