En la primera parte conocimos la biografía de Alan Lee, su trayectoria profesional con su colaboración en el cine y, a grandes rasgos, las publicaciones de su obra gráfica. En esta parte trataré con más detalle algunas de estas obras. Y empezaremos por las menos conocidas.
Unos libros que ha ilustrado Alan Lee que son poco conocidos, o por lo menos poco vistos en librerías y muy poco comentados, son las adaptaciones de La Ilíada y La Odisea realizadas por la autora inglesa Rosemary Sutcliff. En concreto son “Naves negras ante Troya. La historia de la Ilíada” y “Las aventuras de Ulises. La historia d e la Odisea”, publicadas por la Editorial Vicens Vives en 1997 y 1998, con varias ediciones posteriores.
Son unos libros muy didácticos porque explican que son los mitos, el origen de La Ilíada y de La Odisea, presentan distintas interpretaciones en obras de arte y, al final, una guía de lectura, vocabulario, actividades a realizar… además del cuerpo central que es la adaptación de la obra original en un lenguaje actual y resumido a los cantos principales. Muy aptos para ir conociendo las obras clásicas. Pero aquí nos interesa el trabajo de Alan Lee. Realizado a mediados de los noventa, es un paréntesis en su obra dedicada e inspirada en Tolkien. Tal vez fuera una manera de “respirar” y alejarse un poco de la Tierra Media o simplemente porque, como él mismo admite, le gustan los mitos y, como hizo con “El Mabinogion”, le gustan los grandes trabajos del patrimonio mítico o leyendas.
En “Naves negras ante Troya” se resume La Ilíada, incluyendo la manzana de oro que origina la discordia entre las diosas, la fuga de Helena con Paris, el asedio de Troya, los combates, la furia de Aquiles y, por último, la caída de Troya. Alan Lee hace un gran trabajo. Su estilo suave, de acuarelas, se mezcla con la interpretación que hace del arte micénico: figuras clásicas, con túnicas, el detalle en armaduras, espadas y yelmos, con una minuciosidad en tocados, ornamentos, estilos de peinados, realmente extraordinarios. No podemos olvidar sus paisajes, rocas y árboles, la interpretación de ciudades y poblados. Contrasta de gran manera las escenas realistas y cruentas de batallas con la suavidad, incluso dulzura, de las escenas familiares o cuando toca elementos fantásticos como diosas o ninfas. En general presenta un tono solemne y formal, adecuado a un tema épico, con héroes y grandes guerreros. Por estas ilustraciones recibió en 1993 la medalla “Kate Greenaway” y ahora es un buen momento para hablaros de este premio, de gran prestigio y reconocimiento en el Reino Unido.
La medalla Kate Greenaway fue establecida en 1955 en honor de Catherine “Kate” Greenaway (1846-1901), escritora e ilustradora de libros infantiles inglesa. Se concede anualmente por el Chartered Institute of Library and Information Professional (CILIP), el colegio profesional que representa a los bibliotecarios y otros profesionales de la documentación en el Reino Unido, a un ilustrador de libros infantiles y juveniles. Debe ser un libro editado en el Reino Unido y en inglés. Han obtenido esta medalla, entre otros, Pauline Baynes (1968), Helen Oxenbury (1969 y 1999) o Quentin Blake (1980).
Este gran trabajo ha tenido su continuación en “Las aventuras de Ulises”, también de Rosemary Sutcliff. Nos cuenta, también resumida, La Odisea, las aventuras de Ulises para regresar a su hogar, a Ítaca. En esta ocasión la fantasía ocupa mayor lugar y las ilustraciones de Alan Lee son más libres: cegar a Polifemo, la hechicera Circe o el reino de los muertos. Las escenas de banquetes son más cercanas pues se realizan con gente normal, no héroes ni guerreros. Incluso los paisajes son más cercanos sobre todo en cuanto a Ítaca. La maestría de Alan Lee sigue maravillándonos ante la atmósfera que consigue entre los personajes y la viveza de sus rasgos.
