viernes, enero 10, 2014

CRÓNICA: XVI EXPOCÓMIC (y II): Las Exposiciones

Tras una edición anterior un tanto accidentada en el Matadero, Expocómic volvió al Pabellón de Cristal de la Casa de Campo para celebrar su decimosexto cumpleaños. Para mejor, hay que decir, al menos en lo que respecta al espacio, que evitaba con mucho el agobio y el bullicio que pudo verse en las que se celebraron con anterioridad. De hecho, había tanta amplitud entre los stands y demás instalaciones distribuidas entre las dos plantas que casi parecía que el Salón estuviera vacío, más de lo que suele ser habitual en los primeros días, cuando los “profesionales” del cosplay aún no han comenzado a hacer acto de presencia.
 
 

En lo que a las exposiciones se refiere, ocho han sido las que nos preparó este año la organización, dos de ellas en la planta superior -“Viñetas de vida: 7 dibujantes on tour” y “Metapop”- y el resto en la inferior donde, si te decidías recorrer la parte izquierda, te encontrabas con “12 nombres imprescindibles de la prehistoria del cómic español”, “Pons, 30 años después” y “Dentro del Taller”, o con las obras de los premiados en el “I Concurso de Cómic, Ilustración y Guión”, organizado por la Academia C10 en colaboración con la Asociación Española de Amigos del Cómic, con “Tirso, Crónicas de Legión” o con “Las superheroínas de Elektra”, si optabas por ir hacia la derecha.

Tirso Cons en plena visita guiada de su exposición

De hecho, la primera exposición que me llamó la atención fue la organizada por Oxfam Intermón. Ya desde lejos resaltaba sobre el fondo verde de los paneles el colorido de las páginas de Cristina Durán junto a las de Sonia Pulido, en un claro contraste de estilos, pero con un mismo mensaje, el que un entregado Pablo Rebaque y su compañera transmitían a los que nos acercábamos a la exposición: concienciarnos y movilizarnos en favor de la lucha contra la pobreza y el papel que desempeña la cooperación internacional española en la defensa de los Derechos Humanos en países de África e Iberoamérica a través de las posibilidades que ofrece el lenguaje del cómic, por la libertad creativa del noveno arte a la hora de representar y tratar temas tan comprometidos y por la variedad de público al que va dirigido. El proyecto Viñetas de Vida -del que podéis conocer más a través de la página www.ojoylapiz.com- cuenta con la participación de siete autores (Cristina Durán, Sonia Pulido, Álvaro Ortiz, Paco Roca, Miguel Gallardo, David Rubín y Miguel Ángel Giner) que ejercerán temporalmente de reporteros para recorrer siete países y contarnos siete historias sobre personas en cuyas vidas ha influido la cooperación española. Páginas de dos cuadernos con estas historias, las de Cristina Durán en Nicaragua y Sonia Pulido en Colombia, son las que pudimos ver en la exposición, el avance de un proceso paulatino que, según nos indicó el propio Pablo, pretende difundir el cómic on line en una primera fase y posteriormente en papel, publicado por la Editorial Astiberri. La exposición se complementaba, además, con sendos encuentros de los autores que contó con una gran participación por parte del público.


Situada junto al escenario, desde donde podía escucharse de manera continua el recurrente sonido que marcaba la transformación del Superdragón y que incitaba al público a adentrarse en el cubículo de paredes negras que albergaba el proceso, la de Iñaki Miranda, el autor del cartel de Expocómic de este año -y de una magnífica Rapunzel, la protagonista de Fabulosas. El reino oculto, el segundo volumen de la serie publicada por ECC que ahora forma parte de mi colección-, era una de esas exposiciones -pensé- que sin duda ganarían con la visita guiada. Después del interés provocado, perdérmela me supo francamente mal, sobre todo tras haber estado esperando hasta pasadas las once. Quizás el domingo a las diez y media era una hora demasiado intempestiva para hacerla. Aún así, tengo que reconocer la atracción casi hipnótica de ese espacio destinado a mostrar la propuesta de Iñaki Miranda que me llevaron en reiteradas ocasiones hasta este nuevo fenómeno artístico, el Metapop, un movimiento creativo que transciende al obsoleto movimiento Pop y que, según su particular manifiesto, pone su principal foco de atención en un ser sintético, el Superdragón, un ser casi humano que actúa como nexo de unión entre la evolución tecnológica y la creatividad del artista, un ser que se descomponía y recomponía simbólicamente junto a la magnífica explosión de color surgida de las ilustraciones que cubrían los negros paneles.


