De los maravillosos libros que ilustró Pauline Baynes, comentaremos dos obras de Tolkien, distanciadas en el tiempo pero que recogen todo el Arte y el cariño que le tuvo Pauline: “Las aventuras de Tom Bombadil” y “La última canción de Bilbo”.
“Las aventuras de Tom Bombadil” fueron editadas en España por la Editorial Minotauro en 2005, celebrando el 50 aniversario de la editorial, gran manera de darse un homenaje. En su momento hice un post del libro pero, esta vez, voy a incidir en las ilustraciones, que son las originales de Pauline Baynes.
Se publicó originariamente en inglés en 1962. Su origen está en los relatos que Tolkien inventaba para sus hijos durante los años 20/30. El personaje de Tom Bombadil era conocido por la familia Tolkien: un muñeco holandés de su hijo Michael. A éste no le gustaba y lo tiró a la taza del water. Tras ser rescatado, se convirtió en el héroe de un poema “Las aventuras de Tom Bombadil”, publicado en 1934 en el Oxford Magazine. Se estudió la posibilidad de ser una continuación de “El hobbit”, pero la idea no cuajó y sus aventuras se incorporaron a “El Señor de los Anillos”. Sería mucho más tarde, en 1961, cuando la tía Jane Neave le preguntó a Tolkien si no podía editar un libro pequeño que hablara de Tom Bombadil, “ese tipo de libro que nosotros los ancianos podemos comprar como regalo de Navidad” y el resultado fue “Las aventuras de Tom Bombadil y otros poemas de El Libro Rojo” publicado en 1962 y del que aún pudo disfrutar su tía, que murió poco después. El libro fue ilustrado por su autora favorita: Pauline Baynes.
Pauline ya había ilustrado “Egidio, el granjero de Ham” a entera satisfacción de Tolkien lo que fue el origen de su posterior colaboración y de su profunda amistad. Y ya se había declarado dispuesta a ilustrar “Las aventuras de Tom Bombadil” al leer una copia a máquina de los poemas. La comunicación y entendimiento entre autor e ilustradora fue completa, como siempre. Intercambiaron cartas con opiniones, sugerencias o dudas. En la carta CCXXXV, de Tolkien a Pauline, conocemos las razones por las que le confía las ilustraciones. Le explica que el material enviado “fue concebido como una serie muy definida, clara y precisa de cuadros fantásticos o disparatados quizá, pero no oníricos. Y he pensado en usted porque parece capaz de crear maravillosas imágenes con un toque de “fantasía”, pero primordialmente brillantes y claras visiones de cosas que no podría ver realmente”.
“Las aventuras de Tom Bombadil” están formadas por 16 poemas cada uno con sus ilustraciones. El primero es “Las aventuras de Tom Bombadil” donde conocemos a Tom, sus andanzas y a la dulce Baya de Oro. La familia de tejones, que cierra el poema muestra el sentido de la observación, casi naturalista que tiene Pauline, junto con el cariño hacia los animales.
“El paseo en bote de Tom Bombadil” es un largo poema en el que se narra el paseo de Tom por el Río, las charlas con los animales y las gentes de la ribera. La ilustración presenta la escena casi del final del poema, cuando llega a casa de Maggot, donde hubo “canciones, cuentos, bailes y cena”. Vemos el gusto por el detalle, su pasión por las miniaturas medievales. La escena podría pertenecer perfectamente a un libro medieval: líneas precisas, colores suaves, nula perspectiva del suelo, el detalle del damero de las baldosas, el estilo de los vestidos, del calzado, de los objetos cotidianos, toda la composición general de la escena, alrededor del fuego, con los picheles, los bailes, los perros descansados o alborotando. Una escena dinámica y llena de vida, alegre y divertida, donde se demuestra la alegría de vivir y de gozar de una buena compañía.
“Errabundo” presenta una estilizada góndola de oro “con naranjas amarillas y gachas por provisión”. Una embarcación delicada y con un brioso unicornio por mascarón de proa. Una ilustración pequeña pero de gran fuerza. El resto del poema está completado por insectos, con unas libélulas que en pocos trazos nos muestran su delicadeza pero también sus ganas de volar.
“Perry Guiños” es el único que hace caso a un pequeño troll. Éste se lamenta de su soledad y quiere tener amigos y decide ir a la Comarca pero todos huyen cuando se les acerca. Cada escena tiene su ilustración, casi miniatura, humorística, detallista y muy viva.
En “El tesoro”, ¿quién si no un dragón para robarlo y vigilarlo? El dragón conoce su tesoro pero el hastío y la edad le pesa: esos rasgos de vejez y pesar quedan muy bien reflejados en la ilustración de Pauline. Cierra el poema una ilustración muy interesante: una orla vegetal rodea un antiguo cofre. Admiramos de nuevo el detalle y la inspiración medieval de Pauline Baynes pues tiene la inspiración y la calidad de una letra inicial.
Os he destacado unas pocas ilustraciones pero he de deciros que a lo largo de todos los poemas encontramos figuras de todas clases: escarabajos, liebres, perros, caracolas, barcos, árboles… todos ellos de una minuciosidad y ternura increíbles que rodean, arropan y complementan perfectamente a estos originales poemas de Tolkien.