Un libro muy interesante que supone un homenaje a la obra de J.R.R. Tolkien, es “El mundo de Tolkien. Pinturas de la Tierra Media” de Ediciones Minotauro, 2001. Como buen homenaje a Tolkien, presenta una biografía del autor de “El Señor de los Anillos” con 59 ilustraciones de la Tierra Media, tanto de “El Señor de los Anillos”, “El hobbit”, “El Silmarillion” o “El libro de los cuentos perdidos”. Realizados por nueve artistas termina con una breve biografía de cada ilustrador y con sus sensaciones, ideas y modo de visualizar la Tierra Media. Cada ilustración está acompañada por el texto que la inspiró y describe la escena que cada autor ha elegido. Entre estos ilustradores destacamos a Alan Lee. Contribuye con 10 ilustraciones entre las que destacaremos: “Frodo y Gandalf”, “Los trolls de piedra”, “Tol Brandir” y “El monte del Destino”, todas ellas escenas de “El Señor de los Anillos”.
“Frodo y Gandalf” es una imagen muy conocida. Recoge el momento en que Frodo reflexiona después de las noticias que ha traído Gandalf. Es una escena serena, tranquila, donde vemos a un Frodo ensimismado reflexionando sobre el porvenir y sobre las decisiones que hay que tomar. En primer lugar vemos las ascuas del fuego de la chimenea, y su humo y resplandor se unen al humo de la pipa de Gandalf, creando una atmósfera dorada y sosegada. Pero no nos llevemos a engaño: la poderosa figura de Gandalf, situada en contraposición a Frodo, llenando la pipa, sin dejar de observarle, marca la tensión y la preocupación que siente por el joven hobbit.
“Los trolls de piedra” es la escena en la que los hobbits se dan cuenta que los trolls son de piedra y son los mismos que Gandalf atrapó cuando iban de viaje trece enanos y Bilbo. Figuras imponentes, de piedra y cubiertas de liquen por los que el tiempo ha pasado, en contraste con los pequeños hobbits. Situados en un bosque que ha crecido a su alrededor, los cubren de hojas y claroscuros. Árboles jóvenes y viejos, con doradas hojas o ramas secas, la luz incide de manera que los resaltan y parece que podemos rodear las ramas y a los imponentes trolls.
“Tol Brandir” es un claro ejemplo de la maestría de Alan Lee en el tratamiento del paisaje, del bosque, de los árboles: la vieja cubierta de liquen y musgo, árboles estilizados, fresnos y abedules, ramas secas, hojas doradas, caídas, quietud, soledad. Una lejana peña domina el bosque, la bruma del agua del Rauros completa la ambientación. La figura de Frodo se insinúa al fondo y un poco en alto, solitaria y triste. Descubrimos en el extremo inferior a Boromir. Alan Lee no plasma el momento del drama entre Frodo y Boromir por el anillo, da importancia a los momentos anteriores, al bosque, antecediendo la propia escena al tiempo que nos deleita con los árboles y rocas.
De nuevo Alan Lee cede el protagonismo al paisaje, a las fuerzas de la naturaleza incontroladas, en “El monte del Destino”. También antecede a la acción pues nos muestra un paisaje terrible, abrupto, difícil, rocoso, de formas contrahechas, incluso diría que turbulentas, porque al fin y al cabo es lava solidificada, retorcida y vuelta sobre ella misma. La presencia aterradora del Monte del Destino se agudiza a lo alto en un oleaje de colores amoratados, relámpagos, con una tormenta, o algo peor. Los colores grises, más claros o más oscuros, con toques de blanco sucio le dan luminosidad y conforman los contornos. Las penosas figuras, a lo lejos, de Sam y Frodo, dan mayor inmensidad al paisaje convirtiéndolos en una mera anécdota. La tragedia se presiente en la figura de Gollum en primer término, en la esquina inferior derecha, al acecho, queriendo alcanzarles y recuperar “su tesoro”. Magnífica muestra del dominio del paisaje y de situarnos en los momentos críticos, de anticiparnos a la acción mostrándonos los elementos clave que nos la anuncian. Es una de las escenas que más me atraen de Alan Lee.