Toda una sorpresa, descubrir estos 12 nombres imprescindibles para la prehistoria del cómic español -desconocidos para mí hasta la fecha, salvo Apel.les Mestres, a quien, sin embargo, nunca se me hubiera ocurrido relacionar con el mundo del cómic- a través de algunos de sus originales publicados entre 1891 y 1930 en las páginas del semanario Blanco y Negro, del diario ABC y de su suplemento infantil Gente Menuda. Los originales de la exposición forman parte del fondo de dibujos de la Colección ABC del Museo ABC de Dibujo e Ilustración, integrado por más de 200.000 dibujos de más de 1.500 autores, de entre los cuales se han escogido para representar ese período autores tan polifacéticos y creativos como Emilio Ferrer, Fresno (Fernando Gómez Pamo del Fresno), K-Hito (Ricardo García López), Karikato (Cesáreo del Villar Besada), Francisco López Rubio, Mecachis (Eduardo Sáenz Hermúa), Apel.les Mestres, Ángel Pons, Francisco Ramírez Montesinos, Sileno (Pedro Antonio Villahermosa Borao), Tito (Exoristo Salmerón García) y Joaquín Xaudaró. Ilustradores, caricaturistas, humoristas gráficos y mucho más, capaces de compaginar textos e imágenes llenas de intención, de mostrar estilos, técnicas y tendencias distintas en cada dibujo, ilustración, historieta o tira cómica. En los trabajos expuestos, el fiel reflejo de una época: caricaturas llenas de expresividad se alternaban con viñetas humorísticas; historietas didácticas y moralizantes en ocasiones podían verse junto a otras tantas satíricas y socarronas; la crónica política del momento frente al puro entretenimiento que, personajes entrañables que hoy nos son desconocidos, ofrecían entonces a los más pequeños.


Como suele ser habitual en cada Expocómic, también en esta ocasión se ha contado con una exposición retrospectiva, la de Pons, 30 años después”, un repaso a la trayectoria profesional de Alfredo Pons, fallecido en 2002, a través de sus trabajos para la revista El Víbora, editada mensualmente por La Cúpula entre 1979 y 2005. Dispuestos en los paneles y sobre una mesa auxiliar, los originales en blanco y negro y en color de los trabajos de este representante del cómic underground español -“la línea chunga”-, junto a las portadas definitivas de la revista a las que la elección de sus dibujos daban lugar, permitían ver la evolución de su estilo, desde los primeros números hasta los de los últimos años, retratando siempre el mundo sórdido y marginal de las Ramblas, los bajos fondos, los prostíbulos, los bares de alterne..., con los que construiría las historias (Amigas, Escaleras de Vecinos, Internas, Sarita, Lumis, Cómplices...) que ahora se recopilan en Alta Tensión, publicado por Ediciones La Cúpula.


Al igual que de la anterior, también de “Dentro de El Taller” podemos hacernos con un libro que, en este caso, recoge los proyectos de jóvenes promesas del tebeo que se han formado en la Escuela Superior de Dibujo Profesional. El fruto es El Taller. 2ª Temporada, editado por Dibbuks, y en él han participado veinte de los treinta y un estudiantes de la ESDIP de cuyos trabajos pudimos ver una pequeña muestra en la exposición: desde aquellos que explicaban todo el proceso, como Verónica Rufo en “Soul Sphere”, Rubén Caudel en “Eco” o Roberto Zoreda en “Real Show”, a los bocetos a lápiz de Verónica Álvarez (“Las sombras de Samhain”), pasando por páginas a lápiz, entintadas, en blanco y negro o en color. De los fragmentos de las historias seleccionadas, quizá destacar las de Álvaro Lianes (“Caronte”), Irene Membrives (“El castigo del lobo”), MIT (“Huésped”), Nacho Pesquera (“Sarah y Pete”), Guillermo Villegas (“Best Alliance”) o Erio Gallart (“Ébano”), que animaban a conocerlas en su totalidad. Lástima que no todas las que nos gustaron aparezcan en el libro.

