Y, como ya vimos con El Azote de los Dioses de Mangin y Gajic, donde se readapta un hecho histórico de época del Imperio Romano en clave futurista, en Moby Dick se readapta un hecho de ficción en clave también futurista.
Donde en la novela de Melville, New Bedford es la ciudad portuaria, aquí es una estación espacial. Donde allí aparecía un barco con nombre Pequod, aquí es una nave espacial. Donde allí se cazaban ballenas aquí se capturan asteroides ricos en minerales. Y donde allí Moby Dick es una gran ballena blanca, aquí es un gran cometa blanco.
Y los nombres de los protagonistas son los mismos, pero en la novela viven en el siglo XIX y en el cómic se sitúan en un futuro lejano.
La obra publicada en dos tomos, divide la acción en dos partes.
En el primer tomo titulado “New Bedford”, conocemos a un joven Ismael (la narración comienza de igual forma que en la novela), que sin nada que perder, decide ir en busca de aventuras por la galaxia conocida. Vemos como consigue enrolarse en una nave espacial destartalada comanda por el loco Capitán Ahab. Y conoce también quien será su compañero de fatigas, el experimentado “cazador estelar” Queequeg (en la novela un arponero maorí y aquí un arponero nativo de las Islas de la Luna).
Por lo tanto, este primer volumen es la puesta en escena de lo que será la conclusión de la historia en el segundo volumen. Presentación de los personajes, ambientación de la historia situándola en el contexto buscado por el guionista, adaptador de la novela de Melville en un futuro lejano. Donde en la novela la inmensidad del mar es el protagonista de la historia, aquí es la inmensidad del espacio. Pahek ejecuta unos magníficos modelos de construcciones y naves espaciales de una manera magistral, que facilitan tremendamente la adaptación que Pécuau intenta de este clásico de la literatura universal.
Una vez ya enrolados en la tripulación del Pequod, se embarcan a la caza y captura de los grandes asteroides ricos en menas minerales, en los confines del espacio conocido. Pero, naturalmente, ya atisbamos los verdaderos motivos de este viaje por parte del Capitán Ahab: la caza del Gran Cometa Blanco, anteponiendo su venganza hacia este astro que casi lo mató en el pasado, sin tener en cuenta la extracción de minerales ni la seguridad de su tripulación.
Ya en el segundo tomo titulado “La caza” es donde se produce el desenlace de la terrible historia del odio entre el Capitan Ahab y Moby Dick, el gran cometa blanco.
Como en la novela, la locura de un hombre, el odio propio de todo ser humano, la venganza desproporcionada, el ojo por ojo y diente por diente, la irracionalidad de los actos de los seres humanos, hacen que los errores de uno afecten al resto de gente que le rodea.
La recreación de la novela de Melville por parte de Pécuau, peca de falta de originalidad a la hora de adaptarla, al buscar la constante referencia, casi literalmente, a lo acontecido en la novela, sólo sustituyendo los hechos y el contexto por producirse en un futuro, donde la ingeniería y tecnología espacial sustituyen la tecnología, en ciernes, de finales del siglo XIX. A veces le falta ritmo a la narración, y otras quiere contar demasiado rápido los hechos acaecidos, a falta de espacio para poder narrarlos con más lentitud. Posiblemente si Pécuau hubiera tenido más paginación, hubiera conseguido seguramente un resultado más redondo.
El dibujo de Pahek es impresionante en lo que se refiere a la ilustración de las naves espaciales, la tecnología futurista y la propia representación de la inmensidad del espacio. Se le puede poner una pega a este artista en la caracterización y representación de los personajes, donde no domina suficientemente la anatomía de los personajes, provocando una cierta rigidez en ellos.
A pesar de los fallos que pueda tener ésta historia (siempre es más difícil un guión adaptado que un guión original, ya que la inspiración del guionista siempre se ve constreñida a la historia ya anteriormente escrita), pasas un rato agradable con su lectura, siendo recomendable para todo aquél amante de los cómics de ciencia-ficción el darle una oportunidad.
Un cordial saludo.
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