Para completar el trabajo de Pauline Baynes, quiero continuar con un pequeño librito al que tengo mucho cariño, tanto por ser de Tolkien y Pauline Baynes como por ser un regalo muy especial pues mis amigos saben de mi admiración por Tolkien: “La última canción de Bilbo”.
Esta canción es un poema escrito por Tolkien en 1966 como regalo a su secretario Joy Hill y es considerada como el epílogo lógico de “El Señor de los Anillos”, aunque nunca se incluyó en él. Bilbo Bolsón, ya en su ancianidad, se prepara para embarcar hacia el oeste. Este poema es su despedida de la Tierra Media. Melancólica, dulce y entrañable, esta canción reúne la sentida despedida de los amigos y la esperanza de las Tierras Imperecederas. En su origen fue ilustrado por Pauline Baynes en formato de póster en 1974 y ya en forma de libro en 1990. Finalmente llegó a España de mano de la Editorial Minotauro en octubre de 2010. De muy pequeño formato, es un encantador librito que contiene 13 ilustraciones que ocupan la página de la derecha mientras que en la página de la izquierda se va desglosando el poema y en la parte inferior de las páginas hay 26 ilustraciones pequeñas, como viñetas. Todo tiene su explicación. En las ilustraciones grandes se va desarrollando el poema y la historia de la decisión de Bilbo de partir hacia los Puertos Grises, la partida de los Altos Elfos, la reunión con Frodo y Sam, la llegada a los puertos donde espera Gandalf, la despedida de Pippin, Merry y Sam. Las ilustraciones pequeñas son un recordatorio de las aventuras de Bilbo, recogidas en “El hobbit”. Además las estrofas del poema están rodeadas de unas hermosas orlas formadas por árboles y sus ramas, bosques tan amados por Bilbo, con animalitos del bosque que en su inocencia e ingenuidad, saltan, corren, observan y dan vida a diversos paisajes.
En estas ilustraciones Pauline Baynes se ha superado. Realizadas treinta años después que las de Tom Bombadil, presenta mayor madurez, mayor contención, ha evolucionado dentro de su estilo. Todas las imágenes demuestran su maestría, su dedicación, unos detalles exquisitos, un delicado y muy acertado colorido, una sensibilidad , ternura y gran aprecio por la obra que está ilustrando.
En la primera ilustración, vemos a Bilbo descansando en Rivendel, con su cabello rizado y canoso, los famosos pies hobbits, cansado y abatido, con los papeles revueltos pero el cayado y la capa de viaje preparados. La luz rojiza que entra por la izquierda nos da a suponer un vivo fuego de chimenea.
En un bosque otoñal cabalgan hacia su destino los Altos Elfos y Bilbo. Distinguimos diversos tipos de árboles, chopos y robles, matorrales y helechos, hongos y setas y, bajo la cúpula de hojas doradas, destaca Galadriel en su palafrén blanco, llena de luz y esperanza, seguida por el pequeño Bilbo en su poni, ensimismado y pensativo.
Después de la unión de Frodo y Sam a la cabalgata, llegan por fin a vista del mar. La quietud y el sosiego es inmenso, la emoción ante su vista grande. El ocaso hace brillar las túnicas de los elfos y, al fondo, el mar luce con suavidad.
Cierra la canción una ilustración con colores suaves, con una luz esperanzadora, dorada y verde que nos muestra en la proa del bajel a Bilbo, con la brisa en el cabello y animoso y rejuvenecido porque ha llegado junto a su estrella.
Todas las ilustraciones, tanto las orlas del poema, las más grandes como las más pequeñas, destacan por la minuciosidad del detalle. Por su naturalismo pasmoso distinguimos cada clase de animalitos, ardillas, tórtolas, tejones, ratones, pajarillos, búhos y lechuzas, comadrejas, murciélagos, zorros, conejos, erizos, pájaro carpintero, urracas, ranitas y castores. En cuanto a los árboles, la variedad no es menor, aunque yo no sé distinguirlos tan bien: robles, avellanos, madreselva, helechos, álamos, chopos, zarzas, musgos, setas y hongos. Los paisajes nos llevan a la lejanía, a través del río, cruzando las montañas. Las paredes rocosas, los bosquecillos y prados, están ahí, tan presentes que podemos tocarlos. Los objetos están muy bien descritos: papeles con su escritura, la pinta de cerveza, los libros, las jarras, mesa y armarios, baúles y arcones, sacos y toneles, aparejos de los barcos. Y no digamos los caballos con sus arreos, bridas, estribos... todo de un realismo y minuciosidad increíbles en unas ilustraciones tan pequeñas.
Verdadero trabajo de miniaturista realizado con rigor, dedicación y mucho afecto, “La última canción de Bilbo” es una magnífica obra que cierra con todos los honores “El Señor de los Anillos” y al que veo como un gran homenaje de Pauline Baynes a J.R.R. Tolkien.
Contemporánea de Tolkien, amiga y admiradora de su obra, Pauline Baynes supo captar la esencia de la Tierra Media con la total aceptación del viejo profesor. Tal vez un poco olvidada por ser considerada más ilustradora infantil, porque los gustos cambian y surgen artistas nuevos, no podíamos dejar de incluirla entre los grandes ilustradores de la Tierra Media ni tampoco olvidarnos del resto de su obra.
Esperando que os haya interesado Pauline Baynes en sus muchas facetas, saludos y hasta pronto.
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