Editada en 3 tomos a color por la editorial La Cúpula a partir de material originalmente publicado por la editorial DC Comics.
Una de las grandezas de los cómics está en poder seguir la trayectoria de ciertos autores, en ésta, una afición que uno sigue fielmente y con ilusión día a día, y donde a partir de una obra que haya dejado ese regusto con ganas de más, uno intenta descubrir nuevas obras, bien sea de forma cronológica o en algunos casos buscando sus primeros trabajos con los que el autor ha empezado un periodo de aprendizaje o incluso a veces de confirmación en el difícil mundo de la historieta. Éste es mi caso, y Peter Bagge y su Odio es la obra que marca un antes y un después en su carrera. Desgraciadamente el post no va sobre Odio, sino sobre su última obra Sudando tinta, publicada durante la segunda mitad del año 2004, por si alguien decide rescatarla, pues es fácil de conseguir.
El concepto de la serie es muy simple, se nos presentan las vivencias de unos personajes en un estudio de dibujo donde trabajan en una tira de prensa humorística muy antigua y famosa llamada Fredie el hurón, siempre a las ordenes de su creador y dueño del estudio Mel Bowling, sin duda el personaje mejor logrado de la serie, un hombre ya entrado en años, de fuerte carácter, tacaño y poco dado a evolucionar en el estilo de la tira, pero que a su vez se muestra competitivo y lanzado cuando hace falta. Y que decir de sus negros -ya que realmente lo que hace Mel es simplemente gestionar y firma el trabajo que hacen ellos-, pues que están moldeados siguiendo los típicos estereotipos ciertamente muy dados en los cómics de Bagge, tenemos a un dibujante tímido, encantado de los excesos alimentarios, fan de los superhéroes y con ansia de poder abrirse paso y triunfar en ese género, un entintador gruñón, criticón, desconfiado, y con bastante autoestima y cierta malaleche, una colorista insegura que piensa que es una tonta, siempre intentando solucionar cualquier problema, y cuyo sueño es triunfar en el cómic intimista, y por último un guionista políticamente activo y con iniciativa propia, pero limitado por Mel a chistes poco originales, tocando temas que no son de su agrado.
Aparentemente el planteamiento es atractivo -pues imaginaros lo que sería plasmar los primeros tiempos en los que se hacía la revista El jueves en España, con todos esos autores con ganas de vivir experiencias y en un sin parar creativo, donde la profesionalización no era lo que es ahora en la revista-, pero este planteamiento no acaba de cuajar del todo, puede ser porque Bagge no dibuja todas las historias, dejándolo en parte a sus ayudantes, pero los guiones sí que son suyos, y en ningún momento acaba de conseguir ese nivel, que si bien hasta en Odio tenía sus altibajos, sí que era capaz de conseguir momentos prodigiosos que marcaban positivamente la lectura de la obra y que dejaban un regusto bastante satisfactorio, y que en Sudando tinta brilla por su ausencia, a excepción de algún momento que otro, recuerdo cuando se van a una convención de cómics a la que asiste Neil Gaiman, y éste acaba saliendo por patas y con los pantalones en llamas.
Puede ser que se le estén agotando todas sus ideas y no sea capaz de reinventarse de nuevo, pero esperemos que las siguientes obras de este espléndido autor vuelvan a mostrarnos todo el potencial que era capaz de desplegar en sus mejores cómics, pues si ya de por sí el cómic humorístico no está pasando por un periodo demasiado bueno en el mercado, sólo falta que aparezcan obras como ésta, que si bien no está mal, y puede servir para pasar un buen rato de entretenimiento, que no es poco, la cantidad de títulos que nos ofrece el mercado hoy en día, y sin tener un cierto apoyo comercial, acaba por pasar factura a cualquier autor que siga un línea descendente de calidad y prestigio. Habrá que confiar en que Peter pueda resarcirnos con su próxima colección.
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