martes, mayo 08, 2007

CRÍTICA: PULP HÉROES de Víctor Santos

Hacía tiempo que quería hacer un post sobre Víctor Santos, un autor que especialmente me gusta por lo buen profesional que demuestra ser, con una amplia gama de registros, dominando como nadie el guión, el “tempo” de la acción, haciendo un correcto trabajo a los lápices, con un estilo muy personal fácilmente reconocible por el aficionado, y que últimamente también se atreve con el color. Un autor completo donde los haya, un todoterreno con todas las de la regla. Y, lo mejor de todo, en constante evolución. Destacándose que ahora mismo está introduciéndose en el difícil mercado americano, donde muchos talentos empiezan a caminar pero pocos son elegidos para mantenerse en el camino sin desviarse, manteniéndose fieles a si mismos, y muchos menos llegar sanos y salvos a la meta del autor valorado por su obra en sí, sin complementos de ningún tipo.

Como éste es un post acerca de una obra suya en concreto, no sabía por cuál empezar, si reseñando alguna de sus obras de género fantástico (hay tenemos su premiada y alabada por la crítica “Los Reyes Elfos”) o de alguna de género negro. Al final me he decantado por éste último, un género que hay que reconocer le viene como anillo al dedo. Una temática donde grandes autores han dejado huella indeleble en la historia del noveno arte, como muy bien pudimos comprobar en el reciente Saló del Còmic de Barcelona con la exposición que se podía ver allí: “Sèrie Negra entre vinyetes”. Y, entre las obras que ha realizado, me he decantado por reseñar una de las primeras, Pulp Héroes, y su continuación, Pulp Héroes: Bushido, ambas publicadas por la Editorial Astiberri, en su colección "Lecturas Compulsivas".

El primer volumen (dividido en dos partes) tiene todo lo que se puede esperar de una obra de este género: chico protagonista carismático (asesino a sueldo pero que intenta tener buenos sentimientos y acciones dentro de lo que cabe), chica de la película (prostituta salvada (o no) por el protagonista), amigo íntimo del chico, mafioso corrupto y sin escrúpulos, historia de amor que puede desembocar en tragedia, gran urbe, populosa, donde la corrupción campa a sus anchas por todos los rincones de la ciudad (ésta ciudad es una representación de Los Ángeles como podemos comprobar fácilmente), mucha acción, tiroteos a punta pala (demasiado cruentos, quizás, para mi gusto),… Y, en el segundo volumen (publicado en el 2005), más de lo mismo, continuando las vivencias de nuestro protagonista, Marcus, pero ahora dándole un toque más oriental al asunto, con la aparición de los Yakuza, la conocida mafia japonesa, que el autor sabe sacar su jugo, combinándola con la mafia italiana, conformando un cóctel explosivo, que demuestra una vez más el gran saber hacer de este joven autor valenciano. Joven sí, pero con ya un considerable currículum a sus espaldas.

Este segundo volumen (dividido en dos historias, “El cuento del gangster” y “El cuento del samurai”), a diferencia del primero, sabe darle un punto más de calidad a la historia (aunque no nos olvidemos que el final del primer volumen es impactante, de esos que te quitan el hipo por su dureza), entrelazando perfectamente y con mucha coherencia lo que nos pretende mostrar y narrar, dando un final redondo a una historia ya de por sí conocida dentro del género negro, pero que le sabe dar ese toque de calidad, bebiendo claramente del nuevo género negro que supuso para la industria del cómic el Sin City de Frank Miller (como muy bien nos dice en el prólogo de este segundo volumen Julián M. Clemente). Y, es más, se nota que en el dibujo ha conseguido darle un poco más de definición que en el primer tomo, un acabado más “limpio”, lo que redunda en beneficio de la historia y ayuda aún más a pulir lo que se nos narra. Lo dicho, un autor en constante evolución.

Lo bueno que tiene Víctor Santos a los guiones es que, en pocas páginas, te plantifica una historia con un inicio, un nudo y un desenlace perfectamente orquestado, todo perfectamente cohesionado, diciéndolo todo en pocas palabras, sin gratuidad de ningún tipo, con finales con giro inesperado perfectamente conseguidos. Un guión sencillo, pero bien trabajado, que mantiene un interés constante, que se lee en un tirón y te deja un buen sabor de boca.

En cuanto al dibujo, Víctor es un dibujante que levanta pasiones al mismo tiempo que rechazo, para muchos difícil de entrar a las primeras de cambio, pero que con el paso del tiempo va perfeccionando su puesta en escena, sus perspectivas visuales, sus luces y sombras absorbentes (genialmente conseguidas), unas composiciones de página muchas veces perfectamente resueltas, incluso en la representación de las anatomías, pero manteniendo ese estilo particular y característico, ecléctico me atrevería a decir, fácilmente reconocible, como ya he dicho más arriba, por todos.

Con todo lo dicho, sólo deseo y espero que Víctor no decaiga en ese ritmo a destajo que lleva de producción de obras, buenas obras, de autor completo, y que nos recompense en un futuro con más obras de esta calidad o superior, porque tenemos que afirmar que el chico tiene talento, mucho talento, y nosotros los lectores tenemos la suerte de ser premiados con su trabajo.

Un saludo cordial.

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