viernes, diciembre 15, 2006

CRÓNICA: EXPOCÓMIC 2006 (y III)

Como ya dije en la primera crónica, éste es el tercer año que asisto como aficionado al segundo salón del cómic en importancia del país (aunque siempre habrá gente que no estará de acuerdo).

Este año al formar parte de un blog, Eduardo Sacristán, uno de los organizadores del certamen, nos facilitó acreditaciones de prensa si algún componente del blog tenía la intención de ir. Al final, como fui el único representante del Equipo de Trazos en el bloc, tuve el honor de tener dicho pase, con el que no tuve ningún problema a la hora de acceder al recinto. Desde aquí quiero agradecer a mi tocayo Eduardo el haberse puesto en contacto con nosotros y ofrecernos las acreditaciones.


Dibujo de Víctor Santos en el stand de Invernalia

Estos tres años en el que se ha hecho el Expocómic en el Pabellón de Convenciones de la Casa de Campo, la organización del evento ha seguido, más o menos, el mismo patrón. De agradecer es la colocación de la famosa pasarela-puente en la entrada misma del pabellón, por lo que coger la línea 6 del metro era mejor que coger la 10. A mí, personalmente, no me dio tanto “yuyu” como dicen.



La distribución de los diversos actos se ha continuado haciendo, más o menos, de la misma forma. El primer piso que rodea el núcleo central del salón se reserva para las exposiciones (dejando, menos mal, este año la de Injuve en un stand del salón, y no, como estos últimos años, delante del escenario, donde corrían el peligro de descolgarse los diferentes originales de los participantes). Esta ubicación me parece la apropiada, según vemos como está montado el Expocómic, ya que da a los aficionados la suficiente tranquilidad para ver pausadamente los originales expuestos, evitando las aglomeraciones de la planta baja. Yo sólo echo en falta una explicación más extensa, y no la simple ficha, de cada uno de las obras expuestas.

La Sala de Proyecciones se reserva para las proyecciones, alguna que otra charla y la presentación de las novedades de las editoriales. Lugar apropiado, si no fuera porque no está del todo insonorizado, oyendo, a veces, tanto lo que pasa dentro como lo que pasa fuera.


Enrique V. Vegas dibujando un Es-Piderman en el stand de Invernalia

El cuerpo central del pabellón se reserva para los diversos stands o islas de editoriales, tiendas, librerías y otros, con la salvedad que este año la ubicación de las casetas de los fanzineros estaba en la entrada del recinto, entre ambas puertas de acceso. Ha habido polémica respecto a esta ubicación. Como ubicación a mí no me parece mal, reservándolo sólo para sus stands, y no situados por ahí, al mogollón. Pero en contra he de decir que al estar detrás de los cristales que separan el salón, propiamente dicho, de los accesos, estos estaban, eso sí, un poco aislados. Por lo tanto, ¿favorece la colocación o no? Nunca llueve a gusto de todos.



El taller, la tebeoteca y la zona infantil, estaban en ambos laterales, cerca de la entrada, lo que daba cierta tranquilidad a la hora de las diversas clases, lecturas o entretenimiento, al estar situados en el extremo opuesto al escenario.

El problema de este salón son las diversas ubicaciones no estancas y la coincidencia de los diversos actos, lo que te imposibilita ir a todos, aunque quieras hacer un esfuerzo, y al escenario era a veces complicado asistir en condiciones a alguna charla (sobre todo el sábado) ya que el murmullo y el griterío de la gente, acompañado por las constantes interrupciones de la megafonía, hacía que fuera difícil seguir las exposiciones de los diversos invitados.

Por lo tanto, visto lo visto, el pabellón ya se está quedando pequeño para según que día, y si además se procura hacer un salón que abarque muchos actos a la vez, se debería idear un sistema que, aunque le sea difícil a uno asistir a todos, por lo menos, a los que asistas, tener la garantía que no será interrumpido por cualquier injerencia externa que nada tiene que ver con el acto en cuestión.



El plato fuerte de cualquier salón que se precie, las sesiones de firmas, como siempre son motivo de conflicto. Las que se organizaban en los diferentes stands no tenían ningún problema, con paciencia obtenías, sin ninguna dificultad, la firma deseada. Pero el problema estaba en las sesiones del escenario. Como siempre el apelotonamiento de la gente, incapaz de formar una fila recta y ordenada, desembocaba en una serie de discusiones, que a veces no tenían sentido ni llegaban a ninguna parte, con la consiguiente colocación de las famosas vallas amarillas. Pasan los años y el problema persiste, parece que sea imposible llegar a una solución. Se intentó el tema de apuntarse a una lista, que parece que funcionó, más o menos, bien, pero que también desembocó en que algunos decían que no se habían enterado, que hacía una hora que estaban esperando hacer la cola, sin olvidarnos de los que aun así se colaban.



