miércoles, diciembre 18, 2013

JACK VANCE Y “EL JARDÍN DE SULDRUN”

Hace ya años que quería leer a Jack Vance. Se me pasó la oportunidad cuando la Editorial Gigamesh publicó por primera vez la trilogía “Lyonesse” (“El jardín de Suldrun”, “La perla verde”, “Madouc”), así que tuve una gran alegría cuando este año volvió a publicar “El jardín de Suldrun”. Justo cuando iba a empezar a leerlo, me entero que Jack Vance falleció en mayo. También debo confesar que no sabía la edad que tenía y me ha sorprendido. Tal vez porque siempre pensamos en los grandes autores como seres inmortales que siempre estarán allí para seguir creando y publicando, dándonos sus opiniones y alegrándonos con su creatividad y su visión de la Fantasía. Y he pensado en este pequeño recordatorio de Jack Vance.


John Holbrook Vance, Jack Vance, nace en San Francisco el 28 de agosto de 1916. Fue el tercero de una familia de cinco hijos y tras la separación de sus padres, se traslada con su madre a la granja de sus abuelos en Oakley, en el delta del río Sacramento. Abandonó joven sus estudios trabajando en una conservera y en una draga, retomándolos en 1937 para estudiar ingeniería, física, periodismo e inglés en la Universidad de Berkeley y ya empieza a escribir historias de ciencia ficción. En 1941 trabaja como electricista en Pearl Harbor, hasta un mes antes del ataque. Se gradúa en la universidad en 1942. No apto para la marina militar por sus problemas con la vista, se enroló durante cuatro años como marinero mercante. Fue carpintero, marinero, aparejador y, dice la leyenda, que su obra “La saga de la Tierra moribunda” la empezó a escribir en sus ratos libres a bordo del carguero de la marina mercante. En 1946, finalizada la II Guerra Mundial, se casó con Norma Ingold y viviendo con su hijo en una casa construida por él mismo. Pues además fue albañil, obrero industrial, mecánico, peón agrícola. Aprendió carpintería, se aficionó a la cerámica y todo porque la Gran Depresión de 1929 le convirtió en un superviviente. Con su familia realiza numerosos viajes viviendo en Tahití, Italia o en una casa-barco en Cachemira. Amigo de Frank Herbert y Poul Anderson, compartieron casa-bote en el delta del río Sacramento, e incluso los Vance y los Herbert vivieron juntos en México una temporada.


En 1950 publica “La Tierra moribunda” iniciando su carrera como escritor pero no sería hasta 1970 que se dedicaría por completo a la escritura. Publicó bajo varios seudónimos según a qué género se dedicara, pues si obra se suele enmarcar en la Ciencia Ficción, escribió también Fantasía y Misterio. Se le podría señalar por su filosofía individualista y no aceptó nunca el encasillamiento. Siendo amigo de Poul Anderson, se mantuvo aparte de la comunidad de escritores de Ciencia Ficción y tampoco admitió ninguna ideología política.


Es autor de numerosas obras, tanto en sagas como en novelas independientes o relatos. Destacan las novelas de la serie “La Tierra moribunda”, “Los príncipes demonio”, el ciclo de “Tschai (planeta de la aventura)”, el ciclo “Durdane”, la serie “Cúmulo estelar o ciclo de Alastor”, La trilogía “Lyonesse” y “Las crónicas de Cadwal”. Y otras novelas como “Los lenguajes de Pao”, “Hombres y Dragones”, “El último castillo”, “Lurulu”, y colecciones de relatos.

 

Escribió principalmente Ciencia Ficción y su verdadero interés radicaba en la evolución de nuestra propia sociedad o su capacidad para evolucionar de forma divergente. Sus héroes son como él, independientes, individualistas, rompedores. Gran creador de civilizaciones exóticas, originales, con escenarios surrealistas. Y todo esto marcado por un sentido del humor refinado y absurdo, junto con un toque de cinismo y crueldad. Y justamente este hombre viajero y creador de mundos maravillosos, falleció durante su siesta diaria a los 96 años el 26 de mayo de 2013.

