viernes, noviembre 17, 2006

CRÍTICA: DRAGON HEAD de Minetarô Mochizuki

Obra publicada en 10 tomos, tamaño bolsillo, por la Editorial Glénat, con sentido de lectura oriental.

Mochizuki se adentra en esta historia en los miedos más profundos que pueda tener cualquier ser humano.

Partiendo de todo miedo que cualquier persona pueda tener por cualquier tipo de hecho catastrófico, inicia la narración con un accidente que tiene un tren bala cuando transcurre por dentro de un túnel, y el pánico que producirá en los escasos supervivientes que pasan de una situación extrema donde, por fortuna, salvan la vida después de un accidente de esta magnitud, causado parece ser por un terremoto, a otra donde intentan sobrevivir en una situación claustrofóbica al sentirse sepultados vivos sin poder acceder al exterior.


Ya las primeras páginas nos indican la dirección que va a tomar toda la trama. Después de la oscuridad, el despertar, y después la visualización horrenda de un vagón destrozado repleto de cadáveres. Situación asfixiante, agobiante, que te deja sin respiración, te falta el aire. Y todo a oscuras, desorientado, y aunque llegues a conseguir iluminar el lugar, no mejorará para nada la situación. ¿Cómo te sentirías si supieras que estás enterrado vivo?

Son situaciones límite en las que cualquiera podría encontrarse. Teru, el protagonista, se siente sólo, se siente encerrado, te pasan por delante todos los recuerdos buenos y malos de tu vida. No sabes qué hacer. ¿Cómo demonios saldrás de ésta? Pero Teru pronto descubrirá que no está sólo. Se han salvado una chica y un chico de su edad. Estudiantes como él. ¿Será esto realmente bueno o malo? Porque lo que era pánico individual se puede transformar en pánico colectivo. Y la histeria colectiva no es muy buena compañera. Y el estrés y la tensión acumulada te hacen oír y ver cosas raras.

¿Están realmente solos? ¿Hay alguien o algo más?

La situación es crítica, están atrapados sin salida posible. ¿Vendrán a rescatarlos? ¿Tendrán alimentos suficientes? ¿Tendrán una amenaza invisible acechándoles? ¿Lograrán salir de ésta? Y si consiguen salir, ¿será el mundo exterior mejor que éste? Leed las más de 2.000 páginas y lo sabréis.


El estilo de dibujo es el mismo que se usa en este tipo de historias para más adultos, que quieren hacer mantener la intensidad y la tensión de la narración. Los personajes tienden más a transmitir un realismo a las escenas, con un detallismo muy marcado que enriquece la narración visual, con una tendencia al claroscurismo muy acentuado, remarcando el sentimiento de oscuridad (que siempre ha sido símbolo de miedo y terror). Un trazo que es usado más en el manga sheinen, que en el shojo o el shonen, siendo estos dos últimos más de línea limpia, nada claroscura, más caricaturescos en momentos concretos, y habiendo mucha más acción.

Si quieres imbuir un terror psicológico tienes que plasmar las escenas de manera que te sientas parte de ellas, pudiendo ser tú parte de la trama. Sin el efecto realista del contexto donde se ubica la acción, no puedes llegar a sentir el miedo que te quiere transmitir el autor.

Hay que criticarle a Glénat esa tendencia en los mangas de no traducir muchas de las onomatopeyas de ruidos y sonidos, lo que dificulta muchas veces al lector el entender qué está pasando realmente en ese momento, aunque luego se intuya el significado por el propio sentido de la narración.


Lee esta obra y, a cada paso, comprobarás los giros radicales, que sin tú esperarlo ni buscarlo, te puede dar la vida.

Después de esto, ¿volverás a dormir tranquilo?

Un saludo cordial.

1 comentario:

Ulin dijo...

La verdad es que esta historia me pareció simplemente genial, exceptuando por el final, que me pareció que dejaba demasiadas cosas en el aire... por lo demas, una tensión constante y un sin vivir xD