La reciente presencia de Brent Eric Anderson en A Coruña, ya documentada por mi amigo Edu en este mismo Blog, parece un pretexto más que suficiente para dedicarle unas palabras a uno de sus más conocidos trabajos. La Marvel graphic novel por antonomasia es además una de las mejores obras que nos han dado los mutantes más famosos de la editorial americana.
X1 Novelas Gráficas Marvel
Jim Shooter no pasará a la historia como uno de los editores Marvel más diplomáticos y, de hecho, a veces parece que se le recuerda más por sus ya clásicas peloteras con nuestro canadiense favorito, John Byrne, que por su trabajo a las riendas de la editorial. Lo que es innegable es que ese trabajo dio algunos frutos excelentes.
Algo que hay que reconocerle también al bueno de Jim es que en su afán de ensanchar horizontes se atrevió a experimentar con formatos que se alejaban de los que se gastaban por aquel entonces las editoriales americanas. Fue así como a principios de los ochenta vio la luz la colección Marvel graphic novels, una serie de álbumes de tapa dura, con coloreado y papel de mayor calidad. Según parece la idea del editor era crear un producto más cuidado orientado a un público digamos más “maduro” que aquel que devoraba los comic books mensuales de 24 páginas, premisas que terminaron quedando algo diluidas con el paso del tiempo.
Aquí las novelas gráficas Marvel llegaron de la mano de Forum (Planeta de Agostini) en 1983. La colección original de Forum constó de un total de ocho N.G. que aparecieron en formato idéntico al americano, siendo algunas de ellas como la que nos ocupa, La muerte del Capitán Marvel, Elric, Starslammers o Killraven pequeñas obras de arte, pese a que probablemente nunca las encontraremos en esas listas tipo “Los 100 mejores cómics” que circulan por ahí. Como dato adicional recordar que en esta primerísima oleada de N.G. Forum también publicó algunas en tapa blanda –Conan y adaptaciones fílmicas principalmente- e incluso dentro de las propias series mensuales de grapa (así a bote pronto se me ocurren Los Nuevos Mutantes, Hulka o Los Inhumanos).
Pero volviendo a Dios ama, el hombre mata (desde ahora DAHM) decir que la misma fue elegida por Forum como buque insignia de la colección, alterando el orden de publicación USA donde apareció en quinto lugar. Sin duda la editorial española era plenamente consciente tanto de la calidad intrínseca del libro como de la avidez del público por unos personajes que llevaban ya demasiado tiempo alejados de las estanterías españolas.
Para disfrute de las nuevas generaciones DAHM fue reeditada por Planeta antes de perder los derechos de Marvel a manos de Panini.
X2 La gestación
Desde que Chris Claremont y John Byrne hicieran historia en Uncanny, el título mutante por excelencia se había convertido en todo un éxito en el mercado americano. Los autores que siguieron los pasos del temperamental John en el título -tanto el infravalorado Dave Cockrum como Paul Smith- también realizaron un gran trabajo y hasta los más firmes detractores de la Patrulla coincidirán conmigo en que en la época en que se gestó DAHM, y al contrario de lo que ocurriría en años posteriores, la calidad de la revista estaba realmente a la altura de su cada vez mayor popularidad.
Habida cuenta del estado de gracia de los mutantes y de su gran escritor, supongo que a Shooter no le costó mucho decidir quienes iban a ser los protagonistas de una de sus primeras N.G. Y si la historia iba a quedar en manos del entonces guionista estrella de la editorial, el artista no podía ser cualquiera. Ello llevó a Marvel a contactar con Neal Adams, ya un mito viviente del cómic USA además de conocedor de los personajes –al menos de algunos de ellos- tras su breve pero memorable paso por Uncanny de la mano de Roy Thomas.
Finalmente, y pese a contar con varias páginas dibujadas, desacuerdos sobrevenidos con la Casa de las ideas propiciaron su repentina retirada del proyecto.
Supongo que la elección de su sustituto llamó la atención de más de uno: Un Brent Eric Anderson que aun no gozaba de la popularidad que ganaría años después por su labor en la genial Astro City. Personalmente, creo que salimos ganando con el cambio.
