Un año más (y ya van tres) he ido de nuevo al Expocómic. Como va siendo ya la tónica estos dos últimos años, se ha celebrado de nuevo en el mismo Pabellón de Convenciones del recinto ferial de la Casa de Campo.
Los dos primeros días siempre han sido tradicionalmente de menos afluencia de gente (hay que añadir aquí a los colegios que van a ver el salón, donde en un momento dado podemos ver concentrados más de 200 niños, en un frenético ir y venir por todo el salón: lo preguntan todo, se alucinan por todo, lo quieren todo...).
Ya el viernes por la tarde empieza a acudir más aficionados al cómic y, gratamente, ya podemos comprobar que en este mundillo hay gente de todas las edades, desde los más pequeños (que van, o bien con sus hermanos o primos, o bien con sus padres (todo hay que decir que estos últimos los vemos más el sábado y el domingo), hasta los más jóvenes (muchos de ellos ya disfrazados de algún personaje, sobre todo relacionados con el manga o el anime) devoradores, sobre todo, de superhéroes y mangas, y pasando por los no tan jóvenes (entre los que me incluyo yo, creo) y finalmente encontramos a gente más madura, algunos pasando los 50 e incluso los 60 años, ávidos de conocer algunos, y saludar los otros, a sus autores favoritos de los años 70-80, o en busca de ese cómic ya descatalogado, publicados a veces por editoriales ya desparecidas.
Como arranque a estas crónicas del Expocómic, comentaré brevemente las 4 exposiciones, que junto a la de los premios Injuve, pudimos este año contemplar, como siempre, en el primer piso que rodea todo lo que es el cuerpo central del recinto.
En la exposición de Luis Durán, contemplamos a un dibujante con bastante obra publicada, con un estilo fácilmente reconocible por cualquier aficionado, con esas anatomías completamente estilizadas, con un regusto al dibujo de un niño cuando empieza a hacer sus primeros pinitos, ya serios, dibujando, pudiendo gustar más o menos, pero que demuestra por los originales expuestos, que ya es un consumado dibujante que, poco a poco, va mejorando el acabado de sus dibujos, con un detallismo cada vez más marcado, cada vez llegando más a un horror vacui en sus composiciones y, eso sí, manteniendo y defendiendo su propio estilo contra viento y marea.
En la exposición de Florenci Clavé, vemos una retrospectiva de este artista, hace tiempo ya consagrado y tristemente ya fallecido, maestro de maestros, con un dibujo donde impera el realismo más acusado de los personajes y de las escenas, muy del gusto de esa generación tan buena de dibujantes que tuvo este país allá por las décadas de los 70 y 80, que emigró a Francia para finalmente consagrarse como autor referencia de la BD. Podemos admirar en esta muestra el detallismo llevado hasta sus últimas consecuencias, con unos fondos perfectamente ejecutados, un claroscurismo muy marcado y trabajado, y unos personajes que parecen que, en cualquier momento, vayan a salir de las viñetas. Ahora que estamos recuperando la obra de grandes dibujantes de esa época, esperemos ver publicado en nuestro país la obra inédita de este gran artista.
En la muestra de Javier Pagola observamos a un pintor e ilustrador, una realidad ya consagrada, que tiene una excelente mano para la ilustración, siendo, como muy bien reza el cartel introductorio de esta exposición, “…ha hecho que su firma sea un habitual en el diario ABC, acompañando a las principales plumas de nuestro país que firman sus páginas de opinión.”. Un autor donde vemos, en su obra, como materializa un estilo surrealista y abstracto onírico, con figuras imposibles que beben de un claroscurismo dominante, casi difuminado, sucio, creando un mundo que sólo la mente del artista puede llegar a comprender y, por tanto, plasmar en el papel. Un grafismo muy personal, que transmite una gran fuerza al espectador que contempla sus realizaciones plásticas.
Y qué decir de los originales de Carlos Pacheco. Este autor gaditano, con una dilatada carrera a sus espaldas en el mundo del cómic, pese a su juventud, es ejemplo a seguir de todo joven autor que con unos comienzos muy prometedores aquí en nuestro país (como ejemplo, recordemos esa magnífica oportunidad que le propinó el sello Forum a finales de los 80, con magníficas portadas, ilustraciones y alguna que otra historia), donde se fue fogueando, ya dando señales de la prometedora carrera que se le avecinaba, y que dio, en un momento dado, el gran salto a los EE.UU., donde se ha convertido junto a los Ferry, Larroca, etc., en uno de los autores favoritos del lector, consagrando su reputación con un trabajo siempre en constante evolución, y manteniéndose fiel a un estilo propio y fácilmente reconocible por cualquier lector de cómics de superhéroes.
En su exposición vemos sus primeros pasos, en esto del dibujo, desde su más tierna infancia, donde ya se le ve una capacidad en la composición de las escenas y la perspectiva de los personajes, impropios de un niño de esa edad.
Luego vemos varias páginas (con entintado casi todas de su gran amigo de fatigas Jesús Merino) de diferentes series (X-Men, JSA, Superman, etc.) y sobre todo la serie de originales (unos veinte) de su magnífica serie que es Arrowsmith (gozad de la composición, del detallismo a ultranza y de las magníficas perspectivas caballeras y contrapicados que vemos en los diferentes originales). Según nos dijo el propio Pacheco en su charla del sábado, junto a Ferry, enseguida que concluya su contrato vigente con la serie de Superman, reemprenderá de nuevo la serie de Arrowsmith con nuevos números. ¿No es una magnífica noticia?
Y, para finalizar, citar algunos finalistas de la nueva edición de los premios Injuve, donde vemos el hervidero de nuevas promesas emergentes en el mundo de la ilustración y el cómic, donde en la sección de ilustración fueron premiadas dos mujeres, Mirjana Farkas y Lola Lorente, y en el apartado de cómic ganaron dos autores que ya hace un tiempo se van oyendo en el mundillo, con obra actualmente ya publicada en nuestro país: David Rubín y Carlos Vermut. Un acierto el colocar, este año, la exposición en un stand propio, y no enfrente del escenario, en las paredes traseras de los stands, como en los años anteriores, donde las obras se jugaban, literalmente, la vida.
Por hoy terminamos esta primera crónica de Expocómic 2006. Estad atentos a vuestros monitores que pronto vendrán las siguientes.
Un saludo cordial.
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