 

A lo largo de su vida, su obra ha recibido distintos premios, empezando por el Premio Hugo de 1963 por “Hombres y Dragones”, el Nébula de 1966 y el Hugo de 1967 por “El último castillo”, El World Fantasy al conjunto de su obra en 1984 y el World Fantasy Award por “Madouc” en 1990, y otros más, como el Jupiter Award o el nombramiento de catorceavo “Grand Master” en 1997 por la asociación “Sciencie Fiction, Fantasy Writers of America”.


A pesar de estos premios y de su larga trayectoria, es un escritor infravalorado, poco conocido por el lector general e incluso ignorado por la crítica. Y si a nivel internacional no se le ha reconocido todo lo que se debiera, en España es un completo olvidado. Sus obras o están descatalogadas o no se han traducido. En 2004 la Editorial Gigamesh reeditó la trilogía “Lyonesse” y de ahí mi alegría cuando en 2013 la ha vuelto a iniciar con el primer volumen “El jardín de Suldrun”.

 

Empecé la lectura de “El jardín de Suldrun” con verdaderas ganas. Ha sido una gran oportunidad de conocer a Jack Vance. Ha sido como el soplo de una fresca brisa que purifica el ambiente. Porque ha sido una ruptura total con lo que he estado leyendo últimamente, tanto en Fantasía como en otros géneros. He salido de la cruda realidad, de ambientes angustiosos y vidas miserables, para ir a un mundo fresco, joven, casi ingenuo. Y lo ha conseguido Jack Vance al presentarme un mundo, un reino, entre brumas, con toques medievales, artúricos, poblado por unos seres feéricos, elfos si queréis, que nos llevan a una Fantasía más “primitiva”. Estos seres no son ni bondadosos ni alegres. Son seres diferentes a nosotros, con unos deseos y un carácter especial, lleno de trucos y malicia. Pero no se les puede acusar de nada: son como son. Estos seres interactúan con el mundo real. Un mundo dirigido por reyes tanto nobles y guerreros como bobos e ingenuos o maliciosos y ambiciosos. Con toda naturalidad los magos actúan en este mundo pero con la obligación de no interferir en los asuntos personales. Este mundo es Lyonesse, grupo de islas al noroeste de Galicia, divididas en distintos reinos a los que desea dominar el rey Casmir. Conocemos sus tretas, guerras y asaltos y como por imprudencia ofende al príncipe Aillas, que desea venganza. El rey Casmir deseoso de un heredero, ignora a su hija, la princesa Suldrun que crece a su aire y se niega a un matrimonio sin amor. Castigada y encerrada en su jardín, la llegada de Aillas marcará su destino y el devenir de todas las islas.

 

Vance nos muestra un mundo cercano a los mitos celtas y artúricos, con su toque de humor, crueldad, venganza y amor. Pues todo esto lo encontramos en este jardín. Es una Fantasía en la línea clásica, desarrollada en una tierra imaginaria pero reconocible en la antigua Irlanda o Gran Bretaña. Presenta una vida caballeresca y épica en la que la magia y lo fabuloso están juntos. No deja de lado la crueldad, la maldad, el sexo, el suicidio o la homosexualidad. Escrita en 1983 ya se adelantaba a su tiempo al tratar estos temas intocables en aquella época y llega a nosotros en plena “fantasía sucia”. Por eso es una novela actual, por su temática y personajes pero nos lleva a una Fantasía de magia y más cercana a sus orígenes decimonónicos por su trato de los seres feéricos, la frescura con que los trata y el humor malicioso que presenta.

Reeditada en 2013 espero las siguientes novelas del ciclo por lo rompedor que me ha resultado y lo extraordinario que me ha parecido Jack Vance. Ah, ¡qué no se me olvide!, la portada corre a cargo del gran Corominas, no os la perdáis.

Así con este pequeño recuerdo a Jack Vance y su ciclo de Lyonesse, saludos y hasta pronto.

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