El último libro publicado por Alan Lee sobre su obra es “El Señor de los Anillos. Cuaderno de bocetos” (Ediciones Minotauro, 2010). Es una recopilación de todo su trabajo, sus bocetos, esquemas e ideas como director conceptual de la trilogía “El Señor de los Anillos” de Peter Jackson. Nos enseña el trabajo realizado, los bocetos, las ideas que le surgieron sobre personajes, paisajes o localizaciones exteriores. Va recordando sus impresiones al leer el libro, cómo cambiaban sus perspectivas o el sistema que utilizaba. Nos cuenta anécdotas del rodaje, la frenética actividad que se desarrollaba para tenerlo todo a punto para el rodaje, las maquetas, vestuario y complementos. Nos enseña su método de trabajo y todas las dificultades con que se encontraba para plasmar, por ejemplo, los objetos o muebles para el tamaño de los hobbits. El alivio al terminar el rodaje, la nostalgia de las despedidas al tiempo de la necesidad de volver a su estudio, a su propia Comarca.
El libro está editado de forma muy bonita. La sobrecubierta nos muestra unas tapas de libro, de un cuaderno de bocetos usado, manoseado, que ha vivido mucho. Nos muestra el mapa de la Tierra Media, según Alan Lee, en las contraportadas, con los nombres en élfico, claro está, y el simpático y merecido guiño de incluir a Nueva Zelanda en él. Como buen cuaderno de bocetos la mayoría de las ilustraciones que contiene están hechas a lápiz y plumilla, en blanco y negro, con pocas ilustraciones a color.
El “Prefacio” lo firma el actor Ian McKellen, Gandalf en la trilogía cinematográfica. Confiesa que para aceptar el proyecto lo convenció unas asombrosas recreaciones de la Tierra Media que le presentaron: la gran ambición de Peter Jackson era factible por su aspecto gráfico. Este cuaderno “es una ventana abierta a la mente de un artista y a la expresión de su lápiz, su plumilla y sus pinceles. Algo maravilloso”.
Destacaré unos pocos elementos de los que trata Alan Lee en este libro de bocetos aunque para mí sería ideal tratarlos todos, hablaros de su importancia y de mi entusiasmo ante todos ellos. Elemento importantísimo fue el diseño de los hobbits. No fue fácil para no caer en algo demasiado infantil, cómico o grotesco. Pero su visualización fue más sencilla con Kiran Shah, actor hindú que sería el doble de Frodo. Otro problema fue señalar la edad y el paso del tiempo en un hobbit: decidió mantenerlo en un estado de juventud indeterminada. Es larga la tradición de magos consejeros del rey. Para Hobbiton se necesitaban muchas ilustraciones para que Weta Workshop pudiera realizarlo. No podían ser muy acabadas para pasar rápidamente a su realización. Todo el elemento de atrezzo y cualquier objeto se debía diseñar como si fuera de una de las culturas de la Tierra Media, con especial interés en aquellos que usarían los actores o formaban parte de la narración y, si eran para los hobbits, que estuvieran proporcionados para no crear desfases e incongruencias.
El diseño de casas, pueblos, ciudades o construcciones en general supuso el reto de marcar diversos estilos pero siempre que fueran coherentes y adaptados a diferentes culturas y hábitos. Para la población de Bree se hizo un diseño de casas de estilo medieval con un ambiente sombrío y peligroso en la taberna, núcleo de reunión de diferentes razas. En Rivendel prima un diseño inspirado en un Art Nouveau menos florido con múltiples detalles y esbozos que serían realizados y plasmados en la película. Es un lugar de refugio y reunión para los elfos, donde se conservaban reliquias de tiempos pasados y por eso se diseñaron tapices narrando hechos pasados.
