¿Qué pasaría si una serie de fenomenos extraños entraran en tu vida como si de una terrible pesadilla se tratara pero que, al mismo tiempo, formaran parte de tu cotidianeidad? ¿Cómo responderías al saber que una especie de virus ha entrado en tu cuerpo y te has convertido en una especie de “monstruo”? ¿Cómo reaccionarían unos chicos de quince años ante tal hecho, en plena adolescencia, cuando se producen los cambios definitivos y radicales que te harán entrar en la edad adulta?
Toda un serie de extrañas preguntas de difícil contestación son las que nos planteamos leyendo esta extraña y surrealista historia que nos propone Charles Burns en su Agujero Negro (Black Hole), publicada inicialmente hace ya años en nuestro país, en el 2001, por Ediciones La Cúpula en formato comic-book dentro de su colección Brut Comix y reunidos hace un par de años en un magnífico tomo integral de tapa dura con camisa por la misma editorial, donde también podemos encontrar publicados del mismo autor títulos como Big Baby, El Borbah y Skin Deep, donde continúa dando rienda suelta a su imaginación más surrealista, buceando por por el tempestuoso océano de la condición humana, y ofreciéndonos su imaginario particular más terrorífico y, a la vez, más cotidiano.
Ésta a simple vista típica slice of life es una historia que se mueve entre varios géneros, tanto el de relaciones personales entre adolescentes, como si de una típica historia de jóvenes de instituto se tratara, con sus problemas personales diarios propios de chicos de su edad, como también se adentra en el incierto y surrealista tema de los fenómenos extraños e inexplicables, en un ambiguo género de terror donde una extraña enfermedad hace estragos en la población adolescente pero sin causarles la muerte en masa, sino reaccionando e interactuando en sus cuerpos de manera distinta según el individuo, apareciendo una serie de situaciones que son anormales tal como las conocemos pero intentando el autor que aparentemente puedan parecer normales en sí mismas, como si del día a día habitual, con sus pqueños problemas, se tratara en la vida de cualquiera.
Un descubrir constante según vamos leyendo del mundo de las drogas de una juventud norteamericana habituada a su consumo en una sucesión de fiestas donde reunirse y pasar juntos las horas muertas fuera de las horas lectivas de clase y donde poder dar rienda suelta a sus sueños más profundos y a sus amoríos más cercanos. El consumo de todo tipo de estupefacientes son la escusa que parece que utiliza el autor para adentrarnos en su mundo particular de fénomenos extraños que va desentrañando en esta historia, como causa/efecto que nuestros protagonistas utilizan para deshinibirse y dejar aparcados por un momento sus problemas diarios, o como ideales catalizadores capaces de conseguir que los personajes se relacionen entre sí a pesar que no lleguen a tener lazos de unión realmente firmes. Tema éste que el autor es capaz de mostrarnos y tratar con absoluta naturalidad, resultando ser tremendamente pedagógico (seguramente por haber consumido en su momento de manera habitual a la vez que normal), así como introducirnos de manera directa y desmitificadora en el mundo del sexo y sus primeros escarceos, como también tratarnos sin tapujos ni cortapisas en mundo de la enfermedad y cómo ésta se comporta y hace reaccionar a los que la sufren.
La historia tiene dos claros protagonistas: Chris Rhodes y Keith Pearson. Dos jóvenes adolescentes como los demás, corrientes, con sus problemas y precocupaciones normales propios de su edad, estudiantes que podrían ser perfectamente los de una High School cualquiera de una ciudad cualquiera, pero en este caso concreto sucediendo los hechos narrados en los suburbios de Seattle (ciudad donde el autor vivió su adolescencia y que tan bien conoce) a mediados de la década de los setenta. La historia comienza en clase de biología cuando ambos tienen que formar un equipo para realizar la típica (y siempre redundante en cualquier historia de jóvenes de instituto) disección de ranas...
A partir de aquí, y ya puestos en antecedentes sobre nuestros dos protagonistas principales y demás personajes secundarios que van saliendo poco a poco, Burns nos empieza a contar la historia dividida en capítulos cortos, alternándose los mismos según cual de los dos protagonistas cuentan sus experiencias en primera persona. Cada uno por separado hasta llegar el punto de que ambos personajes coinciden en un momento dado de la trama. Se suceden sin solución de continuidad todos los hechos, en cascada, donde los personajes comienzan a relacionarse con otras personas, donde la enfermedad contagiosa comienza a surgir en toda su magnitud en compañeros de clase, donde las personas intentan realcionarse entre sí para aislarse de la realidad triste que les envuelve, y donde todo desenvocará en un final inexperado a la vez que trágico.
El título que nombre a esta serie, Agujero Negro (Black Hole), hace hincapié desde el primer momento de el auténtico agujero negro en el que se sumergen Keith y Chris (y el el resto de personajes) donde diferentes sensaciones y realidades se muestran como visualizando un oscuro futuro donde ciertos hechos se sucederan sin freno en una vorágine donde se sumergirán nuestros portagonistas y de donde serán incapaces, según los acontecimientos que se produzcan, de salir a flote e indemnes.
