El protagonista de nuestra historia (que carece de nombre, lo que "casi" demuestra que a cualquiera le puede suceder lo que aquí se cuenta) es uno de esos especimenes que hemos catalogado en el párrafo anterior, un despistado de tomo y lomo, un impuntual como el que más, uno de esos que es capaz de perderse entre las calles de un barrio antiguo cualquiera, de esos de calles irregulares y tortuosas y callejones sin salida (como nos cuenta el propio autor, es una representación, un símil, del Barri del Carme de Valencia, ese tipo de barrios enormes y antiguos, donde nos reconoce que él mismo pierde el sentido de la orientación en sus callejuelas muchas veces). Y ahí comienza la extraña aventura de nuestro amigo. Al intentar llegar a su ineludible cita con su novia, decide atajar por el barrio antiguo y, como ya hemos comentado, se pierde en su laberinto de calles, siendo incapaz de poder orientarse y “comiéndolo” la noche, perdido irremediablemente y, cargado, para más inri, de un enorme "Corto Maltés" a tamaño natural que le hace más cuesta arriba encontrar la salida.
En su estancia en el Hotel La Torre, donde se ve abocado a pasar la noche, nuestro protagonista comienza su (des)aventura para conseguir salir como sea del laberinto de calles y poder volver a la “realidad” que él conoce y asume como verdadera. Los diferentes inquilinos permanentes de este extraño e infinito hotel (que nos recuerda muchísimo a la Torre de Babel del pintor flamenco Pieter Brueghel o la La isla de los muertos del suizo Arnold Böcklin, y sus intrincadas escaleras a las Carceri del italiano Piranesi así como las de la Relatividad del holandés Escher… o como comenta uno de los personajes, podríamos estar ante el Hotel Infinito ideado por el matemático alemán David Hilbert) tienen todos su particular historia, pero una historia fuera de toda lógica aparente aunque pueda esconder una gran verdad detrás de cada una de ellas, todos esos miedos y dudas que nos invaden a todos a lo largo de nuestra vida: los de los amores imposibles y no correspondidos (la Sr. Esther, el Sr. Rueda y el Sr. Rosendo de los Vientos), el de la inseguridad de las personas (la del gran científico, el Coronel Francisco Piedra, que intenta recuperar e “reinventar” a su antiguo amor creando sucesivos clones que al final acaban siendo parte de las inquilinas y trabajadoras del hotel), el de la soledad (representada en Blanca, la cartera oficial del barrio la cual afirma “necesito contar a la gente lo que siento… escribo porque me siento sola”), el del miedo a morir (donde el Sr. Soto espera pacientemente e inexorablemente, día tras día, que la muerte llegue y le reclame para ella), el de perder la memoria (con el Conde Diógenes que colecciona miles y miles de objetos, “perder algunos de estos objetos es perder para siempre una parte de mi vida”)… y finalmente llegamos a nuestro protagonista, que le inquieta el no poder salir de esta nueva existencia y teme al Sr. Doppelgänger (personaje o definición que utiliza, por ejemplo, Julio Cortázar en su mítica obra Rayuela), el otro yo, su doble interior, el lado oscuro que todos llevamos dentro y que intenta robarle a nuestro protagonista sus recuerdos (que son los suyos propios) para poder el salir de esta pesadilla/sueño/realidad y poder despertar de él en detrimento del “hombre sin nombre”.
Como podréis observar, todo un elenco de personajes a cuál más curioso y peculiar que "confundirán" más a nuestro protagonista a la hora de conseguir escabullirse de esta “pesadilla”, pero que le demostrarán que la vida allí puede ser igual de buena que la que está ahí fuera y que posibilitará que hasta nuestro protagonista se amolde y acostumbre a una situación que ni en sus sueños más fantásticos hubiera podido discernir que pudiera existir... es la "pesadilla" que se puede llegar a convertir en "sueño"… pero, ¿y si fueramos capaces de cambiarlo todo, de parar y retroceder en "reloj de la vida", despertar del “sueño”, con solo proponerlo? ¿Valdría la pena?... o como diría le dice Blanca a nuestro protagonista, “¿y esa vida fuera es mucho mejor?”. Simplemente, al final del camino, somos y seremos esclavos de nuestro destino.
Aprovecharé ahora la parte final de este post para convertirlo más en uno que hubiera podido escribir el propio autor, y lo conseguiré transcribiendo, "apropiándome" de algunas de las palabras con las que Paco Roca nos obsequió en la reciente charla que hizo durante las V Jornades del Còmic de Castelló –CòmiCS’09-, hablándonos de esta obra que estaba apunto de salir en el mercado en esas fechas.
Como muy bien nos comentaba Paco Roca, Las Calles de Arena es una historia diametralmente opuesta y diferente a su obra más conocida, Arrugas, que mientras esta última “podría ser como el cómic de un guionista” por el propio tema en sí, donde es más importante lo que se cuenta que cómo se dibuja, Las Calles de Arena “es casi más el álbum de un dibujante, aunque el guión sigue siendo lo más importante, pero es lo que todo los dibujantes querríamos hacer... donde las reglas son mucho más amplias, es casi como un mundo de fantasía, hay muchos cambios de escenarios… hay muchos personajes, es una historia coral, aparecen personajes muy diferentes... por lo que te puedes lucir mucho más en el dibujo”.