Yo, y es sólo una solución factible, intentaría que antes de comenzar el salón, la organización hablase con los autores invitados, y planteasen el tema de cuántas dedicatorias pueden hacer, según lo elaborada que fuera ésta, en una hora y media, y a raíz de saber esto, repartir los números justos que garantizaría, al que lo tiene, una dedicatoria segura y el resto de aficionados que no tienen, no haría falta que hicieran cola, que no perdieran el tiempo y que lo utilizaran para hacer otras cosas por el salón y, por consiguiente, no llevarse la desilusión de no conseguir la preciada firma (porque es muy duro que te corten cuando estás a punto que te dedique tu álbum el autor).



Otro consejo que daría es hacer las sesiones de firmas en un lugar dedicado exclusivamente para ello, para que los diversos actos no se solapasen y los artistas que quisieran seguir firmando, no se vean en la tesitura de salir por patas del escenario, ya que tiene que ser ocupado por otro acto.



Todo esto naturalmente, como muy bien nos dijo Eduardo Sacristán, “no es una ciencia exacta”, y contratiempos y problemas varios parece que tienen el don de perdurar, y seguramente la solución perfecta, a gusto de todo el mundo, será siempre difícil de encontrar.

Una de las cosas positivas de las sesiones de firmas, a parte de conseguir la dedicatoria, es estar en contacto con tus autores preferidos, ver como ejecutan la dedicatoria, e intercambiar unas palabras con ellos. Sólo con estos momentos, ya vale la pena acudir a estos salones.



Y en las colas de las firmas es cuando conocí a los componentes de Entrecomics (Tío Berni, FeR, Iñaki, Mar y Francesc Martínez), un equipo muy bien avenido, formando una auténtica piña, como si de un equipo de fútbol sala se tratara. Iban perfectamente uniformados, con una camiseta roja que tenía impreso delante su logo y detrás la dirección del blog. Si intentaban captar la atención de los aficionados y publicitar su blog, lo consiguieron al 100%. Y lo dicho en alguna que otra ocasión, fue un placer conocer a gente como vosotros tan competente.


En estas colas también saludé a otras personas, a los que ves cada año en estos eventos, y entre ellos a Juanmi, al cual conocí hace dos años en la cola de Juillard en Barcelona y que volvimos a coincidir aquí en la cola de Ferry, teniendo una amena charla en la que salió a relucir su próximo viaje al Salón de Angoulême, y que ahora es el último fichaje de nuestro blog, especialista en BD.

Y, tocando el tema del cómic europeo, eché en falta este año que trajeran autores BD. Está claro que este salón se vuelca más hacia los autores del otro lado del charco o autores de aquí que trabajan en el mercado americano, aparte de la legión de españoles que traen las diferentes editoriales. Supongo que si la Editorial Norma tuviera un verdadero stand, este sector de autores europeos se vería potenciado al igual que pasa en el Salón del Cómic de Barcelona.

Y de paso, aprovechando esto, hago un llamamiento para que las tres editoriales grandes de nuestro país en este sector (Norma, Planeta y Panini) se impliquen, de una vez por todas, con este salón. Estoy seguro que saldríamos ganando todos.

De todas formas, felicitar a las restantes editoriales presentes en el Expocómic por el impresionante trabajo que realizan en promoción de sus artistas y en el trato directo y personal hacia todo aficionado que se acerca a sus stands.

Y otra de las ventajas que se pueden apuntar de salones de esta magnitud, es encontrar verdaderas gangas y títulos, difíciles de conseguir de otra forma (pude conseguir a buen precio y en perfecto estado de conservación casi todos los cómics que la Editorial Norma publicó, en su momento, sobre Star Wars).

Y felicitar a la organización por la promoción del evento, y del cómic en particular, los dos primeros días del salón, con visitas de escolares, Por ahí se empieza a crear cantera de futuros lectores del noveno arte.

Y también buena idea el concentrar todo lo relacionado con el manga (cosplay, karaoke, concierto, etc.) el domingo, dedicándolo plenamente a él con el Día del Manga, que así descongestionó el resto de los días y especializa al domingo como el día de los otakus.


Con todo lo dicho, y para finalizar ya estas crónicas, siempre intento ser positivo y agradecer que existan eventos como éste y, aunque hay cosas que siempre son mejorables, y demostrando los organizadores su mejor intención para que todo salga bien, a veces, sin saber muy bien el porqué, las cosas se tuercen.

Pero de los errores se aprende, y seguro que con el paso de los años, este salón se mejorará aún más y se consolidará como cita obligada para los amantes del cómic. El año que viene espero vivir mi cuarto Expocómic.

Nos vemos en Madrid.

Un cordial saludo.

3 comentarios:

Ximo dijo...

Ya sabes que más vale ir solo que mal acompañado, je, je. Ademas, yo siempre confié en tu gran sabiduría y buen hacer para estas labores como corresponsal en eventos como este.

EduXavi dijo...

Sí, sí... Vamos, di la verdad, me dejasteis plantado por un conciertillo de unos tales Iron Maiden. Pero bueno, ¿qué tienen ellos que no tenga yo?

Anónimo dijo...

jejeje
Pues aunque sea muy discutible, para mí no hay punto de comparación: ellos no tienen nada de nada!!!

Un placer conocerte, aunque taaaan brevemente...

Besitos,
Mar, "la" del equipo de fútbol sala.