Si algo hay que reconocerle a los autores japoneses es, entre otras muchas virtudes, su capacidad de enunciar hipótesis de trabajo, conjeturas creíbles y factibles de acontecer, de saber transmitirnos hacia dónde posiblemente se encamina nuestro futuro más cercano, de lo que es capaz de hacer la mano del hombre a la hora de intervenir e interferir en el ecosistema del que formamos parte, logrando modificar y moldear el mundo en el que vivimos, algunas veces para nuestra suerte y muchas para nuestra desgracia, o, simplemente, llegar a plantearnos y contarnos lo que la madre naturaleza es capaz de causar en nosotros mismos sin que nada podamos hacer, la mayoría de la veces, para poder evitarlo, formando irremediablemente parte del ciclo vital que es la vida y su continua intervención para restablecer el orden natural y recuperar a posteriori el previo equilibrio existente con nuestra inicial injerencia.
Y si acotamos el terreno y nos enfrentamos a un subgénero dentro del genero de terror como es el que nos relata situaciones catastrofistas provocadas o no por el hombre que sufre la ira de la naturaleza, llegando a cotas inimaginables de pánico y destrucción causados por ella, nos encontramos con una serie de mangas que nos explican este tipo de fenómenos con el más mínimo detalle, sin prisas pero sin pausas, motivado por esa particular forma que tienen de contarnos las cosas en cientos y cientos de páginas, para relatarnos cualquier tipo de hecho por muy extraño e inexplicable que pueda parecernos pero factible que pueda suceder en un momento dado, estando científicamente comprobado, y que consiguen que por lo menos, por un instante, reflexionemos sobre él y lleguemos a plantearnos cuanta culpa tenemos en ello y llegar a hacernos recapacitar de nuestra manera de ser y hacer las cosas, todo ello de una manera lógica, coherente y sencilla, capaz de llegar a cualquier tipo de lector utilizando un lenguaje simple pero lleno conceptos científicos y creíbles hipótesis de lo que puede llegar a ser.
Después de que una obra como es el
Akira de
Katsuhiro Otomo, tanto el
manga como, fundamentalmente, su posterior adaptación al
anime impactara en nuestras retinas en su momento (en la década de los 80) con una explosión nuclear que arrasó a una megalópolis como es Tokio, pasando posteriormente por uno de los
thriller de finales de los 90 más asfixiante a los que me enfrentado nunca como lector como es el
Dragon Head de
Minetarô Mochizuki (leed el post que es su momento hice sobre esta obra pinchando
aquí), hemos tenido ahora la suerte de ver publicados en nuestro país al mismo tiempo dos obras de un veterano autor,
Takao Saito (que es conocido por todos por ser el creador de
Golgo 13, una especie de
James Bond a la japonesa, un auténtico asesino a sueldo, publicadas 13 de sus historias aquí en nuestro país en un inmenso volumen por la
Editorial Glénat), como son
Survival (de la mano de
Ediciones Ponent Mon y editado en Japón en 1976) y
Breakdown (gracias a
Dolmen Editorial y obra más reciente que la anterior que fue publicada en el país nipón en 1995), donde nos enfrentamos a ese tipo género catastrofista de gran magnitud y en su máximo grado exponencial.
Para hablar de
Saito y su trabajo en este subgénero en concreto, nos concentraremos en este post en reseñar el último de sus títulos citado más arriba,
Breakdown: Impacto, primer volumen de un total de cuatro que la
Editorial Dolmen saca a la venta con carácter bimestral.
La historia, a grosso modo, comienza con la noticia de un gigantesco meteorito que tiene que pasar cerca de la Tierra y que, por un hecho ajeno a él, acaba siendo desviado de su trayectoria original encaminándose a partir de ese mismo momento directamente con dirección hacia nuestro planeta. La trama de
Breakdown comienza verdaderamente después del impacto del meteorito
Willbe, a través de la historia de
Otomo, reportero de un periódico local que, gracias a su experiencia y su instinto de supervivencia, consigue sobrevivir a la gran explosión y, utilizando toda una serie de recursos, tendrá que ingeniárselas para subsistir en un planeta que posiblemente haya acabado devastado en su totalidad. Un planteamiento sencillo pero lleno de posibilidades narrativas que, según como lo enfoque y plantee el autor, puede ofrecernos todo una serie de reacciones de lo más variadas de las personas ante un hecho de esta magnitud al que nunca nadie está preparado y con todo un compendio de ideas para poder salir y sobrevivir a una crisis de estas características a nivel mundial.
Un punto a destacar en este primer tomo es la dualidad constante que encontramos en los dos personajes protagonistas, el enfrentamiento de dos egos diferentes, de dos formas distintas de ver y enfrentarse a la vida. Vemos en Otomo a la persona sencilla, amable, respetuosa, siempre dispuesto a ayudar, y el que se toma las cosas más en serio, sabiendo lo que verdaderamente hacer en cada momento, a riesgo de perder oportunidades él mismo a lo largo del sinuoso camino que transita en su devenir diario. En cambio, como opuesto y contrapunto suyo, está su jefe el Sr. Utsumi, un hombre hecho a sí mismo que se cree tener la potestad de arramblar con todo y con todos, sólo con el único objetivo de promocionarse y destacar entre los demás, egocéntrico y ególatra donde los haya, que se cree superior a los demás siendo realmente un verdadero inútil y un personaje de poco fiar. Posiblemente Saito haya intentado introducir desde un primer momento a este segundo personaje como contraposición del personaje principal, Otomo, para demostrar que las desgracias nunca vienen solas, y que tener un personaje como Utsumi haciéndote la vida imposible constantemente te hace todavía reaccionar con más fuerza y luchar con más ímpetu ante la multitud de obstáculos que te encontrarás por el camino... y de paso enseñarnos que, las personas, ante situaciones límite de esta magnitud, pueden llegar a actuar de una manera muy diferente, rozando o llegando al pleno egoismo, a la que estamos habituados a ver, porque puede surgir ese "yo" egoista que insiste constantemente que "mejor tú que ellos"... pero, para suerte de todos, no todo el mundo reacciona de una manera tan egocéntrica, también encontramos la otra cara de la moneda, aquellos que sin esperarlo ofrecen todo lo que tienen y salen en ayuda de sus conciudadanos... por eso Otomo nos resulta simpático y agradable como lectores y, en cambio, Utsumi nos resulta repulsivo y odioso... ¿o no?
