Un nuevo caso que mantiene ocupado al inspector Alan Banks -el personaje creado por el escritor inglés afincado en Toronto, Peter Robinson-, y a sus “colaboradoras”, la sargento Annie Cabbot, "la novia", inspectora en el servicio de expedientes disciplinarios de la división oeste, y la doctora Jenny Fuller, encargada de elaborar los perfiles psicológicos de los asesinos. En esta ocasión, Banks, ahora comisario en funciones, se enfrenta a un caso tan complejo que llegará a afectarle personalmente. Los hechos ocurridos en casa de una familia de apariencia normal destapan toda una serie de actos perversos, que incluyen la violencia de género, los malos tratos, el abuso de menores o el asesinato en serie, y traen consigo algo más que cadáveres enterrados en la "casa de los horrores", agentes muertos en acto de servicio, policías investigadas por excederse en el ejercicio de sus funciones o la reapertura de un caso cerrado desde hace años del que a nadie le gusta hablar y ni siquiera recordar. Una novela que engancha a pesar de la dureza de los horrores que se nos van descubriendo -que en ningún caso puede dejarnos indiferentes- y con una trama que no deja de hacerse interesante a cada momento. Por si os apetece repetir, en castellano se han publicado también El peso de la culpa, La colina de los cuervos, Jugando con fuego, Entre las sombras y Un caso extraño.
Si en El camaléon todo empezó con una aparente disputa familiar, en esta novela todo comienza con el sueño recurrente que todas las noches viene a perturbar el descanso de Daisy Harker. En él Daisy ve claramente la que considera su tumba, ya que en ella está grabado su nombre y las fechas de su nacimiento y de su muerte, acaecida cuatro años antes, el 2 de diciembre de 1955. El sueño se convierte en una pesadilla que le obsesiona incluso en pleno día. A pesar de los consejos de Jim, su marido, y de Ada, su madre, que le quitan importancia al asunto y le instan a olvidarse del tema, Daisy comienza a indagar por su cuenta hasta encontrar casualmente a la única persona que puede ayudarle a hacerlo, un investigador privado de origen mexicano con un nombre extraño, el que eligieron para él el cura y las monjas del hospicio en el que fue abandonado siendo un bebé, Steven Pinata. Pero lo que en un principio parece ser un absurdo sin sentido empieza a parecerse a un puzzle cuyas piezas comienzan poco a poco a encajar, piezas que son recuerdos de hechos ocurridos, en parte propios y en parte de allegados que parecían haberlos olvidado o que eludían hacer cualquier referencia a ellos. Y es que la tumba con la que Daisy había soñado existía realmente, aunque no era ella, evidentemente, la que la ocupaba, sino un extraño llamado Carlos Camilla, muerto precisamente en aquella fecha. Pero, ¿quién era Carlos Camilla?, ¿por qué Daisy soñó que había muerto en esa fecha?, ¿qué ocurrió realmente aquel día de diciembre en la vida de Daisy para llegar a pensar que era ella la que había muerto?...
Alguien que sabe mucho de novela negra, Lorenzo Silva, es el encargado de prologar esta obra de Margaret Millar, nacida en 1915 y fallecida en 2004; una de esas escritoras interesantes que, sin embargo, vivió a su sombra de su esposo, Kenneth Millar, conocido con el seudónimo de Ross Macdonald, autor de la última novela que os proponemos.
Ésta es la primera de las dieciocho novelas de la serie protagonizada por Lew Archer, "amigo de maleantes, putas, casos difíciles y blancos fáciles; un detective privado con el ojo en la cerradura de dormitorios ilícitos; informante de los celos, rata tras las paredes, pistolero a sueldo para cualquiera que pague cincuenta pavos al día; pero, después de todo, un buen tipo". El cínico e irónico narrador de su propia historia, nos recordará sin duda a los clásicos del género de los años cuarenta. Podemos leerlo teniendo en mente la adaptación de la novela que hizo William Goldman para Harper, investigador privado, de Jack Smight, protagonizada en 1966 por un joven Paul Newman. Ambientada en la California de finales de los años cuarenta, Archer es el encargado de descubrir el paradero de Ralph Sampson, un rico magnate del petróleo que ha desaparecido sin dejar rastro y que posiblemente haya sido secuestrado. Habituado a los bajos fondos y a los altos vuelos regados con más alcohol de la cuenta, este detective rudo, pero con escrúpulos, nos muestra todo un mundo en franca decadencia: una esposa despreocupada postrada en una silla de ruedas, una hija díscola e inconformista, un pretendiente cegado por los celos, el personal de servicio entre los que se encuentra un piloto que casi forma parte de la familia, una actriz de Hollywood venida a menos, matones gigantes llenos de cicatrices, pianistas prodigiosas con aficiones secretas, emigrantes ilegales o gurús de la astrología dedicados a adorar al dios Sol. Para los que creemos que los clásicos de la novela negra no pasan nunca de moda.
Bueno, ya podéis empezar a disfrutar de las lecturas, que el verano parece estar a la vuelta de la esquina y luego se acaba enseguida.
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