jueves, marzo 22, 2007

JACOVITTI: 50 años con Cocobill

No sé por qué se me ocurrió pensar que aún no había hablado de otro de los grandes cómics que influyeron en mi infancia por obra y gracia de mi querido hermano pequeño. Un día llegó a casa con un flamante cómic que le había comprado mi tía en un centro comercial que hoy ya ha desaparecido: Se trataba de El Gran Lobo, una aventura de Cocobill, el famoso personaje creado por Jacovitti, concretamente el nº 5 de la colección Héroes de Papel, una publicación juvenil de Buru Lan, S.A. de Ediciones del año 1973, que había costado la ingente cantidad de 50 pesetas, lo cual, para la época (mediados de los años 70) era un auténtico pastón; pero mi hermano, tan encantador él, conseguía siempre lo que quería.

La historia se desarrollaba en un pueblo de Colorado (“me parece” dice el propio Jacovitti en sus textos), Pig-Dog City. Hasta allí llega nuestro protagonista, Cocobill, amante de la manzanilla doble concentrada de limón y con un cigarro siempre en la boca, con carnet de pistolero de primera clase y licencia para matar a quien engaña; un personaje violento que se cree invencible y que paradójicamente va a tener que enfrentarse a algo desconocido para él hasta el momento.

Su inseparable caballo, Trotador, le va a la zaga en valentía y saber estar: juega a las cartas, fuma, prepara tazas de manzanilla, es la voz de la conciencia de su amo, actúa como el más valeroso de los hombres y defiende a su patrón con todas las armas a su disposición, y hasta tiene un relincho característico: HIPPIHIAIE.

Tras darse a conocer en el saloon, Cocobill levanta las pasiones de un rico ranchero, Tugan Vass, quien quiere contratarlo para que descubra quién es el Gran Lobo, el jefe de una banda de ladrones de ganado que le está esquilmando su rebaño. Gracias a la intervención del Sheriff del pueblo, Cocobill acepta trabajar para Mr. Vass. Teniendo en cuenta que lleva 20 años contratado por la Ley para defender el orden en el Far West, su llegada al rancho Vass es de lo más emocionante. Descubre que el rebaño no es de vacas, sino de ovejas, pero de unas ovejas superlistas y divertidísimas que se creen vacas, se las entrena para participar en rodeos e incluso aprenden idiomas (es gracioso observar ahora cómo las ovejas pronuncian Chicchirichii en italiano, en lugar de kikiriki en castellano). De ellas no sólo se consigue lana, queso o carne, sino cerveza y jugo de oveja, óptimo ingrediente para la manzanilla.

Sin embargo, pronto se descubrirá que el Gran Lobo conoce todos los pasos de Cocobill en el rancho, por lo que se deduce que el malvado tiene espías infiltrados. Los ataques se suceden y una de sus incursiones Cocobill llega hasta un brujo indio con su calavera parlante. Con sus sortilegios el viejo brujo le infunde un miedo terrible, y una maldición por golpear a su calavera no hace sino redoblar este terror que crece dentro de él. Un Cocobill muerto de miedo provoca no poco desconcierto entre ambos bandos (los que creen que lo hace para engañarles y los que creen que verdaderamente está aterrado) y un final la mar de interesante, con una despedida al más puro estilo “Far West”, galopando hacia nuevas aventuras (ya lo dice un refrán italiano muy popular, “il lupo perde il pelo ma non il vizio”) y despidiéndose de sus lectores: “Nos vemos cuando Jacovitti quiera”.

Tengo que reconocer que cuando lo leí por primera vez me pareció un cómic un tanto inquietante (hasta el formato era extraño: un volumen de 25 x 28,30 cm. no lo había visto nunca). Lo digo porque esas bocas llenas de dientes afilados, esos ojos saltones y vidriosos, que se les pone a los personajes cuando se ven atacados por la ira, esa facilidad en sacar el revólver y disparar a diestro y siniestro, matando a todo hijo de vecino, esas máscaras de brujos indios y calaveras parlantes, perturbaron más de un día mis sueños infantiles, pero cuando aprendí a leerlo con otros ojos me quedé verdaderamente alucinada.