Saito es toda una institución en el país nipón. Como creador tiene una obra fundamental que es Golgo 13 creada por el año 1968 y de la que se han editado ya más de 170 volúmenes, se ha hecho una película basándose en este personaje, videojuegos, un juego arcade y, como no, una serie anime de 50 capítulos hasta el momento. Este maestro del manga nacido en 1936 fue uno de tantos mangakas de su generación que vivieron y aprendieron del maestro de maestros que no es otro que el gran Osamu Tezuka (casi ocho años más mayor que Saito).
Pero este último hecho mismo, fundamental podríamos decir en la vida de cualquier autor manga, también posibilitó que, junto a una parte de toda una generación de autores, Saito fuera uno de los precursores del gekiga, cuyo padre espiritual y creador del término fue Yosihiro Tatsumi (al que muchos aficionados pudieron conocer en la X edición de Viñetas desde O Atlántico de 2007) allá por mitad de la década de los 50 y de los 60, un tipo de manga cuya temática era más adulta (y que se difundió rápidamente gracias a las bibliotecas surgidas de préstamo que se popularizaron al término de la II Guerra Mundial) apartándose del tipo de manga que se hacía en la época, más enfocado a un publico infantil-juvenil, y que seguía a rajatabla la directrices del gran padre del manga, Osamu Tezuka. El gekiga nos trae una temática no tan desenfada y de divertimiento, si no que nos cuenta de una manera más adulta las relaciones entre personas, las relaciones de éstas con el medio que les rodea, mangas muchas veces tratando aspectos didácticos, de qué podría pasar o cómo enfrentarse a diferentes situaciones... y como catalizador de todo ello y punto de encuentro fundamental de muchos estos mangakas sería la posterior aparición de la revista Garo, una de tantas revistas que ya se fue popularizando en Japón a medida que se iba saliendo de la posguerra, y que sería vital para que el estilo gekiga se desarrollara totalmente hasta alcanzar unas cotas de popularidad y excelencia reconocidas, hoy por hoy, por todos.
Una de las características que enseguida podemos observar estilísticamente hablando, comparándolo con la influencia y el camino a seguir que marcaba
Tezuka, es el mayor realismo que imprimía
Saito en la caracterización de sus personajes, acercándose más al retrato realista, con unas expresiones faciales más cercanas a la realidad, desapareciendo esos ojos enormes que tanto caracterizaban a
Tezuka y reproduciendo toda una serie de gestos para enfatizar aún más lo que cada personaje quería expresar según el estado de ánimo que el autor quería representar en él.
También comentar que
Saito fue uno de los precursores de la creación de estudios de
manga donde alrededor de un
mangaka estrella se reunían una gran cantidad de colaboradores y de “
negros” que posibilitaba que la producción de historias fuera tan prolífica, con cientos y cientos de páginas mensuales, una de las características conocida mundialmente de esa manera de trabajar que tienen los japoneses, que de otra forma sería prácticamente imposible llegar ni a una cuarta parte de esta inmensa producción. Por lo tanto,
Saito creó su estudio
Saito-Production.
Y, aprovechando que se han publicado tanto
Survival como
Breakdown al mismo tiempo en nuestro país, podemos comprobar que a pesar de los casi 20 años transcurridos entre la publicación de una y de otra, esta última mantiene el mismo estilo, tanto en temática como en la forma de narrarnos la historia, utilizando el mismo ritmo y tempo, y usando el mismo estilo
gekiga que tanto utilizaron
Saito y otros autores de la década de los sesenta, y que vemos que emplea con la misma fuerza y expresividad en esta obra más reciente, rememorando perfectamente este estilo que tanto influenció en el
manga japonés hace más de cinco décadas.
En resumen, buen trabajo el de Saito en este tipo de historias del subgénero catastrofista, donde logra transmitirnos con todo lujo de detalle qué sienten sus protagonistas y cómo reaccionan ante experiencias de esta magnitud, donde el instinto de supervivencia siempre sale a flote, intentando el autor aleccionarnos con toda una serie de recursos y trucos capaces de hacernos salir momentáneamente del atolladero si nos encontráramos en este tipo de situaciones límite. A partir de ese primer momento que siempre hay de desasosiego y desorientación, Saito nos contará con pelos y señales, y multitud de anécdotas y de pequeñas historias dentro de la historia, hacia dónde se encaminan los acontecimientos, pero eso ya lo veremos y leeremos en los sucesivos tomos, que a buen seguro devoraréis, porque este tipo de historias te pueden atraer más o menos, pero lo que es innegable es que esta forma tradicional que tienen de narrar los mangakas, provoca que te enganches a la historia, sin saber cómo va a evolucionar ésta, manteniendo una incertidumbre en cada uno de los diferentes capítulos de los que constan estas extensas obras, pero deseando avanzar en la lectura para llegar al desenlace final.
Un saludo cordial.