  

Los trabajados premiados en el I Concurso de Cómic, Ilustración y Guión” organizado por la Academia C10 de Madrid en colaboración con la Asociación Española de Amigos del Cómic constituían también una de las exposiciones de este año, otra propuesta para dar a conocer e incentivar a las jóvenes promesas del noveno arte que ya nos sorprenden con sus proyectos. Nos gustó, sobre todo, el primer premio de ilustración, que recayó en David García López, autor de Jack, el bueno, y el cómic de Pedro Iznaola y Beatriz Moreno-Cervera, titulado 37 Rue de Babylone, segundo premio de su categoría.

 
 

Aunque conocíamos su trabajo por sus libros ilustrados para Nórdica Libros -una editorial a la que somos adictas- o Alfaguara (El pequeño hoplita, de Arturo Pérez Reverte) y sus colaboraciones de años con El País, nunca habíamos visto una exposición de Fernando Vicente ni, tan de cerca, las pin ups que desde hace tiempo ha venido haciendo para esa tienda de cómics de la calle San Bernardo a la que acudimos irremediablemente en cada uno de nuestros viajes a la capital del reino y con las que en más de una ocasión navideña nos habían obsequiado. Y sólo puedo decir que visitar “Las superheroínas de Elektra” valió la pena. No sólo por el homenaje a la versión femenina de los villanos y superhéroes clásicos – allí estaban Catwoman, Tormenta, Harley Queen, Capitana América, Supergirl, Estela Plateada, Wonder Woman, Blackcat, Thora o Chica invisible-, o a personajes tan imprescindibles del terror como Vampirella, de la ciencia ficción como Rocketeer o de los cuentos infantiles como la malvada Maléfica (que anuncia un ¿fatídico? 2014), fácilmente reconocibles por sus peculiares atributos, sino porque, entre todas esas mujeres espectaculares -comentar que son bellísimas, desenfadadas, pícaras, descaradas, poderosas o terribles sería redundante-, hubo algo más: lugar para un hombre que se abre la camisa a modo de Superman y que descubre en su pecho el símbolo DD. ¿Daredevil?, ¿el Dan Defensor de mis años mozos?, ¡No! DON DRAPER, el héroe o el villano, según se mire, de Mad Men, una serie que nos ha enganchado irremediablemente, como las ilustraciones de Fernando Vicente.

 
 

Acabamos esta crónica de las exposiciones con “Tirso: Crónicas de Legión”. A todas luces una exposición especial, por ella misma y por la visita guiada que tuve el placer de compartir con un nutrido grupo de incondicionales de Tirso Cons, ávido por conocer los secretos que el autor escondía entre las páginas originales de su participación en Las Crónicas de Legión, el integral publicado por Yermo Ediciones y que recopila los cuatro volúmenes aparecidos en Francia de la mano de Éditions Glénat. Con guión de Fabien Nury, cinco dibujantes -Tirso Cons, Mathieu Lauffray, Mario Alberti -a quien tuvimos ocasión de ver en la exposición junto al editor, Carles Miralles, mientras esperábamos la que Tirso llegara para iniciar la visita-, Zhang Xiaoyu y Éric Henninot, son los encargados en dar vida, cada uno en su particular estilo, a las reencarnaciones de Vlad Tepes en cuatro épocas y escenarios distintos: en la Transilvania del siglo XV, en el Nuevo Mundo de los conquistadores, en las guerras napoleónicas y en el Londres victoriano.

 

La exposición mostraba la parte correspondiente a los capítulos dibujados por Tirso, escogiendo para ello veintitrés páginas originales, a lápiz, con sus azules y con las correcciones y anotaciones que hizo en ellas para realizar posteriormente las modificaciones que acabarían cambiando el aspecto inicial de aquellas paginas que vimos en la exposición hasta convertirlas en las definitivas que luego aparecieron impresas. Tras una pequeña introducción sobre su trabajo, las preguntas de los asistentes despertaron la locuacidad de Tirso, que, entusiasmado, nos hablaba de cómo hizo acopio de documentación para recrear el vestuario de los personajes, el mobiliario de los interiores, las arquitecturas o las calles de las viejas Madrid y Londres y del barrio de Witechapel, para hacer creíbles los diferentes ambientes en los que transcurre la acción -una se pasó un buen rato mirando los detalles de las ilustraciones, los planos panorámicos en las viñetas de gran tamaño no tienen desperdicio-; de cómo creó un escenario en 3D para conocer realmente el movimiento de los personajes en el salón del club en el que sucede una de las escenas y tener claras las diferentes perspectivas a la hora de ubicarlos; de cuánto tardaba en hacer una página; de cómo, aprovechando que la trama transcurre en Madrid en el mismo período histórico, había aprovechado para hacer un homenaje al Curiosity Shop de Teresa Valero y Montse Martín, con un cameo en el que aparecen sus protagonistas, Valsapena y Maxi.


