Serie de seis tomos publicados por la Editorial Sins Entido.
Viendo que David B. durante toda su vida tuvo siempre problemas para hablar sobre todo lo que le estaba ocurriendo, resulta curioso como aborda la creación de una historia como ésta. La historia de un gran mal, el de su hermano, pero también la historia de una familia en constante lucha y en constante peregrinaje de deseos curativos hacia ese gran mal.
Mientras uno está leyendo cada uno de estos seis tomos, le envuelve una cierta perplejidad por la forma en que ha conseguido transmitirnos esos residuos de una infancia que, difícilmente, uno puede llegar a retener en su memoria. Pero David consigue hacerlo de una forma portentosa y concisa, como si hubiese viajado en una máquina del tiempo y hubiera recuperado, desde una mirada precisa, todo esos acontecimientos que, por lo que parecen, están marcados con fuego en su vida. Es cierto que en aquella época no sabía cómo poder contar todo esto, tenía ganas de hacerlo, pero sin saber cómo. Al final tardaría unos veinte años y le haría falta una delirante imaginación para ello.
Viendo que David B. durante toda su vida tuvo siempre problemas para hablar sobre todo lo que le estaba ocurriendo, resulta curioso como aborda la creación de una historia como ésta. La historia de un gran mal, el de su hermano, pero también la historia de una familia en constante lucha y en constante peregrinaje de deseos curativos hacia ese gran mal.
Mientras uno está leyendo cada uno de estos seis tomos, le envuelve una cierta perplejidad por la forma en que ha conseguido transmitirnos esos residuos de una infancia que, difícilmente, uno puede llegar a retener en su memoria. Pero David consigue hacerlo de una forma portentosa y concisa, como si hubiese viajado en una máquina del tiempo y hubiera recuperado, desde una mirada precisa, todo esos acontecimientos que, por lo que parecen, están marcados con fuego en su vida. Es cierto que en aquella época no sabía cómo poder contar todo esto, tenía ganas de hacerlo, pero sin saber cómo. Al final tardaría unos veinte años y le haría falta una delirante imaginación para ello.
Para los que no conozcan todavía este cómic, trata sobre la epilepsia que sufre Jean-Christopher, su hermano mayor. Por supuesto que es una historia que se forma y se crea por sí sola, pero el mérito de contar algo así y llenar tantas y tantas páginas, sin que se hagan para nada pesadas, es debido únicamente gracias a la habilidad de un autor que es capaz de trasmitirnos, de una forma portentosa y sorprendente, esa ascensión que poco a poco va invadiendo la vida de una familia que lucha, en lo posible, contra todo ello.
Y para ello utilizará dibujos que consiguen transmitir, de una forma medida y concisa, esa inquietud y ese miedo que el propio autor consigue a duras penas poder dominar. Y ese será uno de los puntos fuertes que tiene. Dibujos que ya desde pequeño le sirvieron para expresarse, pero, también para protegerse de sus miedos, domesticar a sus fantasmas e incluso contener su rabia. Todo envuelto de una imaginación siempre dispuesta en formar parte de todo ello. Imaginación que sin duda sirve para crear momentos mágicos, sobretodo encarnados en dibujos y en emotivos sueños. Sueños capaces de desplegar los fantasmas que acompañan a uno y de plasmarse en tal cantidad de dibujos que parece que es el mismo autor el que sufre alguna especie de epilepsia incontrolablemente creativa.
Y para ello utilizará dibujos que consiguen transmitir, de una forma medida y concisa, esa inquietud y ese miedo que el propio autor consigue a duras penas poder dominar. Y ese será uno de los puntos fuertes que tiene. Dibujos que ya desde pequeño le sirvieron para expresarse, pero, también para protegerse de sus miedos, domesticar a sus fantasmas e incluso contener su rabia. Todo envuelto de una imaginación siempre dispuesta en formar parte de todo ello. Imaginación que sin duda sirve para crear momentos mágicos, sobretodo encarnados en dibujos y en emotivos sueños. Sueños capaces de desplegar los fantasmas que acompañan a uno y de plasmarse en tal cantidad de dibujos que parece que es el mismo autor el que sufre alguna especie de epilepsia incontrolablemente creativa.
¿Pero hasta qué punto está conectada esta incontrolable enfermedad, donde nunca se sabe cuando se va a tener la siguiente crisis, con esa catarsis que supone la creación de esta mirada tan particular que a veces no sabes muy bien hacia dónde va y que da la sensación como si estuviese en la frontera entre dos mundos? Y es que realmente tienen mucho en común, pues, al igual que la epilepsia aparece fácilmente en los momentos de más crisis, la catarsis creativa puede también aparecer junto a esos mismos momentos. Fantasmas que te persiguen e incomodan. Siempre marcando el ritmo de tu vida, siempre marcando el ritmo creativo. Tal como va evolucionando la enfermedad, va evolucionando también la historia, los dibujos, multiplicándose los sueños, cada vez más constantes. Y siempre junto a esos fantasmas que sirven de refugio y de mundos que sirven para contener a esos fantasmas.
Otro tema constante es la aparición de la culpabilidad como motor del propio autor, pero, en cambio, ausente en su hermano epiléptico. Por otra parte, también se respira una cierta hostilidad e hipocresía en muchos momentos de la historia, sobretodo cuando están desfilando los distintos gurús a los que irán acudiendo los padres, en un intento de curación de ese gran mal que, poco a poco, va apoderándose de su hijo: Macrobiótica, espiritismo, acupuntura, magnetismo o alquimia. Parece que sea como un circo por donde pasan diferentes domadores que intentarán dominar a la bestia de lo irracional, aunque algunos más bien harán un papel que corresponde al de payaso.
Y no menos impactante es como vamos viendo las consecuencias de cada nueva crisis, haciendo que se sumerja con el paso del tiempo más profundamente en el caos y, en consecuencia, hacia la búsqueda de un cierto orden difícil de conseguir en un principio debido a una especie de confortabilidad respaldada por la propia enfermedad, como si de una armadura se tratase, para luego rebelarse y enfrentarse a ella. Armadura que, por cierto, es utilizada por el propio autor, expresada, como no, dibujando sin parar. Siempre con la creencia que le protegerán en el avance de ese gran mal, pues está convencido que éste acabará por llevarse a todos los de la familia. Todo esto, le aislará del exterior y le servirá como resorte de su propia soledad y creencia, aparte de la deseada posible solución a sus problemas.
Soledad que por cierto es también uno de los temas recurrentes en toda la obra. Soledad que lleva cogida de la mano a estos dos hermanos, sirviendo como entidad vehicular en la creación de sus particulares mundos, donde poder proyectar sus propios pensamientos, formándose un sentimiento común entre ambos hermanos. Una historia que ante todo está parida, partiendo de unos dibujos oscuros, magnéticos e hipnóticos, quizás a veces demasiado y todo, intentando acercarnos a ese gran mal y todo lo que representa. Todo esto, es quizás solo otra forma de conjurar historias, de atraparnos con ellas, pero... ¿se os ocurre una forma mejor de hacerlo?
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