Si Adams es conocido entre otras cosas por su majestuosidad y su vanguardista y vertiginosa narrativa, el trazo más sucio de Anderson y la sobriedad de su puesta de página, no reñida con la dosis justa de espectacularidad cuando el guión así lo exige, terminaron encajando mucho mejor con la clase de historia que tenida pensada Claremont.
Aunque su nombre no aparece en letras grandes en los créditos del libro, el coloreado recayó en las manos de Steve Oliff, uno de los mejores en su trabajo. A la vista del resultado final hay que reconocerle al colorista su buen gusto y su habilidad para adaptar su paleta según demanda el tono de la historia.
X3 El libro
Se dice que Stan Lee concibió a los X-Men como una metáfora del sentimiento de marginación experimentado por el adolescente medio durante tan delicada etapa de la vida. Aunque el tema intolerancia/marginación siempre había estado presente en la serie, en el guión que el escritor británico tiene entre manos va a cobrar todavía mayor relieve pero sin incurrir, como ocurriría en años venideros, en esa autoparodia que ha terminado matando tantas historias.
Así, Claremont nos ofrece un relato de corte más realista de lo habitual en el que el verdadero villano no es sino el lado más oscuro de la propia humanidad, representado por la figura del Reverendo William Stryker. El citado es un antiguo sargento del ejército americano reciclado a Predicador que, con la convicción que solo tiene el que cree que Dios le habla directamente al oído, orquesta una cruzada evangelista con la aniquilación de todo mutante como objetivo. Huelga decir que el fanático y racista Reverendo -para quienes los mutantes son la personificación de Satánas- deja a la familia Trask y sus centinelas a la altura del betún.
Para alcanzar sus fines Stryker intenta servirse de los vastos poderes psiónicos del Profesor Xavier, lo que motiva la intervención de la Patrulla y su hasta entonces peor enemigo, Magneto.
Como ya se ha apuntado, en esta ocasión Claremont deja de lado la épica que venía desplegando mensualmente en Uncanny y se centra en una historia más reflexiva que no tiene como telón de fondo la Tierra Salvaje o los confines del imperio Shi´ar, sino una Nueva York perfectamente reconocible y real gracias a los pinceles de Anderson.
Esa contención permitió que Claremont brillara con más intensidad que nunca en la caracterización de los personajes, ya de por sí uno de sus fuertes. Creo no exagerar si digo que, pese a disfrutar de tan solo unas pocas líneas cada uno –lo que se explica por lo extenso del reparto- en DAHM Kurt, Logan, Kitty, Ororo y compañía resultan ser más ellos mismos que nunca. Las relaciones interpersonales están tratadas estupendamente –las escenas en la mansión o la conmovedora amistad entre Kitty e Illyana, por ejemplo- con algunos momentos realmente emocionantes como la conversación en la Escuela en el epílogo del libro, en la que se ponen de manifiesto una vez más las visiones de Magneto y un abatido y dubitativo Xavier.
Precisamente mención especial merece el papel que juega el Amo del magnetismo, quien inicia una trayectoria rehabilitadora ya apuntada en Uncanny nº 150 USA que lo haría crecer, llevándolo finalmente a ocupar el papel de su amigo Charles como tutor de sus estudiantes. Lamentablemente esa trayectoria se vería truncada en un futuro por obra de editores torpes y guionistas mediocres que han dado al traste con el personaje desnaturalizando por completo.
La historia nos deja para la posterioridad otros momentos memorables. Así, la primera escena en la que los Purificadores asesinan a sangre fría a dos niños mutantes cuyos cuerpos son posteriormente encontrados por Magneto. El Amo del magnetismo clama venganza y, posiblemente por primera vez en la historia del personaje, al lector le resulta difícil no ponerse de su parte.
Otras escenas para recordar: el acondicionamiento mental de Xavier, crucificado en la azotea del World Trade Center con ese trazo de pesadilla que sale de los lápices de Anderson; la escalofriante historia de la familia de Stryker adecuadamente coloreada en tonos de sepia por Oliff; o la dramática batalla final en el Madison Square Garden, en la que ambos bandos se enfrentan con armas e ideas, por más descabelladas que sean las de un Stryker al que me temo no le faltarían adeptos en nuestro mundo fuera de las viñetas.
