Dirección: Clint Eastwood
País: USA
Año: 1988
Duracion: 154 min.
Interpretes: Forest Whitaker (Charlie Parker), Diane Venora (Chan Parker), Samuel E. Wright (Dizzy Gillespie), Michael Zelniker (Red Rodney), Michael McGuire (Brewster), Keith David (Buster Franklin), James Handy (Esteves), Damon Whitaker (Bird de joven).
Distribuida en España por Warner Home Video Española S.A.
El drama de la muerte suele hacer que ciertas celebridades se conviertan en mitos, haciendo que dicha muerte exija tintes de máxima tragedia. No es el caso de nuestro particular protagonista, ya que si bien es cierto que murió a la temprana edad de 34 años, aunque aparentaba más, su muerte sirvió como suerte para liberarlo de esa angustia que le fue acompañando en todo momento de su vida, dolor que se reflejaba sin duda en su música, y que le servía a su vez para mitigar esa furia autodestructiva cogida de la mano con el abuso en el consumo de drogas y alcohol.
Charlie Parker (Bird) convertido en leyenda del Jazz no es precisamente lo que nos pretende comunicar esta película de la mano de su director Clint Eastwood, muy dado a contarnos historias sobre perdedores surgiendo desde sus cenizas, sino mas bien es su parte más humana la que se nos muestra, sus problemas en su carrera musical, sus miedos a la reacción de su público con respecto a cierto estilo innovador que fue aplicando a su música, su desorientación causada por ambientes que le eran totalmente desconocidos, sus problemas económico debidos a su estilo de vida y una cierta dejadez a la hora de negociar el contrato de la grabación de sus discos, sus flirteos con las mujeres, sus problemas para conseguir drogas causantes de sus idas y venidas de centros de desintoxicación durante periodos más o menos largos, incluso su intento de suicidio, sin contar que su forma de vivir era ya de por sí un suicidio a medio plazo y en toda regla.
Quizás en el fondo era consciente que era su propia música la que le impedía llevar una vida mejor, incluso era consciente que todo el mundo sabía que era el mejor, aunque siempre metiéndose en todo tipo de líos que le daba cierta fama de problemático, incluso tuvo el atrevimiento de llevarse de gira por el sur del país a un trompeta blanco en un quinteto donde todos eran negros, y aun así como saxofonista llego a tocar junto con los más grandes del jazz y blues, pero cuya incapacidad para adaptarse a esa genialidad que poseía, demostrándolo con ese comportamiento autodestructivo lleno de excesos, hizo que su caída como persona, fuera lenta pero imparable.
Película ambiciosa y de largo recorrido, donde curiosamente su largo metraje no hace que decaiga el interés por ella, con continuos saltos temporales teniendo un ritmo como si de una partitura se tratara, con ambientes de tono mas bien oscuro impregnando toda la historia, consiguiendo mostrarnos esa magia que desprendían las calles de la época, sus coches, y sobre todo los locales donde actuaba de saxofonista, con una banda sonora que dan ganas de salir corriendo a comprarla, y con una actuación magistral tanto de Forest Whitaker -que por cierto tenia cierta formación musical tocando la trompeta-, como de Diane Venora en el papel de esposa.
Por cierto, y por si alguno se lo preguntaba, el apodo de Bird venía de su afición a comer pollo frito.
Que tengáis un día jazzero.
1 comentario:
Ehhhh....supongo que el verdadero acojone sería irse él mismo de gira por el sur con una banda formada íntegramente por músicos de raza negra con la salvedad del trompetista... Claro que el trompeta debía tenerlos también de corbata solo con pensar en embarcarse en un tour sureño con un combo de músicos de color >:-)
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