Porque siempre hay creencias que es mejor mantener, preparad con cuidado esa famosa carta y enviadla a ese destino lejano que conocemos desde niños. Para ayudaros a elegir, aquí tenéis una pequeña muestra:
Desde La mujer de verde, este autor islandés se ha ido ganando un puesto fijo en mi lista de preferencias. He disfrutado de la lectura de sus novelas publicadas hasta la fecha en castellano e incluso he tenido ocasión -en un viaje a Islandia este verano pasado- de conocer de primera mano la ciudad y los escenarios en los que transcurre concretamente la acción de esta novela, El hombre del lago, más o menos como en las visitas guiadas literarias que organizan las oficinas de turismo de Reikiavik. Recorrí las calles y barrios por los que habitualmente deambulaban sus protagonistas, personajes imaginarios que sin embargo se mueven en espacios que existen realmente -desde el destartalado edificio en el que se ubica la comisaría de Hverfisgata hasta Selfoss, pasando por el Lago Kleifarvatn, en el enclave geotermal de Krýsuvík-Seltún-, para imaginar “in situ” cómo el descenso del nivel de este pequeño lago de reflejos simétricos y arenas negras consiguió sacar a la luz un esqueleto con un agujero en el cráneo, el de alguien que fue arrojado a sus frías aguas hace mucho tiempo, lastrado con el peso de un antiguo aparato de radio de origen ruso y de una parte de la historia de Islandia, cuando, durante la Guerra Fría, sus jóvenes marchaban a estudiar a las universidades de Alemania del este. El inspector Erlendur Sveinsson y sus compañeros Sigurdur Óli y Elínborg tendrán que vérselas en esta ocasión con uno de esos casos de desaparecidos que nunca fueron aclarados.
Anne Holt es otra autora de novela negra llegada de los países nórdicos que repite en mis recomendaciones. La primera vez fue gracias a Castigo y ahora lo es por su continuación, Crepúsculo en Oslo, que tiene su continuidad con Una mañana de mayo. Sus protagonistas son el superintendente de la Policía Noruega, Yngvar Stubo y la que fuera profiler en el FBI, Inger Johanne Vik, una pareja muy bien avenida tanto personal como profesionalmente. En Crepúsculo en Oslo, Stubo y Vik acaban de ser padres de una niña, Ragnhild. El cansancio, las noches sin dormir y la atención cada vez mayor que le exige su hija mayor, Kristiane, están haciendo en mella en la salud mental y física de Inger Johanne y que se hace patente en un miedo constante sin que exista un motivo para ello. El miedo se agudiza después de que, tras su negativa inicial, acabe metida de lleno en la investigación que trae de cabeza a Yngvar, relacionada con un asesino en serie a quien gusta teatralizar la muerte de sus víctimas, un asesino cuyo modus operandi acaba por obsesionar a Inger Johanne en un dejà vu que sin quererlo la lleva directa a un período de su vida que había decidido olvidar y del que había prometido no hablar con nadie, un secreto que guarda sobre su etapa en el FBI y que quizá se vea obligada a sacar a la luz.
Aunque no siempre es bueno seguir las modas a rajatabla, nunca está de más dejarse llevar por ella si queremos dejarnos sorprender por autores que no conocíamos y, sobre todo, de orígenes tan distintos a las que solemos leer. Keigo Higashino no es el único autor de novela negra en Japón, pero sí uno de los más premiados y reconocidos fuera de su país. El profesor de instituto Ishigami llevaba una vida solitaria, dedicada exclusivamente a las matemáticas, su única pasión hasta que llegan a su edificio de apartamentos unas nuevas vecinas, Yasuko y Misato, madre e hija, huyendo de Togashi, exmarido y padrastro, que las acosa implacablemente. Sin embargo, Togashi acaba descubriendo su escondite y, desgraciadamente para él, algo más que no esperaba de manos de esta pareja de mujeres asustadas que sólo tratan de defenderse. Cuando entregarse a la policía resulta ser la solución más acertada después de provocar su muerte, su extraño vecino Ishigami llama a su puerta dispuesto a construir para ellas una coartada perfecta que la policía no pueda desmontar. El interés de Ishigami por proteger a Yasuko escapa a toda lógica, incluso para Yukawa, un antiguo compañero de universidad del matemático que ahora colabora con Kusanagi, el detective encargado de resolver el caso.
