viernes, octubre 20, 2006

ED, EL PAYASO FELIZ de Chester Brown

Recuerdo hace ya muchos años, cuando los cómics de DC que editaba la editorial Zinco tenían una sección en la ultima pagina llamada DC News que estaba escrita por los entonces editores/redactores Sergio Pradera y Miguel G. Saavedra, salió una lista de los considerados mejores cómics en aquellos tiempos entre los que estaba Yummy Fur, y esto me llamó la atención por ser de los pocos que no conocía para nada. Luego supe de esta serie canadiense por ser de los pocos cómics que leían gente como Neil Gaiman o Alan Moore, lo cual para mí era ya un signo de calidad.

El grado de surrealismo con que nos impregna Chester Brown con esta primeriza obra es realmente alto, sólo el titulo ya tiene guasa, como comprobamos al ir leyendo una historia donde la felicidad del bueno de Ed brilla totalmente por su ausencia quitando esas primeras viñetas, y cuyo arranque es bastante anárquico y de dibujo simple y bastante tosco en un principio, donde vamos viendo una serie de historias cortas sin demasiada aparente relación, sin seguir ningún tipo de esquema narrativo, y dando esa sensación de una cierta improvisación que conforme vamos avanzando en la lectura veremos como las historias empiezan a ser más largas y todo empieza a tener un cierto sentido con respecto a las sensaciones y conclusiones que nos quiere ir mostrando el autor.

Apabullante lo que nos iremos encontrando en la historia, pigmeos caníbales que viven en las alcantarillas, un estudio sobre la masturbación de calamar gigante, vacas vendidas a cambio de unas judías que acaban por ser mágicas y crecen hasta alcanzar un platillo volante, Frankenstein haciendo el papel de amante conquistador, un hombre que no puede parar de defecar, la amputación de la mano de un hombre que decide masturbarse en vez de procrear, sueños eróticos con la virgen María, crímenes y resurrecciones, montañas de heces que representan el consumismo por parte de la sociedad, mujeres vampiro desnudas, anos que sirven como portal a una dimensión paralela de homosexuales, y hasta un pene con el glande reencarnado con la cabeza de un Ronald Reagan anteriormente decapitado.



El desconcierto con que nos envuelve su lectura es tan grande que me costaría mucho buscar otro cómic con esta misma cualidad, siendo la mezcla de conceptos de lo más enloquecedor y demoledor, dándonos la sensación como si nos estuviesen escupiendo una serie de ideas apabullantes, quedándose muy marcadas en nuestro interior, y consiguiendo que sea el propio lector el que tenga que hacer el esfuerzo titánico de poder darle sentido a esta serie de situaciones donde parece que le estén buscando siempre los tres pies al gato.



Con la esperanza que pronto publiquen en nuestro país sus siguientes obras ya de carácter más biográfico y mucho más conocidas como son “I never like you” o “Louis Riel”, estoy seguro que difícilmente quien decida leerla acabará mostrando indiferencia o aburrimiento, aunque ya veremos si arrepentimiento. Por mi parte me pregunto ¿Y si en vez de la cabeza de Ronald Reagan fuera la de ...?

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