Nos habló también de cómo influía en las escenas el estado de ánimo de los personajes o determinadas situaciones dramáticas protagonizadas por Víctor y Esther para hacer las viñetas más o menos pictóricas; de cómo prefería que el color lo hiciera otra persona -en este caso Javier Martín-; de cómo solucionaba a posteriori, una vez escaneado el dibujo, las deficiencias que podía observar en él en relación con la distribución y composición de las páginas, en el tamaño o situación de las viñetas o en detalles concretos -como el volante de un vehículo colocado en la parte equivocada en el dibujo original o un personaje que cae al vacío hacia una dirección y lo hará hacia la contraria en la versión definitiva-; de su preferencia por las viñetas de gran tamaño -o las viñetas oblicuas, planos generales, primerísimos primeros planos y planos detalle- para conferir un mayor dramatismo a las escenas, utilizando un lenguaje casi cinematográfico, como en la viñeta en la que las lágrimas de Esther continúan en la siguiente convertidas ya en gotas de lluvia, o en la de aquella en la que vemos acercarse velozmente el coche de caballos.


Quedamos encantados. Tanto que, en cuanto terminó, más de uno nos fuimos directos al escenario para conseguir su preciada dedicatoria en nuestro álbum. Un álbum al que añadimos otros “regalos” tras pasarnos por la Fnac donde aquella tarde del sábado tuve la gran suerte de conseguir una magnífica Gabriela de Mario Alberti y una inesperada dedicatoria de Énri Henninot, quien con un lápiz blanco me dibujó sobre la guarda negra a Selim Bey, la primera reencarnación de Vlad Tepes en Las Crónicas de Legión, un dibujo que él mismo calificó como “magique”, ya que sólo puede verse si colocas la guarda en la posición correcta. Un magnífico colofón para una tarde perfecta.


Sólo queda esperar que en su próxima edición Expocómic nos proponga exposiciones tan interesantes como las que hemos visto en ésta.

4 comentarios:

Jolan dijo...

Hola Susana.

¡Pero mira que os curráis siempre el repaso a las exposiciones! No creo que haya ningún otro espacio web que las detalle con tanta profundidad como lo hacéis vosotros.

Siempre he dicho que es una de las actividades a las que, por desgracia, la gente menos atención le presta, obcecados en compras y firmas (que también están bien, pero no son lo único, vaya). Tanto las presentaciones express de este año como las exposiciones deberían haber tenido mucha más concurrencia de público.

Mis exposiciones favoritas de este año fueron la de Tirso y sus Crónicas de Legión (¡yo también estuve presente en la visita guiada y hasta me habéis pillado por ahí en una de las instantáneas del artículo!), la de El Taller y las superheroinas de Elektra.

¡Saludos!

Susana dijo...

Gracias por el cumplido. Supongo que disfrutaste de la visita guiada de Tirso tanto como yo. Este año sólo he podido acudir a una de las visitas guiadas que tenía previstas. La de Fernando Vicente era una de ellas, pero claro era incompatible con las firmas en la Fnac. En casos como éste, lo que más me gustaría es tener el don de la ubicuidad. Me lo pido cada año a los Reyes Magos, pero nada.
A ver si el año que viene coincidimos de nuevo.

Emilio dijo...

¡Tremendo articulo este de las Expos! Comparto la opinión de Jolan: el mejor artículo de las Expos de Expocomic.
A mí me gustó muchísimo la de Fernando Vicente, pero con la que disfruté como un enano es con la de Tirso. Me quedé un buen rato tonto mirando la destreza con la que había utilizado su tremendo talento para hacer lo que (bajo mi punto de vista) es su mejor trabajo.
Una pena el haberme perdido la visita guiada :/

Susana dijo...

Coincido contigo. Expocómic acertó un año más con las exposiciones, pero sobre todo con la de Tirso. Cada página te atrapaba con sus detalles. También yo lo considero su mejor trabajo hasta el momento. Lástima que te perdieras la visita guiada, contigo haciendo comentarios hubiera sido genial.;)