Alan Lee imaginó la vivienda de los enanos de grandes dimensiones teniendo en cuenta su amor por al artificio y a los grandes gestos, por eso Moria es de grandes proporciones y gran monumentalidad. Todo presenta un aire geométrico con runas y piedras preciosas. De todo lo elaborado para las películas, está muy satisfecho de haber conseguido que Rohan resultara una cultura creíble y lógica. Se entra en un mundo más adulto, pues es un pueblo guerrero donde se acusa más la tragedia y las guerras. La localización de Edoras fue ideal y pensó en un palacio de madera, decorado con oro y hierro donde el caballo sería una figura crucual al estilo de las leyendas anglosajonas y consigue una gran ambientación para el manipulador Grima Lengua de Serpiente y su enfrentamiento con Gandalf. Minas Tirith supone todo un desafío: la ciudad-fortaleza de los reyes de Gondor es retratada de forma maravillosa en el libro y en la película tendría gran importancia. El enfoque de Lee fue seguir el recorrido de Gandalf por la ciudad y plasmar lo que viera el mago. En esta ocasión la inspiración fue una antigua urbe italiana, con callejuelas, escalinatas, arcadas, una ciudad ideal renacentista con columnatas, espacios sobrios y elegantes, de mármol blanco. Cirith Ungol es su contraste y su creación fue para Lee muy satisfactoria por la complejidad de su construcción: rota, desvencijada, sucia.
Lothlórien es para Alan Lee el corazón de los reinos élficos y de toda la Tierra Media. Considera que ninguna imagen hará justicia a lo escrito por Tolkien porque no sólo conjuran imágenes sino sentimientos que evocan un paraíso perdido. La estética elfa debía cubrir un amplio espectro: mobiliario, joyería, peinados, armas. Toda esta belleza debía tener fuerza porque no son hadas, la necesidad de ir a la guerra atempera su naturaleza ultraterrena. Armas y armaduras serían funcionales pero sin dejar de lado su innata elegancia. Se une aquí también la habilidad de Alan Lee para recrear árboles, bosques, naturaleza. La ambientación la consigue en los bosques, paisajes abiertos, valles y montañas, por su intensa imaginación y la elección de unos exteriores impresionantes. Los paisajes de la Tierra Media son el elemento más poderoso y evocador de Tolkien. Estas escenas son las que establecen la magnitud, el dramatismo y la belleza de este mundo ficticio.
En los elementos puramente fantásticos como espectros, jinetes negros, ejércitos de muertos, Alan Lee procura adaptarse al texto y será con los orcos donde más se desbordará su imaginación, sintiendo un poco de lástima por la dura vida que les toca vivir: bajo la visión de Sauron, vivir en sitio tétricos, tóxicos, en covachas y, encima, con Ella-Laraña.
No podía pasar por alto a los ents, seres arbóreos con con vida propia. Personajes que me encantaron en la lectura del libro, increíbles, casi eternos, con una filosofía de la vida muy acertada. En ellos se presenta la dificultad de unir las características arbóreas con las humanas. A Lee le apasiona dibujar árboles y bosques, son “como personas con capacidad de estirarse y retorcerse, siempre dan la oportunidad de diseñar y dibujar con libertad y delicadeza pero sin olvidar su propia anatomía”. Todo esto lo ha aplicado a los ents: son seres de árbol, cada uno con las características de su propia especie pero con la animación humana, diferentes rasgos físicos y de carácter. Con los ents vemos la influencia que ha tenido Rackman (leer post sobre este autor) en la concepción de los árboles y en su dibujo en general. Si me encantan los árboles de Rackman, me entusiasman los árboles de Alan Lee.
Estos son unos pocos datos de los dibujos, bocetos y esquemas de Alan Lee, la mayoría aplicados a los diseños de las películas de “El Señor de los Anillos”. Hay muchos temas que serían interesantes de comentar pero está bien así, con una muestra de lo que contiene el libro de bocetos.