Y es que lo que más te sorprende de este cómic es el compendio de símbolos que encuentras en cada viñeta, de elementos extraños que sabes identificar pero que en ningún caso alcanzas a calificar y mucho menos a interpretar. No me diréis que no es al menos chocante encontrarse en plena acción con un salami con patas, un gusano con sombrero, peces que aparecen en medio de cualquier parte, sempiternas raspas de pescado con el rótulo JAC 66 (se le conocía con el apodo de “lisca di pesce”), caballos a los que faltan los cuartos traseros, pies sin dueño que caminan tranquilamente con los suyos propios, lápices que se arrastran como serpientes, tazas de porcelana y garrafas abandonadas sin ton ni son, huesos medio enterrados, sombreros con grifos, pies que se convierten en puños o en patas de caballo para cocear o dar puñetazos, dedos que se convierten en encendedores o en velas, bigotes, barbas o pipas con vida propia, un puma que sabe disparar un revólver, angelitos que no son sino calaveras con alas…

Y qué decir del montón de onomatopeyas, a cual más sonora y divertida, que aparecen en casi todas las viñetas: PAKT, TANG, SVLONGH, SLURG, SBONZ, SDENG, SPUPT, ZIKT, FUNF FUNF, PLOPT PLOPT ..., o de las frases clave que Cocobill utiliza en momentos de acuciante tensión y peligro: Mundo Winchester, Por mil revólveres mejicanos, Carloantonio, Mundo Pistola, Mundo Cañón, Mundo extracañón, Mundo miedoso, Mundo Bazoka..., o de esa manera tan peculiar que tiene el protagonista de guiñar el ojo cuando comprueba que hay algo que no cuadra, o de esa tendencia al “horror vacui” de Jacovitti que le hace rellenar toda la viñeta con los objetos más inverosímiles utilizando colores realmente vivos.

Jacovitti ha creado personajes un tanto surrealistas, de brazos desproporcionadamente largos respecto a pequeños cuerpos de piernas cortas siempre curvadas, de característicos dedos más delgados y más largos todavía, narices de gran tamaño y formas casi geométricas,... y les ha hecho vivir con un dinamismo cinematográfico las típicas situaciones que se vivieron en el cine del oeste más clásico. El mismo autor es un personaje más en el cómic: se le cita, se le conoce y se le considera un “todopoderoso” un poco borde: “Aquí algo no va bien ... Jacovitti ... va a hacer alguna de las suyas”.

Fue emocionante reencontrar a Cocobill en casa de mi madre, y aunque me asustó ver lo destrozado que lo habíamos dejado, prácticamente despegado por el lomo a pesar de los múltiples remiendos, releerlo otra vez me hizo fijarme de nuevo en todos aquéllos detalles que siempre se me pasaban por alto.

Sin embargo, lo que de verdad resultó impresionante fue descubrir, tras consultar en la Web la página www.jacovitti.it/jacovitti/public/home.jsp, que Cocobill, el personaje que Benito Franco Jacovitti (1923-1997) había creado para las páginas del suplemento de un periódico milanés el 28 de marzo de 1957, estaba a punto de cumplir 50 años, y que yo seguía viéndolo tan joven y fresco como el primer día.

20 comentarios:

Plissken dijo...

Una de mis lecturas de infancia. No sé cómo resistiría actualmente una relectura, pero me encantaría seguir disfrutando de las aventuras de este Lucky Luke cafre y de su desquiciado y surrealista universo (esos gusanos mortadela, esos cactus parlantes ¡qué grandes!)-

Susana dijo...

Las relecturas siempre se llevan bien si se hacen con buenos ojos acostumbrados a mirar hasta en los más pequeños rincones. Es curioso, yo también pensé en Lucky Luke al ver la última viñeta, pero tengo que reconocer que prefiero a Cocobill.

Anónimo dijo...

Plissken: resiste la relectura perfectamente bien: También a mí me fascinó en mi infancia y continúa admirándome. Un grande, sin duda

ByTito dijo...

Lamentablemente por tierras Uruguayas Coco Bill no es tan conocido. Imagínense que caro salía en España, lo caro que seria para la pobre clase trabajadora de Sudamerica. Por suerte el tiempo pasó y cuando pudimos crecer y poder comprar revistas usadas en el mercado local a menos de un euro, empezamos a conocer la obra de Jaco. Un mago, tan asi, que siendo dibujante, le debo mucho al lider italiano. Es mas, con mi grupo de surf rock, le pusimos a nuestro primer disco MUNDO PISTOLA homenajeando a Coco. por si quieren saber mas, chequen www.supersonicos.net.uy

Susana dijo...

Siempre es una grata sorpresa conocer a alguien que comparte la misma admiración por Jacovitti y Coco Bill.
Por cierto, nos hemos estado paseando no sólo por la interesante Web de Los Supersónicos, sino también por el blog de Mundo Tito (hay cosas que nos marcan para siempre, eh?) y coincido contigo en que “es bueno estar rodeado de gente que nos muestra las cosas buenas de la vida”.
Un saludo.