L.A. Confidential, de Curtis Hanson, en 1997, y más tarde, en 2006, La Dalia Negra, de Brian de Palma, fueron las películas las que nos permitieron conocer primero y reencontrarnos después con uno de los escritores estadounidenses de novela negra más famosos. Suele ocurrir al revés, pero en esta ocasión fue gracias al cine que comenzamos a leer las novelas de James Ellroy y a adentrarnos en sus duras historias ambientadas en la ciudad de Los Ángeles durante los años 40. La Dalia Negra, además, está basada en hechos reales -el brutal asesinato de Elizabeth Short, un caso que nunca llegó a resolverse y que hoy en día continúa abierto-. El señor Fuego y el señor Hielo, el Sargento Lee Blanchard, de la brigada criminal, y el agente Bucky Bleichert, son dos del más de un centenar de policías encargados de encontrar al asesino en este circo mediático en que la prensa ha convertido el caso. Compañeros de trabajo, comparten la misma obsesión por la Dalia Negra, un pasado común como boxeadores y el amor a la misma mujer, Kat Lake, ex novia de Bobby de Witt, un peligroso ladrón de bancos a quien Blanchard mandó a San Quintín hace tiempo, pero que está a punto de salir y dispuesto a vengarse.
A veces ocurre que el libro más deseado, el que estábamos reservando para disfrutar con su lectura en los pocos momentos libres de que disponemos, no resulta ser como esperábamos. Después de la frustración mejor recurrir a los clásicos, la única lectura que no defrauda nunca. Agatha Christie es uno de ellos. La señorita Maple y trece problemas fue mi primer contacto con la novela negra, la que me convirtió en una acérrima seguidora de la esta vieja dama del crimen. Claro que luego llegó Hércules Poirot con El asesinato de Roger Ackroyd y ya comenzó a ser difícil elegir entre los casos de uno y otro. En el que nos ocupa, el famoso detective ha decidido retirarse para dedicarse al cultivo de los calabacines. Claro que el crimen, como el chismorreo, no tienen descanso ni siquiera en un lugar tan tranquilo en apariencia como el pequeño pueblo de King's Abott. Sabemos por el doctor Sheppard, encargado de narrar por escrito los hechos, que la Sra. Ferrars se ha suicidado. Las malas lenguas, como la de la perspicaz Caroline, hermana del doctor Sheppard, hablan de remordimientos por la muerte de su esposo un año antes. Sin embargo, pocos saben que estaba siendo extorsionada por alguien que conocía su secreto, alguien cuya identidad sólo podrá ser conocida por el hombre que la amaba, Roger Ackroyd, gracias a la carta que la fallecida le ha enviado antes de morir. El inesperado asesinato de Roger Ackroyd podría haber dejado impune al extorsionador, claro que el asesino no contaba con la intervención del extraño hombrecillo de bigote, vecino del doctor.
Espero que los Reyes Magos sean propicios y pródigos en regalos. Felices fiestas y mejores lecturas.
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Aunque lo he intentado y sigo dándoles oportunidades no puedo con los nórdicos, en cambio te aplaudo la selección de los otros tres de los que solo desconozco a Higashino pero por poco tiempo.
ResponderEliminarSl2
Es cierto que proliferan los autores nórdicos, pero no tienen que gustarnos todos ni todo lo que escriben. A veces, incluso tu escritor favorito tiene novelas que hubieras preferido no leer y en más de una ocasión ocurre que libros que los demás idolatran a ti te parecen infumables. Lo importante es, como tu bien dices, seguir dándoles oportunidades. Espero que Higashino te guste.
ResponderEliminarSaludos.