Hace
cosa de un par de años la editorial Glènat decidió lanzarse también al mundo de
las galerías abriendo su propio local en París. Pienso que seguramente, para el
grupo editorial, esta decisión ha sido tomada gracias al auge de este tipo de
coleccionismo y los beneficios que el negocio puede asegurar. Hay que tener en
cuenta que la relación que como editor mantiene con un gran número de creadores
en sus filas, especialmente con aquellos de sobra consagrados que sirven de
reclamo. Así se posibilita por una parte el acceso a un gran número de obras de renombre y, por otro lado, para los artistas tanto noveles como en ascenso
les ofrece un escaparate donde mostrar y vender sus trabajos respaldados por un
importante grupo. Al ser un editor fuerte, es capaz de manejar muy bien su
máquina publicitaria en cada lanzamiento, publicar un gran número de ejemplares
de cada título y llegar a un público mayoritario por toda Europa. De esa forma
se logra una amplia difusión que hace que muchos autores desconocidos de
repente logren el éxito con apenas sólo un álbum; en muy poco tiempo se puede
crear una gran demanda de obra original a precios bastante altos desde el
principio, ya que todo artista quiere ganar dinero con su obra lo antes
posible.
Galería Glènat; un bonito local de reciente
apertura
El
problema para el coleccionista viene dado por el precio que se paga; si es de
verdad lo que vale la obra y si con el tiempo va a mantener su valor y si habrá
merecido la pena pagar en su caso lo que se pedía por ella. Para el aficionado
que puede permitírselo y lo hace por amor al arte, no tendrá nunca en cuenta
estas reflexiones. Para el que no se lo puede permitir, tendrá que contentarse
con admirar de cerca las obras si tiene la oportunidad. Pero si por el
contrario entra en juego la parte inversora, se puede llevar o una gran alegría
si el precio se revaloriza con el tiempo o una gran decepción cuando baje la
demanda y se pierda interés en el artista de turno.
Consideraciones
aparte, hablemos de la magnífica galería que Glènat ha montado en París.
Situada en el 22 de la Rue de Picardie en un luminoso local a pie de calle que
aprovecha su situación en esquina para distribuir el espacio en varias salas,
una principal con vistas a la calle y otras cuatro de menor tamaño con
iluminación artificial difusa. El edificio que alberga el lugar es el típico bloque
en que nos encontramos piedra, algunos de cuyos viejos elementos se han integrado
en la decoración de las salas para dar como resultado una mezcla entre lo
antiguo y lo moderno. Hay también una parte de sótano, de acceso restringido, y que
imagino que será el depósito de los originales en venta no expuestos en sus
paredes.
Galería Glènat; algunas salas y nótese la
escultura de Druillet
Aprovechando
la distribución de espacios, en la sala principal y en el hall de entrada había
una exposición y en las salas interiores había otra distinta. En una de las
esquinas del mencionado hall de entrada podemos contemplar una escultura de
tamaño natural del dibujante Philippe Druillet, exponente fundacional de la
revista Metal Hurlant. Se trata de uno de los diseños realizados para una serie
de televisión basada en una conocida saga literaria llamada “Los Reyes
Malditos”. En la sala principal propiamente dicha se encontraban instalados dos
paneles móviles, seguramente para ganar en superficie y jugar también como
elementos decorativos. Se nota que se ha puesto cierto cuidado a la hora de
montar esta galería que, a pesar de ser bastante simple en sus planteamientos,
da al visitante una sensación de tener un alto nivel, y no me refiero sólo a la
parte artística.
Galería Glènat; sala principal
En esta
ocasión, la galería Glènat no formaba parte de mi lista de originales para
buscar, pero sí de la lista de locales a visitar, así que me dediqué a actuar
como un visitante y a disfrutar simplemente de los originales allí expuestos.
En esta ocasión estuve admirando largo rato las planchas y las telas de Olivier
Ledroit colgadas en las salas interiores. No me interesan mucho los álbumes de
este artista, pero lo que sí es cierto es que algo tiene en ocasiones el
trabajo original que hace que lo que estás viendo te guste inmediatamente.
Planchas de gran tamaño en color directo capaces de levantar la admiración de
cualquier aficionado. Y propio del nivel mencionado anteriormente, los precios
de estos originales también estaban a su altura. Para aquél que tenga la
curiosidad por conocerlos, que no dude en consultar con su página web; quién
sabe, a lo mejor alguno de nuestros lectores se hace con alguno de ellos.
Galería Glènat; tela original de Olivier
Ledroit
A pesar
de los medios técnicos limitados con los que viajaba en esta ocasión, no me
pude resistir a fotografiar algunos de los originales expuestos. Como siempre
hago, antes de sacar fotos de cualquier lugar público como éste, pido permiso
para hacerlo, para evitar problemas o malos entendidos. A lo largo de mi viaje,
nadie me puso ningún problema, aunque en alguna galería me hicieron notar que
sacase el global de la galería y no las obras en particular por aquello de los
derechos de imagen. En esta ocasión, me permitieron sacar fotografías sin
ponerme ningún “pero”, hecho lo cual continué mi ruta.
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