Anónimo dijo...

hola
enhorabuena por tu artículo. muy bueno.
y eso que no tenía ni idea de uqién era cocobill y que lo he conocido esta mañana cuando me he comprado el ejemplar "el fin de every mad"
google me ha traído hasta aquí.
alguien sabe por qué arriba pone héroes de papel 13, y en la esquina, el número 10?
no hay relación entre los ejemplares y la colección completa? o cómo va?
gracias
ariasaa@hotmail.com

Susana dijo...

Lo siento, pero no te puedo ayudar, ya que desconozco a que se debe esa doble numeración.
De todas formas, espero que disfrutes con las aventuras de este personaje de Jacovitti.

Anónimo dijo...

que gran recuerdo, siempre que puedo releeo los numeros que tengo
saludos desde Perú
Alfredo
taylor605@latinmail.com

Susana dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Hay relecturas tan ligadas a buenos recuerdos que nunca cansan.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Coco Bill es definitivamente un personaje especial de difícil olvido.

Susana dijo...

Pues sí. Más de 50 años y tan actual.

Anónimo dijo...

Yo lo leí cuando tenia 10 años, el comic tiene algo que te impacta, algo turbador, hoy en dia 30 años despues, y sin haberlo vuelto a leer pues perdí el único numero que tenia, sigo acordandome de su máxima "Mundo cañon... se me ocurrio seguirle el rastro en la web, y me encuentro que no fui el unico al que marcó. Reedición Ya!!

Susana dijo...

Yo no lo hubiera expresado mejor, ese algo turbador que te impacta y te engancha a la lectura. Ya me gustaría a mí, una reedición. Aunque he podido ver por televisión una versión un tanto dulcificada, no es lo mismo, la verdad.

Unknown dijo...

yo era muy pequeño pero me acuerdo que compre mi primer comic de cocobill cerca del mercado del callao en peru

gonzaferran dijo...

Hola, yo había visto alguna página de otras aventuras de Jacovitti en tebeos de Bruguera en los años 60.
Creo que eran de Texas Bill o algo así.
Después apareció esa colección de Burulan. Me la compré completa en oportunidades del Corte Inglés.
La doble numeración se debe a que en la colección Héroes de Papel, además de Cocobill, había Zorri-Kyd otro héroe (el equivalente del Zorro) ¡también de Jacovitti!

Ambos maravillosos!
Lamentablemente ambas series completas, me las vendí hace unos cuatro años a un coleccionista italiano.
Saludos

gonzaferran dijo...

Corrijo y amplío lo escrito antes:
El personaje de Jacovitti era TEX Revolver y apareció en el cómic (tebeo, decimos en España) PASEO Infantil ejemplar nº7 de 1957.
En esa época fué cunado descubrí los dibujos de Jacovitti, con salchichones a rodajas por las esquinas de las viñetas.
Fué en los años 1974-76 cuando pude comprar todos los ejemplares de Héroes de Papel de la editorial Buru-lan.
Saludos

pedro rodriguez bonilla dijo...

Que duelo saldría entre cocobill y lucky luke !!! a cual de estas historietas es mejor !
de chico empece leyendo Cocobill ( tengo 7 numeros ) y luego pase a L.Luke ya que en Uruguay era muy dificíl de conseguir material del genial Jacovitti,pero igual,con los 7 números me basta y me sobra para decir que Jacovitti ganaba el duelo por lejos ya que su humor y su trazo en el dibujo hace de Jacovitti el genio indiscutido de la historieta western.

Susana dijo...

Tenéis suerte¡Ya me gustaría tener a mi disposición tantos ejemplares del genial Jacovitti! Desde luego es un genio indiscutible. Los aficionados agradeceríamos que alguna editorial lo tuviera en cuenta como se merece y reeditara su obra.

pedro rodriguez bonilla dijo...

Tengo 3 números de Cocobill y 1 de Zorry kid y a cual de ellos mejor !
Hoy día tengo 47 años y cada tanto,los leo nuevamente y los sigo disfrutando como el primer día,así que o soy un retrasado mental o es que la obra de Jacovitti es para todas las edades...
Los dejo ya que ya me dieron las ganas de leer uno aunque me los sé de memoria

Anónimo dijo...

Sería el año 1977 cuando me encontré con el primer ejemplar. No recuerdo cómo decidí comprarlo, pero me alucinó. Personaje único y surrealista, era un cómic cuyo humor me entusiasmaba y fascinaba.