Como Paco Roca nos confesaba, él intenta hacer historias que le son cercanas o le dan miedo, y uno de sus miedos, a otra escala respecto a Arrugas, es el de perderse (cómo muy bien nos ilustró cuando nos contó cómo se perdió una vez en el Barri del Carme de València). Intenta contarnos una serie de situaciones que “aunque sea algo como muy surrealista, es como la sociedad en que vivimos casi, esa cantidad de cosas absurdas que tenemos que hacer para poder vivir pero que al final no tenemos tiempo para vivir… ese círculo infinito”… “este cómic bebe quizás más de la literatura que de otros medios, del realismo fantástico, de esas historias de Kafka en las que la realidad absurda se convierte en algo tan opresivo y tiene unas reglas tan fijas que te crea mucha ansiedad el leerla… bebe mucho de Kafka, de Borges [donde su relato El libro de arena da título a esta obra de Paco Roca], de Cortázar, de ese surrealismo que me gusta mucho y que me sirve para contar la realidad”.
“Es una historia que la he hecho durante todo este año de “bolos” con Arrugas y ha sido de escribir, parar, irte a hacer un viaje, volver, volver a hacerlo, hacer otro viaje, piensas que podías añadirle esto, luego vuelves y empiezas a cambiar… y ésta no es mi forma habitual de trabajo porque soy muy metódico a la hora de hacerlo y es que ha sido como muy caótico porque se ha dilatado mucho en el tiempo… y eso ha hecho de que sea una historia que tiene muchos giros y muchas vueltas, que le viene bien a la historia porque como todo es tan caótico y ese desorden en la estructura le viene bien… ese caos es parte de la historia… y como se ha dilatado este año intento meter todas esas cosas que me gustan… como Piranesi y sus "Cárceles", o como Escher… casi ha sido un cajón desastre de muchas cosas que me gustan y me lo paso muy bien”.
“En muchas películas [las de Wes Anderson, o como en otras como La Ciudad de los Niños Perdidos o Amélie] el color es muy importante, y yo lo que he hecho aquí es definir casi cada personaje tenga un color, he intentado entonar cada vez que aparezca ese personaje con ese color, que ese color tenga un vínculo con la personalidad de la persona... el color es siempre parte importante de la narración y aquí puede que más... por ejemplo, aquí el hotel tiene esos colores rojo y verde, son dos colores complementarios que hace que sientas un cierto agobio, en todo lo que son las zonas comunes del hotel tienen esos colores... otro tiene unos colores violeta que los asocio, no sé por qué, con el tema religioso, entonces al personaje para el que la religión es importante ese color define al personaje”.
En esta obra por tanto vemos que Paco Roca sube un peldaño en su grafismo, suavizando y simplificando la línea en las expresiones de los personajes, pero siempre consiguiendo crear el movimiento apropiado para identificar lo que cada uno de ellos siente y quiere expresar. El detallismo aumenta en las composiciones consiguiendo una maravillosa ambientación que se adapta perfectamente a la hora de querer transmitirnos un contexto irreal a la vez que posiblemente lógico y real. El cromatismo gana enteros, utilizando una gran gama de colores, pero de tonalidades oscuras y sucias que demuestra que el color es una de las facetas que también domina como nadie.
También dejamos para el final la magnífica edición que ha llevado a cabo la
Editorial Astiberri, correctamente encuadernado en tapa dura con un papel de buen gramaje que beneficia y absorbe perfectamente la paleta de colores utilizada por
Paco Roca y que favorece a darle ese tono más "
neutro" a una historia que es una auténtica locura en sí misma.
Por tanto, una obra más a recomendar de ese gran autor que es el valenciano
Paco Roca, que ya nos ha sorprendido definitivamente con su
Arrugas (merecidísima ganadora del
Premio Nacional del Cómic y que podéis leer la reseña que en su momento escribió Ximo pinchando
aquí), y que ahora nos obsequia con otra historia sugerente, surrealista, radicalmente diferente a la anterior, pero que consigue captar la atención del lector con las diferentes vicisitudes que les pasa a cada uno de los peculiares personajes que pueblan el
Hotel La Torre del misterioso y mágico barrio de
Las calles de arena.
Un saludo cordial.
2 comentarios:
"También dejamos para el final la magnífica edición que ha llevado a cabo la Editorial Astiberri, correctamente encuadernado en tapa dura con un papel de buen gramaje que beneficia y absorbe perfectamente la paleta de colores utilizada por Paco Roca"
Vaya pues el mío y el resto de los que he visto por Madrid tienen muchas páginas en las que la impresión no ha salido del todo bien, de hecho lo comentamos con Paco y pensamos que era cosa de toda la tirada.
Yo he leído la obra y no he tenido ninguna dificultad en hacerlo y no he notado de que hubieran páginas mal impresas... la verdad es que me ha gustado ese color sucio y apagado que se nos muestra (supongo que es por mi debilidad de autores como Schuiten que aplican los colores de una manera muy personal y única).
Otra cosa es que el autor quisiera recalcar más el cromatismo y, pudiera ser, si tengo que buscar algún punto, que algunas páginas puede que estén un "poco" oscurecidas... pero ya te digo, al no ver los originales ni saber sí esa era la intención o no final del autor, no te puedo decir si el fallo está en la intensidad o no del color... a mí me ha gustado, la he leído sin ningún problema y no creo que haya que retirar la tirada (bueno, por lo menos la parte que se ha vendido por aquí).
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