Alan Lee siente mucho interés por la historia, los grandes mitos y leyendas y su gran interés por Tolkien es porque, lo que creó, pertenece a este mismo canon y será celebrado por muchos años. Leyó “El Señor de los Anillos” con 17 años y, como él mismo confiesa, sucumbió a este mundo por lo familiar que le resultaba y al tiempo que no se parecía a ningún otro. Le gusta la mitología pues se expresa por lo fantástico y le gustan las novelas de Fantasía pero no siente que esté trabajando en un género preciso y no se siente un artista de lo fantástico. Cree que la Fantasía nos da un modelo para poder desarrollar estrategias para lidiar con el drama, la vida real. Nos ayuda ha desarrollar la imaginación, de la que estamos muy necesitados. Tolkien creó la Tierra Media y le dio un universo mítico. Será una referencia para todo tipo de artistas durante muchos años, y algunas interpretaciones serán mejores que otras pero la brillantez de Tolkien y su forma de contar la historia siempre brillará.
Para realizar las figuras a veces utiliza modelos pero si la pose no va a ser muy exigente. Pero la mayoría de las veces dibuja desde la imaginación, sobre todo en escenas de grandes batallas y, si hay algún problema, siempre puede poner otra figura u objeto para disimularlo. En el caso concreto de los hobbits ha ido evolucionando. Primero eran figuras etéreas, casi fuera de la visión del espectador, posteriormente cambian. Esto es debido a que no quería interferir en la imagen mental del lector. Y además ha cambiado por su intervención en las películas de Peter Jackson gracias a modelos humanos, a las prótesis, al vestuario y demás atrezzo. Se siente muy satisfecho del resultado de la interpretación de los rohirrim porque se consiguió una cultura solvente y creíble.
Su principal preocupación al ilustrar e interpretar “El Señor de los anillos” fue intentar dar un acompañamiento visual a la historia sin interferir o falsear las imágenes que el autor está construyendo cuidadosamente en la mente del lector. Algunas ilustraciones evaden la responsabilidad de mostrar lo que debiera, porque evita enseñar demasiado. Su tarea era dar sombra a los héroes de la épica misión, a menudo desde lejos, acercándose en los momentos de más emoción pero evitando tratar de recrear los momentos dramáticos del texto. Una de las imágenes más fuertes para Alan Lee es la de Gollum bailando al borde de la Grieta del Destino con el dedo cortado de Frodo en la mano. Fue la misma vivacidad de la escena lo que le quitó el deseo de representarla. Por eso se antecede a esta acción con la ilustración “El monte del Destino”, previa al drama final. Y considera, en el caso de Lothlórien, que las descripciones de Tolkien son tan bonitas que es difícil conseguir un equivalente visual.
En cuanto a su estilo se le ha definido como clásicamente romántico. Pero tiene mucho más. Reconoce que le gustan los románticos como Turner, Claude, Samuel Palmer o Richard Dadd. También le gustan Breughel, El Bosco, Botticelli, Filippo Lipi, Giovanni Bellini y Van Eyck. Al tiempo que le influye el realismo o pintura narrativa o ilustración de Howard Pyle, N.C. Wyeth, los prerrafaelistas y otros artistas académicos del siglo XIX. Durero tuvo mucha influencia en su modo de dibujar pero sobre todos admira a Rembrandt. Así Alan Lee ha sabido unir el ambiente etéreo de los románticos y prerrafaelistas, la delicadeza de Botticelli y la psicología y el realismo, las luces y atmósfera del gran Rembrandt, con un gran dominio de la acuarela para crear su propio estilo, su propia personalidad para la gran interpretación de la obra de Tolkien o para cualquier otra situación que nos lleve al mundo de la Fantasía.
Esperando que os haya enganchado Alan Lee y su obra tanto como a mí. Saludos y hasta pronto.
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ResponderEliminarHola Peppa Casino. Soy estudiante de diseño y he tomado como referencia las ilustraciones de Alan Lee inspiradas obra de J.R.R. Tolkien. Me gustaría mucho si me permitiera mencionar su nombre real en mi trabajo de tesis.
ResponderEliminarEspero pueda ayudarme. Sin más, debo decirle que tiene un excelente blog. Muchas gracias por compartir esta información.
Hola Mabel: muchas gracias por tu comentario. No hay problema en que me cites como Pepa Casino. Gracias de nuevo.
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