miércoles, enero 20, 2010

CRÍTICA: PETITS TOURS de Gonzalo Rueda

Si últimamente estamos de vuelta y media con obras autobiográficas de todo tipo, tanto las referidas a un aspecto o hecho concreto en las vidas de los autores como a un recorrido exhaustivo por toda su trayectoria profesional, ahora nos vamos a referir a otro tipo de obras que forman parte como subgénero de este género de las autobiografías, pero que parecen tener fuerza o identidad propia, y que no son otras que los llamados Diarios de viajes.

Si en nuestro país podemos encontrar pequeños ejemplos en títulos como Tres viajes o María y yo de Miguel Gallardo, Emotional World Tour de Paco Roca y el propio Gallardo a la limón, o los innumerables Cuadernos de viaje de Enrique Flores, y fuera nos topamos con esas pequeñas maravillas que son Shenzhen, Pyongyang o Crónicas Birmanas del quebequés Guy Delisle, o el Cuaderno de viaje de Craig Thompson, en esta reseña hablaremos de otra pequeña joya de este estilo que, como su mismo título indica, Petits Tours, nos narra Gonzalo Rueda en primera persona algunas de sus vivencias en algunos viajes que el autor realizó por el norte del Mediterráneo, más concretamente por Grecia, Italia y Croacia en diferentes fechas.

En lo que podríamos definir como un auténtico cuaderno de viaje al uso (por tamaño, por manejabilidad, por parecer el propio cuaderno utilizado por el autor en sus múltiples viajes, por el separador de cinta de páginas y, porque no, añadir una cuidada y bien presentada edición del mismo en tapa dura y camisa), Gonzalo Rueda nos va desmenuzando poco a poco, migaja a migaja, cada uno de sus pequeños viajes, de sus pequeñas experiencias sensitivas y visuales, a esos pequeños parajes del mediterráneo europeo, pasando y visitando innumerables ciudades con tradición cultural e histórica tanto de Italia, como de Grecia y sus innumerables islas, como de la costa croata.

Con la mochila a la espalda, y bien acompañado por su inseparable Elena y muchos amigos, Gonzalo se dedica a callejear por las tortuosas callejuelas de las antiguas ciudades mediterráneas siempre acompañado por ese inseparable e imprescindible cuaderno que da pie al que tenemos ahora en nuestras manos, donde anota sin cesar cualquier idea o anécdota que le venga a la cabeza, apuntando pequeños retazos históricos de cada uno de los monumentos u obras con las que se cruza y visita con detenimiento, realizando pequeñas reflexiones históricas ilustrativas del lugar, así como aprovecha de manera obsesiva-convulsiva para dibujar cualquier tipo de arquitectura, escultura o pintura que cree conveniente y necesario que sea inmortalizada en un simple bosquejo bastante detallado en este cuaderno de viaje de cualquier dibujante al natural que se precie… todo sin un patrón fijo, sin orden ni concierto, si una estructura predefinida, todo como anotado sin más, espontáneamente, lo que le da ese encanto propio de todos los cuadernos de viaje de los dibujantes… simplemente anotaciones sin ton ni son que les recuerde estos viajes plasmando en pequeñas y encantadoras imágenes aquello que más llamó su atención (y con anécdotas que levantan una sonrisa en el lector, incluso como verse como el Emperador Justiniano, y Elena como la Emperatriz Teodora en su visita a Ravena).

Naturalmente esta dedicación de horas y horas de dibujo in situ levanta más de un quebradero de cabeza y enfado en sus compañeros de viaje, cansados de ese ritmo frenético que nuestro Gonzalo insiste imprimirles para no perderse detalle y no dejar sin visitar ningún rincón digno de serlo… pero con un humor que asoma por cualquier recoveco de esta pequeña obra, el autor y los acompañantes se toman estas pasiones desmesuradas con resignación y alegría (o esa es la visión que nos quiere mostrar el autor, jejeje), porque difícil siempre es intentar desviar la atención del que ve determinadas cosas con pasión y fervor (y eso que, como muy bien reconoce Gonzalo, no consigue, por mucho que se esfuerce, que surja en él el Síndrome de Stendhal). Y el arte, se mire como se mire, es digno de loanza se muestre como se muestre y se sienta como se sienta. Aunque, ya se sabe, para gustos, colores.

Tenemos que destacar que, aparte de esa pasión desmesurada por todo lo que ve el autor, cita por dos veces a un autor italiano que es un mito ya en este pequeño mundillo del noveno arte… no es otro que el gran Jacovitti, autor que dejó claramente su impronta en el imaginario de muchos lectores con ese peculiar estilo que tanto le caracteriza. Y, ya de paso, si pincháis aquí podéis leer el artículo que en su momento escribió Susana en el blog sobre este autor y su Cocobill.

Gonzalo Rueda pertenece a la recientemente creada Ediciones Estudiosos del Tema, joven editorial barcelonesa compuesta además por Nacho Simal y Rubén Pedro, cuya intención es crear, como muy bien nos indican, “una plataforma autogestionada que dé a conocer la obra de nuestros artistas”. Ellos editan la revista La Cruda, de la que de momento han visto la luz tres números y en vistas de salir pronto un cuarto, una revista de corte fanzinero, La Kurda, que de momento ha salido sólo un único número, y han publicado, además de la obra de la que aquí hablamos, Elisenda de Rubén Pedro y Sé verla al revés de Nacho Simal, así como abrir un centro expositivo en pleno raval barcelonés, Espacio E.T. Jóvenes autores que intentan abrirse paso en este difícil mundo de la publicación de historias en viñetas.

Sólo me resta recomendaros esta obra de la que hoy he querido exponer aquí mi visión de ella y lo que me ha reportado como lectura agradable y didáctica, que los que estéis acostumbrados a viajar de aquí para allá seguro que apreciaréis, y los que no puede ser un pequeño acicate para que podáis visitar ciertos lugares de nuestro Mediterráneo común, pueblos y lugares con los que nos une una manera de ser y pensar, una misma cultura y clima, y un origen común. Esperemos que el éxito de esta obra pueda dar pie a que el autor nos deleite con un segundo volumen por algunos otros lugares que a buen seguro ha visitado como buen viajero compulsivo que parece ser (y que podéis ver un ejemplo pinchando aquí).

Un saludo cordial.

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