La historia, como ya hemos insinuado más arriba, se encuentra a medio camino de una historia normal de relaciones entre iguales, en este caso, entre adolescentes, y una historia de terror… la epidemia a la que se ven sometidos una gran cantidad de jóvenes, provocándoles todo tipo de deformaciones físicas, algunas más terribles que otras, determina que la gente que aún no ha sido contagiada de este misterioso virus los rechace, los ignore o huya de ellos, como si verdaderos leprosos de otras épocas fueran, produciendo miedo y repulsión en los que no hace mucho eran sus amigos y compañeros, obligándoles a huir al bosque los que físicamente son menos favorecidos, al verse repudiados y rechazados, convirtiéndose en verdaderos parias de esa perfecta sociedad norteamericana que tiene realmente implicita en ella multitud de lagunas y defectos a la hora de controlar las situaciones inesperadas e inexplicables cuando éstas surgen, apareciendo entonces, al mismo tiempo también, una especie de solidaridad y lazos de unión entre los mismos, que posibilita que puedan dejar de lado por un momento sus problemas y el miedo que provocan, sentirse reconfortados al estar con congéneres que sufren lo mismo que ellos y por tanto los entienden, pero no llegando a enterrar del todo el problema que está siempre latente, consiguiendo que las personas se transformen en otros seres diferentes a las que eran, más agresivos o angustiados, provocando que no sepan enfrentarse a la situación en momentos de soledad o rechazo. Una historia donde la tristeza y el temor están presentes en cada página, donde el incierto futuro provoca miedo ante lo desconocido, lo que está aún por llegar, y que no se intuye que pueda ser nada bueno.
Y todo esto coneguido con un constante juego de cámara, contínuos flashbacks que vuelven a una historia pasada que previamente había sido intuida en otra futura, con constantes juegos oníricos, provocados o no por el consumo de las drogas, que desenvocan en visiones prescientes que preven los acontecimientos a suceder en un corto período de tiempo. Al final, el autor logra una historia caótica en sí con un uso de recursos constantes y diversos que posibilitan ese ir para delante y atrás, que posibilita ir poniendo poco a poco todos los puntos sobre las íes de todos los frentes abiertos en la historia, pero que le dan una tremenda agilidad e interés a la misma, todo esto aderezado con un uso magistral del claroscuro que refuerzan ese oscurantismo que rezuma por toda la historia.
Charles Burns en este psicothriller consigue hacernos reflexionar y pensar profundamente sobre aquello que siempre está latente y muy en la superficie de cualquier sociedad que se considera moderna, culta y civilizada: el rechazo, muchas veces con subterfugios, ante los que no son como nosotros, a los que podemos llegar a ver claramente, y eso llegamos a creer y entender, como diferentes y por debajo de nosotros, creyendo a veces que ellos mismos se han buscado estar en según que situación… todo lo contrario, y muchas veces, por no decir casi siempre, somos nosotros mismos, los que nos situamos por arriba, por encima del bien y del mal, los que somos causantes de que “ellos” estén en esas situaciones por el egoísmo que es innato y una de las señas de identidad, muy a nuestro pesar, de los seres humanos.
Una obra, en resumidas cuentas, recomendabilísima, donde podemos ver segundas y terceras lecturas que nos hagan reflexionar a nosotros mismos como seres sociales que somos… un obra multipremiada y que es una de las obras de “culto” del cómic denominado independiente al otro lado del Atlántico, que aquí fue publicado primeramente, como ya hemos dicho, serializada en 12 números por La Cúpula y que ahora se nos ofrece en un magnífico integral, una novela gráfica que perfectamente merecería estar por méritos propios en las estanterías de cualquier librería generalista que se precie por la gran calidad literaria/gráfica que atesora.
Y, si las cosas no se tuercen, esperemos que pronto se pueda ver algún día su adaptación a la gran pantalla de la mano de David Fincher.
Un saludo cordial.
Madremía!!
ResponderEliminarAhora no hago más que andar de un lado para otro felicitando por su cumple al reseñador de esta reseña tan bien reseñada!!
Besitos
Me están entrando ganas de volver a leermelo. Yo tengo la versión grapa con esas esplendidas portadas que supongo que estarán incluidas en el integral.
ResponderEliminarBuena reseña cumpleañero, nos vemos el jueves con unas cervezotas.
Mar: ¡¡Qué pelota me estás saliendo!!... y recuerda que, por mucho que me felicites, no voy a cumplir más años... a saber dónde estaba su linda cabecita el otro día... la Mar de lluny ;-).
ResponderEliminarXimo: Pues siento decirte que no las han incluido aunque parezca mentira... sólo pienso que puede ser por el tema de que están a color, sino no se explica de ninguna manera. ¡¡Nos vemos el jueves!!
preferiría a cronenberg
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