X4 Secuelas
Otras escenas para recordar: el acondicionamiento mental de Xavier, crucificado en la azotea del World Trade Center con ese trazo de pesadilla que sale de los lápices de Anderson; la escalofriante historia de la familia de Stryker adecuadamente coloreada en tonos de sepia por Oliff; o la dramática batalla final en el Madison Square Garden, en la que ambos bandos se enfrentan con armas e ideas, por más descabelladas que sean las de un Stryker al que me temo no le faltarían adeptos en nuestro mundo fuera de las viñetas.
X4 Secuelas
Todos pensábamos que el Reverendo no sobrevivió a los acontecimientos de DAHM. Nos equivocábamos.
Que las características de DAHM la hacen apta para convertirse en la perfecta adaptación cinematográfica de los X-Men es algo que más de uno pensamos: historia redonda, autoconclusiva, definición perfecta de personajes y fidelidad absoluta al espíritu del comic book. Ese deseo pareció hacerse realidad, al menos momentáneamente, cuando se empezó a rumorear que X-Men II, el film iba a estar inspirado en la N.G.
Finalmente, aunque X-Men II, el film ha sido aclamada por los fans –entre los que me incluyo- como una de las mejores películas de superhéroes de todos los tiempos, el guión definitivo se alejó por completo de la historia de Claremont, de la que tan solo queda el villano -en este caso un militar que nunca llegó a convertirse en hombre de Dios- y su plan de utilizar al Profesor para aniquilar a todo mutante viviente. La película mola pero el Stryker de papel supera en todos los aspectos al de celuloide.
Con todo ello Marvel aprovechó para traerlo de vuelta de la mano de Claremont en una saga publicada en X-treme X-Men oportunamente titulada Dios Ama, el hombre mata II (Forum/Planeta, 2004). ¿El resultado? Una historia muy en la línea del Claremont actual dibujada eficazmente por Igor Kordey, con un buen entintado de Scott Hanna, que sin estar mal no le llega a la original ni a la suela del zapato.
En cualquier caso, y aunque los fans más críticos del guionista le recriminemos por sus extensos textos de apoyo o sus ya míticos cabos sueltos, hay algo que no se le puede reprochar, y es que mientras Chris Claremont esté detrás de las andanzas de sus criaturas siempre quedará en ellas algo de la grandeza de los personajes que protagonizaron DAHM.
Que las características de DAHM la hacen apta para convertirse en la perfecta adaptación cinematográfica de los X-Men es algo que más de uno pensamos: historia redonda, autoconclusiva, definición perfecta de personajes y fidelidad absoluta al espíritu del comic book. Ese deseo pareció hacerse realidad, al menos momentáneamente, cuando se empezó a rumorear que X-Men II, el film iba a estar inspirado en la N.G.
Finalmente, aunque X-Men II, el film ha sido aclamada por los fans –entre los que me incluyo- como una de las mejores películas de superhéroes de todos los tiempos, el guión definitivo se alejó por completo de la historia de Claremont, de la que tan solo queda el villano -en este caso un militar que nunca llegó a convertirse en hombre de Dios- y su plan de utilizar al Profesor para aniquilar a todo mutante viviente. La película mola pero el Stryker de papel supera en todos los aspectos al de celuloide.
Con todo ello Marvel aprovechó para traerlo de vuelta de la mano de Claremont en una saga publicada en X-treme X-Men oportunamente titulada Dios Ama, el hombre mata II (Forum/Planeta, 2004). ¿El resultado? Una historia muy en la línea del Claremont actual dibujada eficazmente por Igor Kordey, con un buen entintado de Scott Hanna, que sin estar mal no le llega a la original ni a la suela del zapato.
En cualquier caso, y aunque los fans más críticos del guionista le recriminemos por sus extensos textos de apoyo o sus ya míticos cabos sueltos, hay algo que no se le puede reprochar, y es que mientras Chris Claremont esté detrás de las andanzas de sus criaturas siempre quedará en ellas algo de la grandeza de los personajes que protagonizaron DAHM.
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